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Salieron por la puerta trasera, donde estaba el coche de Singto. Tras recorrer un sinuoso camino privado, llegaron a una casa en la que entraron como dos adolescentes. En cuanto estuvieron dentro, Singto lo abrazó y lo besó con el deseo que llevaba conteniendo toda la noche. Cuando levantó la cabeza, ambos jadeaban.

–Ha sido una tortura no hacer esto en cuanto has llegado –dijo él.

–¿Tan seguro estabas de que vendría?

Singto solto el nudo de la corbata de Krist.

–Esperaba poder convencerte.

la corbata cayo al suelo y, mirando a Singto con ojos brillantes, Krist se quitaba la camisa, sonrió felinamente y musitó:

–Pues empieza a convencerme.

Singto sintió la sangre acelerársele peligrosamente, tomó en brazos a Krist y fue al dormitorio. Había pedido que hicieran la cama y que encendieran velas. Bajo la tenue luz lo encontró adorable. El, en lugar de reclinarse en la cama, se puso de rodillas delante de él y fue abriéndole la camisa botón a botón. Él se quitó la chaqueta y los zapatos sin dejar de mirarlo. Cuando se quedó solo en calcetines, Krist se inclinó hacia adelante y, sin previo aviso, se llevó su sexo a la boca.

Singto había tenido muchos amantes pero ninguno le había hecho sentir nada igual. Cerró los ojos y enredó los dedos en el cabello de Krist y se lo masajeó mientras, segundo a segundo, sus movimientos se fueron acompasando. Hasta que llegó el momento en que él susurró:

–Me gusta lo que me estás haciendo –dijo con la voz quebrada–. De hecho, demasiado.

Krist lo miró con ojos lujuriosos. Rodó hacia atrás y Singto le quitó los pantalones junto al boxer. Luego el alargó las manos y Singto se acomodó entre sus rodillas. Asiéndose a ellas, lo observó unos segundos en los que su excitación aumentó. Tomó un condón de la mesilla y una vez se lo puso, sujetó a Krist por la nuca para reclamar un nuevo beso a la vez que lo penetraba. Se obligó a moverse lentamente e ir incrementando el ritmo. Pero los besos hambrientos y apasionados que el le daba lo llevaron al límite en segundos.

–Te he echado de menos –le susurró al oído.

–No creí que fueras a llamarme.

–He sido un idiota tardando tanto.

Krist sonrió contra sus labios.

–La invitación llegó dos días después de que volviera.

–A eso me refiero –Singto le mordisqueó el labio inferior–, no sé por qué tardé tanto.

Se asió a las caderas deKrist y enlazó las piernas de esta a sus muslos, concentrándose plenamente en la primera y ardiente sensación del íntimo contacto. Luego se meció en su interior a una velocidad creciente, hasta que los gemidos de Krist le indicaron que también el estaba al límite. El fuego en el que ardía era demasiado intenso, los labios de Krist demasiado dulces, y cuando el se contrajo en torno a su sexo, la mente de Singto se nubló, la tierra estalló en añicos, y en ese preciso y glorioso instante, lo supo: si alguna vez se enamoraba, quería sentir algo así; lo que sentía con Kit.

–Me encanta tu familia.

Yacían juntos, gozando de la languidez posterior al sexo, mientras Krist dibujaba círculos en el vello del pecho de Singto. El murmullo de una ocasional sirena de barco y el roce de las ramas de los árboles los arrullaban.

–¿No te ha resultado abrumadora? –preguntó él.

–Quizá al principio, pero han sido encantadores. me sorprendio como Gun se compremetio tan pronto

[Terminado] Repentino AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora