Con el tercer eructo salió casi todo el biberón. Krist bañó a el niño en una gran palangana. Inicialmente, lo manejó con torpeza, pero una vez el niño se calmó tras un rato de llanto que parecía incesable, empezó a salpicar, lanzar grititos y patadas, y la tarde resultó mucho más divertida de lo que hubiera esperado.
Tras secarlo, ponerle el pañal y el pijama, Krist se cambió la camiseta sucia por una limpia. Luego siguieron varias horas de canciones, paseos por la casa meciéndolo, y algún biberón menos abundante que el primero. A Krist le sorprendió la cantidad de energía necesaria para ocuparse de un bebé y acabó exhausto.
Singto preparó de cena tortilla de huevo que ninguno de los dos probó. Krist porque estaba demasiado ocupado, y él, por solidaridad.
Cuando el niño finalmente se quedó dormido, Singto preparó una de las butacas con la parte baja levantada para acomodarlo, y Krist lo echó. Tras observarlo largamente, fue a darse una ducha.
Las opciones que tenía de ropa se limitaban a un traje de chaqueta y un pijama de polera raida y shorts negros. La decisión estaba clara. Estaba demasiado cansado para preocuparse de si su indumentaria era o no apropiada para estar a solas con un hombre de mala reputación. En cualquier caso, dudaba que Singto tuviera fuerzas para intentar seducirlo.
Con el cabello húmedo recogido en un moño flojo y una agradable sensación de limpieza, entró en el salón y se quedó parada al pie de las escaleras.
Aparte del viento soplando en el exterior, la casa estaba sumida en el silencio. La habitación estaba en total oscuridad excepto por el titilante resplandor que surgía de la pared opuesta. Krist se acercó con sigilo. Por encima del respaldo de los sillones fue viendo la escena completa.
Agachado junto a la chimenea, su atractivo anfitrión alimentaba las llamas azules y naranjas de un magnífico fuego, en una visión tan hipnótica que Krist se descubrió observándolo boquiabierto.
Él pareció percibir su presencia porque miró en su dirección y lo observó detenidamente. Su mirada fue tan claramente de aprobación, que Krist lo sintió como una caricia ardiente que le hizo sentirse más deseable que nunca.
Con un ágil movimiento, Singto se puso en pie, dejó el atizador junto al hogar y se acercó a el.
–Te has preparado para irte a la cama.
Su voz grave y aterciopelada lo envolvió. Krist respiró profundamente y cuando su olor le llenó los pulmones, sintió que temblaba por fuera y por dentro. La seductora naturaleza de las sombras, la impactante presencia de Singto... Krist se sentía fuera de la realidad, como si viviera un sueño. Y si Krist lo hubiera tocado en aquel momento, habría sido incapaz de resistirse.
–Debes estar exhausto –dijo él, mirándolo a los labios.
Krist sintió que se le secaba la garganta e intentó aclarar su mente. Debía estar actuado bajo los efectos del cansancio.
–Sabía que en algún momento tendría que dormirse –dijo.
–Yo lo dudaba. No me extrañaría que se despertara pronto.
–Espero que no. Se me han acabado todas las canciones.
Singto inclinó la cabeza hacia la chimenea. Los ojos de Krist se habían adaptado a la penumbra y pudo ver un grueso edredón extendido en el suelo y varias almohadas apoyadas contra lo sillones.
–Llevo soñando con un elajante momento delante del fuego desde las cuatro de la tarde. ¿Quieres acompañarme?
Krist sintió que se le aceleraba el pulso. Una cosa era que su hostilidad hacía él hubiera disminuido y otra que aceptara aquella invitación. Pero antes de que pudiera rechazarla, Singto levantó las manos.
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[Terminado] Repentino Amor
FanficRepentino Amor Singto Prachaya creia que el enfocarse en lograr el exito era el unico objetivo en su vida, no habia espacio para nada más, hasta que un dia encuentra una sorpresa inesperada. lo que no sabia es que esta pequeña y linda sorpresa lo ll...