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La electricidad volvió cerca del mediodía y cinco minutos más tarde Singto recibió un mensaje en el móvil.

–Es de servicios sociales –dijo tras leerlo–. Las carreteras siguen bloqueadas y no van a poder venir antes de mañana. Siguen sin saber nada de la familia de Fiat. La prensa no ha dado la noticia.

Krist besó la cabeza del niño preguntándose de dónde procedía y por qué nadie parecía interesarse en buscarlo. Al menos el había tenido siempre el consuelo de saber que su madre había hecho todo lo posible por encontrarlo.

Por el momento, el bebe estaba a salvo. Y si el precio era pasar tiempo junto a un hombre sin escrúpulos, lo pagaría. No pensaba mencionar lo que P'Jennie le había contado de sus negociaciones. En parte porque no quería elevar la voz y asustar al niño, y en parte porque quería dar a Singto el beneficio de la duda, aunque la idea de que usara la muerte de su hijo para presionarlo le resultaba repugnante.

Singto fruncía el ceño.

–Dile que el bebe está bien –masculló.

Singto asintió con la cabeza a la vez que contestaba el mensaje mientras Krist se recordaba que no se había quejado en ningún momento ni de su presencia ni del bebe. Ni siquiera de Cruiser, una vez se instaló y Singto descubrió una chapa metálica con su nombre en el collar. Pero lo había visto consultar la hora a menudo, o mirar por la ventana como si ansiara que la lluvia se detuviera. Estaba inquieto y era evidente que permanecer en un espacio cerrado le resultaba incómodo.

Por su parte, Krist se sentía cómodo, al menos con el bebe. En cambio, cada vez que Singto estaba cerca, tenía la sensación de que se le disparaban las hormonas hasta llegar a marearlo. Por la mañana se había preguntado si a él le pasaba algo similar, pero pronto había decidido que el beso de la noche anterior, al igual que la broma sobre el sur, no había sido para él más que una excusa para liberar un poco de tensión sexual y probar su suerte.

Quedaba una noche por delante y no estaba seguro de ser capaz de resistirse si Singto utilizaba sus tácticas de seducción. No podía evitar preguntarse si le gustaba el sexo rápido y frenético o si prefería deleitarse en cada caricia, saborear cada instante; o qué sentiría si sus caderas entrechocaran mientras sus labios, su lengua y sus dientes se clavaban en el, elevándolo al éxtasis entre sus brazos.

–Parece a punto de quedarse dormido –dijo Singto, sacando a Krist de su ensimismamiento. Se había acercado y le acariciaba la mejilla a Fiat–. ¿Por qué no lp acuestas?

–Le gusta que lo acunen –dijo Krist, concentrándose en el presente–. ¿Quieres sujetarlo tú?

Singto miró al niño, pero eventualmente dijo:

–Tú eres el experto.

–No lo soy cuando se trata de agotar a alguien.

Singto la miró de soslayó.

–¿Podrías explicar ese comentario?

–No –Krist suspiró–. Pero si vamos a pasar otra noche juntos, voy a dormir en un dormitorio y tú en otro.

Singto fijó sus ojos en los labios de Krist y sonrió.

–Creía que te gustaba acampar.

Krist fue hacia la butaca convertida en cuna del bebe.

–Lo que pasó anoche no va a repetirse.

–¿No?

–No –confirmó Krist, de espaldas aSingto.

–¿Y si te gano por agotamiento?

La voz ronca y el tono insinuante de Singto le provocaron un escalofrío a Krist. Dominándose, se volvió para enfrentarse a él pero no calculó que se hubiera acercado tanto como para prácticamente chocar contra su pecho. Con sus ojos negros clavados en el como si quisiera leerle la mente, Krist tuvo que poner orden en sus pensamientos.

[Terminado] Repentino AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora