Alzó la mirada y vio que Singto se quedaba congelado, con la cafetera en el aire, a la vez que lo miraba con ojos penetrantes.
–Por eso... –dijo, lanzando una mirada hacia el bebé. Y Krist asintió.
–Por eso me resultaba imposible dejarlo.
Singto dejó escapar un prolongado suspiro a la vez que servía dos humeantes tazas de café. Luego volvió a mirar a Krist, en aquella ocasión con una nueva empatía que lo inquietó .
–¿Has tenido una vida difícil?
El le dedicó una sonrisa de labios apretados.
–No a todo el mundo le toca una P'Godgi.
–Pero has progresado. Ahora trabajas para... –Singto le pasó una taza y Krist sonrió. Por la educada pero vacía mirada de Singto en el taxi, se había dado cuenta de que no conocía la revista.
–Story Magazine.
–Exactamente.
Singto bebió un sorbo. El lo imitó, dejándose reconfortar por el calor y el delicioso sabor. Luego sostuvo la taza entre las manos para calentárselas y notó que Singto lo miraba.
–¿Alguna vez has entrevistado al exitoso dueño de un estudio fotografico que además rescata bebés? –preguntó.
El lo miró y, ladeando la cabeza, se mostró intrigado.
–La verdad es que no.
–Si juegas bien tus cartas, puede que esté dispuesto a contestar algunas preguntas.
–Tengo una ahora mismo.
–Soy todo oídos.
Krist tuvo la absurda idea de preguntarle: «¿Cuando te has cercado a mí en el hotel querías besarme o ponerme en mi sitio?», pero sonrió y dijo:
–¿Puedes darme azúcar?
–Claro –dijo él. Y sonriendo, añadió–: Toda la que quieras.
Al pasarle el azucarero, su brazo rozó el de Krist y este tuvo que hacer un esfuerzo para que no notara hasta qué punto lo afectaba. Krist se sirvió una cucharada y revolvió con parsimonia. Desvió la mirada hacia el bebé. Singto hizo lo mismo y preguntó:
–¿Qué tiempo debe tener?
–Unos tres meses.
–No tiene ningún sentido que la hayan abandonado. Quizá hay algo más.
Krist tuvo una idea que le produjo un escalofrío.
–Puede que la raptaran para pedir un rescate y luego se acobardaran.
–¿Eso es lo que te pasó a ti? –preguntó él con calma.
Krist sacudió la cabeza pero no amplió la explicación. Era imposible que un hombre como Singto, tan vinculado a su familia, pudiera comprender.
El bebé dejó escapar un gemido, se revolvió y abrió los ojos. Singto y Krist se inclinaron sobre el al tiempo que bostezaba y enfocaba la mirada. Krist se sintió embargado por una emoción que no había experimentado nunca antes.
–Tiene los ojos hermosos –susurró.
–¿Tendrá hambre?
Como si quisiera responder, el niño empezó a llorar y para cuando Krist la soltó de la silla, el llanto se había transformado en sollozos. Krist lo abrazó contra el pecho.
–Pobre pequeño –musitó–. Debe de estar mojado. Voy a cambiarlo. ¿Puedes ocuparte del biberón?
–Claro –Singto miró la caja dubitativo–. ¿Has dicho que había instrucciones?
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[Terminado] Repentino Amor
FanfictionRepentino Amor Singto Prachaya creia que el enfocarse en lograr el exito era el unico objetivo en su vida, no habia espacio para nada más, hasta que un dia encuentra una sorpresa inesperada. lo que no sabia es que esta pequeña y linda sorpresa lo ll...