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–Cruiser sigue de guardia.

Krist se ladeó y comprobó que Cruiser seguía en la misma posición que lo habían dejado. Singto se sentó en una butaca a su lado y observaron las llamas en silencio. Krist hizo un esfuerzo para olvidar todo lo negativo y centrarse en aquel apacible y perfecto instante.

Quizá por eso la pregunta que hizo Singto lo tomó completamente de sorpresa.

–Krist, ¿qué les pasó a tus padres?

Krist sintió que la recorría un frío helador. Nunca hablaba del pasado, pero sintió cierta necesidad de hablar de ello.

–Aunque no fui fruto del amor, me gusta creer que mi madre me quería –dijo finalmente–. Mi madre de acogida me dijo cuando era demasiado pequeño que mi madre había sido violada.

–Espero que esa mujer haya dejado de cuidar a niños.

–He seguido en contacto con un par de mis compañeros de piso y me han dicho que se retiró hace tiempo.

–¿Tenías más familia?

–Por lo visto mis abuelos la obligaron a renunciar a mí. Ella intentó conservarme, pero una noche, desaparecí. Nunca he sabido cómo lo hicieron legalmente y sospecho que tuvieron que falsificar su firma, pero se ve que creyeron que lo superaría, que mi madre continuaría con su vida. Pero no fue así. Abandonó su casa para ir en mi busca.

Krist siempre sonreía cuando llegaba a aquella parte de la historia, aunque solo fuera brevemente.

–Sin dinero ni ayuda –siguió contando–, terminó viviendo en la calle. Lo supe porque hace un par de años contraté a un investigador secreto. También me contó que murió un día antes de cumplir veinte años.

Singto apretaba la mandíbula y sus ojos brillaban tanto que Krist podía verse reflejado en ellos.

–¿Y tus abuelos?

–Murieron. Según el detective, nunca intentaron encontrarme, Mi madre era hija única, así que no tengo ningún pariente.

Singto bajó la mirada sacudiendo la cabeza y dijo:

–Lo siento. Ahora comprendo que no quisieras tener un hijo por tu cuenta.

Krist pensó que por primera vez, aquel mismo día, había pensado lo contrario. Cuidar a Fiat era tan gratificante que por primera vez comprendía que la gente tuviera hijos, aun viviendo tiempos tan inestables.

Y también comprendió por qué la gente se arriesgaba a enamorarse.

Krist llevaba una hora dormido cuando Cruiser fue hasta Singto, que estaba de pie, contemplando el paisaje, y le golpeó la pierna con el hocico a la vez que gruñía suavemente. Singto dedujo que Fiat se había despertado.

Estuvo tentado de animar al perro a que llamara a Krist, pero esta necesitaba descansar. La historia que le había contado le había abierto los ojos, confirmándole que había tenido una infancia fantástica aunque su padre hubiera estado ausente muy a menudo.

Cruiser lo empujó de nuevo y Singto, dando un suspiro, decidió que tenía que ser capaz de cumplir con la tarea que le tocaba. Pasó al lado de Krist, que respiraba pausada y rítmicamente. Los dedos le cosquillearon con el impulso de acariciarle el cabello, pero no quería despertarlo. Aquel turno le tocaba a él.

Cruiser abrió la puerta del dormitorio del bebe con el hocico y Singto entró. Fiat estaba despierto y se miraba las manitas. Miró a su alrededor y al ver a Singto empezó a dar patadas a modo de bienvenida.

[Terminado] Repentino AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora