— Vamos Katsuki, por qué tan callado? — el rubio de ojos violetas mantenía una cínica sonrisa mientras veía los hilos de sangre que corrían por sus brazos —, acaso no dijiste alguna vez que te gustaba un poco rudo?
Apretó con más fuerza el niveo cuello entre sus manos, no sabía el porqué, pero en verdad se sentía poderoso al sentir las uñas del contrario enterrarse en sí piel en un intento desesperado de romper la presión.
Su miembro entraba con cada vez más fuerza, y no fue hasta que vio la mirada rojiza perderse cuando decidió aflojar el agarre y dejar oxigenar los pulmones del contrario.
Cuando hubo terminado se vistió con suma tranquilidad, mirando uno de sus relojes para verificar que no iba tarde para ir a patrullar.
— No olvides que te amo — la burlesca voz resonó hasta que desertó en medio de la noche.
Después de haber golpeado al pecoso, ambos se fueron a dormir inmediatamente, con vergüenza y un poco de tensión.
Tras pensarlo mejor se dio cuenta que quizás había actuado de manera muy impulsiva, en primer lugar no debió tentar al peliverde, estando cociente de sus sentimientos no debía jugar con ese tipo de cosas, y en segundo lugar conocía que el mismo no tenía autocontrol, sabía que ni siquiera el mismo sabía como podría reaccionar en ciertas circunstancias, terminando en un desastre como el de esa noche.
Miró a su lado para ver al pecoso dormir con tranquilidad, su pecho subía y bajaba con tranquilidad y su ceño parecía estar relajado.
Se levantó con delicadeza para no despertar el contrario, a pasos lentos llegó al baño para poder mirar su demacrado reflejo en el limpio espejo.
Las marcas en su cuello eran palpables a su tacto aunque sabía que ya no estaban, sin embargo aún sentía su piel quemar y su respiración fallar.
Por un momento las intensas ganas de romper aquel espejo hacían cosquillear sus palmas, aunque sabía que no tenía el valor para tomar un afilado trozo y enterrarlo en la delgada dermis.
— Kacchan — pudo mirar el reflejo del pecoso en cuanto llamó su nombre —, si no puedes dormir puedo ir al sofá, así estarás más tranquilo.
Por segundos la rojiza mirada se mantuvo en el más alto, sus órganos parecían reaccionar a la constante preocupación y amabilidad del contrario.
Había momentos en los que pensaba en que hubiera pasado si sus caminos siguieran juntos, tal y como fue por años.
Quizá estarían juntos, viviendo en un lindo departamento cerca de su trabajo y cenando los fines de semana con sus padres.
Quizá el no estaría tan mal, quizá uno habría caído en las vacías promesas de Monoma.
Sí, sonaba agradable, poder vivir tranquilo sin tener que mirar a su alrededor en la calle o sin tener que asomar su cabeza antes de entras a su departamento. Tener la libertad de visitar a sus padres sin el miedo de que en cualquier segundo podría aparecer aquel sujeto para jugar sus sucias prácticas con él.
— Lo siento — Por fin dijo al reflejo —, no es necesario que te preocupes demasiado.
Izuku sabía perfectamente que el rubio mentía, lo conocía demasiado como para saber que aquellas palabras habían salido con duda.
El ver al rubio examinar su cuello frente al espejo le hizo saber que posiblemente Monoma había sobrepasado los límites de más de una manera.
— Si algo no va bien no lo niegues, siempre puedes hablar conmigo — Izuku jugó con su suerte para abrazar al más bajo —, y si no quieres hablar, simplemente no te alejes, yo soy tu soporte.
— Creo que tienes razón — soltó quedo — Tal vez necesito ayuda.
Izuku había estado insistiendo por algunos días en que visitase a algún terapeuta, que había cosas que simplemente no se iban a curar y como era de esperarse el lo negaba, la ayuda de un profesional no sonaba de todo atractiva, principalmente porque no quería hablar de sus problemas con cualquier desconocido.
Así fue como llegó a visitar aquel consultorio cada semana, Izuku había podido contactar a un psicólogo famoso que comúnmente atendía a héroes jubilados o despedidos por post traumas. Las primeras sesiones le resultaron sumamente incómodas, respondiendo a preguntas incómodas y detallando vivencias dolorosas.
— Entonces usted está enamorado del héroe Deku — dijo el hombre mientras anotaba en una libreta —, dígame, desde cuándo tiene este sentimiento por él?
— Hah? No sé de qué mierda está hablando — desvío la mirada avergonzado y moviendo la pierna con nerviosismo.
— Vamos Bakugou, sé cuando me mientes y nunca te había visto mentir tan mal — el psicólogo se recargó mejor en su silla — Por qué no me hablas de tú relación con Izuku? Desde cuando estos sentimientos empezaron a florecer?
— Yo... No lo sé — titubeó al hablar, en verdad no tenía la mínima idea, tal vez fue aquella vez que se besaron de niños, todo por imitar una de esas antiguas películas que veían sus madres, o aquella vez en la que Izuku recibió un balonazo por él en la secundaria.
Cualquier momento antes de empezar la preparatoria, cuándo se dio cuenta que tener sueños húmedos con su mejor amigo no venía de un sentimiento de amistad.
Negó ese hecho por mucho tiempo, pensaba que esa etapa gay había quedado atrás en su época de adolescencia, fue así hasta que Neito apareció en su vida, con esa sonrisa socarrona y cara bonita.
Aceptar que le gustaban los hombres fue más fácil que admitir sus sentimientos por el peliverde.
Cuando se enojaba con Monoma por poner boca abajo sus fotografías con Izuku, atribuía esa furia al hecho de que guardaba lindos recuerdos de su niñez y adolescencia y nada más.
Pero en el fondo sabía que al final terminaba imaginando al pecoso en el lugar de Monoma cuando despertaba en su cama por las mañanas.
Disfrazó aquellos sentimientos de amor por unos de odio, para evitar ser herido cuando Izuku lo había abandonado, pero en el fondo sabía que ese sentimiento no había cambiado y que posiblemente seguiría ahí por mucho tiempo más.
— Creo que lo amo — dijo con las mejillas rosadas y una mano cubriendo su cara.
— Es bueno para usted que aprenda a reconocer sus sentimientos — el contrario sonrió y escribió —, la próxima semana seguiremos trabajando con esto, así que te dejaré esto de tarea.
Después de anotar algunas cosas en su libreta, Katsuki salió del consultorio encontrándose al pecoso dormido en la sala de espera.
— Deku — dio una leve patada al asiento del durmiente.
— Kacchan — sonrió mientras tallaba sus ojos con las almohadillas de sus manos —, Estás listo para ir a casa?
Las inconscientes palabras lograron dar un pequeño revuelco en el estómago del rubio, quien sólo caminó en dirección de la salida.
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Perdón si salió aburrido :( trataré de esforzarme más en los próximos capítulos. Gracias por leer!
Cuídense mucho.
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【Detras de escena】ᴅᴋʙᴋ
FanfictionLa sociedad de héroes se alzó al punto de ser la cabeza de la sociedad. Las personas son y viven para agradecer a los llamados salvadores. En un mundo donde ser Quirkless es la peor de las suertes, Katsuki Bakugou tiene que afrontar la realidad de s...