Dos días después, Ailsa y Duncan mostraban sus respetos a las ocho mujeres que habían ofrendado su vida por mantener a salvo al clan.
El ambiente era sombrío, y triste para ella, quien había conocido personalmente a cada una de ellas… pero quien más le pesaba era Finoa… la más anciana, que se la encontró bajo el cuerpo de uno de los McRuairi, quien la había traspasado con la espada, pero ella misma se cobró su propia muerte, porque uso su daga para clavarla hasta el mango, en el pecho de su atacante, certeramente en su corazón, matándolo al instante.Sus piras emanaban humo que subía hasta los cielos, en donde su mirada se posaba… deseando que volaran alto, más alto que las nubes!!
Sin duda los McLeod eran hechos de otra pasta, porque las familias de esas mujeres, aunque tristes por sus pérdidas, rezumaban orgullo, porque aquellas madres, hijas y abuelas que se fueron, lo hicieron con el honor más alto para ellos… morir peleando por lo que se ama!!
Duncan observaba a su banshee… sabía que estaba sumamente triste, pero como un guerrero, estaba consciente que las batallas estaban llenas de muertes…
Una gaita solitaria y triste, entonaba notas que parecían rasgar el corazón con ellas, un bardo recitaba las hazañas de aquellas mujeres y ese canto, seria aprendido y trasladado de generación en generación… ellas merecían jamás ser olvidadas!!El día era frio, tal como estaban los corazones de todos los que habitaban el clan, siendo Ailsa quien lo resintiera más… aún no se había recuperado del todo, lo que le daba la pauta de lo cerca que estuvo de morir desangrada.
De pronto sintió algo tibio que calentaba su cuerpo frio, Duncan había colocado su tartán sobre sus hombros, y la abrazó por su espalda, su calor era más efectivo que cualquier chimenea… y como de costumbre, tal pareciera que le leyera la mente…
- No fue tu culpa lass… al contrario, si tu no las hubieses enseñado a defenderse, las piras no fueran solo ocho… sino que muchas más, por ti, muchas sobrevivieron otro día con los suyos, por ti aún hay un clan al cual llamar hogar… ahora, cada uno de los que vivimos aquí, estamos orgullosos de ti, nuestra señora de Dunvegan.
Ailsa escuchaba a su esposo decir todo aquello y sintió como las lágrimas amenazaban a salir por sus ojos…
- Llévame con ellos Duncan.
- Pero lass… aun no estás bien del todo…
- Estoy bien, pero necesito sacar esto que me está carcomiendo por dentro Duncan… esta sed de venganza que me ahoga, llévame con ellos.
Asintiendo, Duncan acompañó a su esposa a las mazmorras, en donde tenían a aquellos hombres, atados de manos y pies en un cepo.
Cuando la vieron entrar, sus ojos se abrieron de la impresión… no se explicaban que ella estuviera viva, debería estar muerta.
- Que han dicho Duncan?? Han revelado el porque nos atacaron??
- No lass… no han querido decir absolutamente nada!!
- Ohhh… pero claro que hablaran… ya lo veras!!
- Desnúdenlos!!
Sin preguntar nada, los guerreros que acompañaban a su Laird y señora, procedieron a hacer lo que se les indicaba, desnudaron a aquellos hombres, quienes seguían atados.
Tomando un cuchillo cualquiera del lugar… lo coloco al fuego de una antorcha, hasta que este adquirió un tono al rojo vivo!!
- Ahora señores… van a decirme el motivo de sus ataques hacia los míos.
- Vete de aquí mujer!! Deja que los hombres se encarguen de los asuntos de los hombres!! Una mujer no tiene cabida ni autoridad aquí!!
Un puñetazo de uno de sus hombres, calló al que había hablado.
- Respuesta muy, pero muy equivocada!!
El grito de dolor y espanto de aquel hombre, llenó la mazmorra en la que estaban… ni Duncan ni sus hombres se inmutaron al ver a Ailsa cargando en su manos el pene y los testículos del desgraciado, que aun gritaba del dolor, para luego lanzar sus partes al fuego.
Con una tranquilidad pasmosa, volvió a colocar el cuchillo ensangrentado en el fuego.
- Quiero saber… que motivó a su Laird a atacarnos… quiero saber… que quiere??
Volvió a pasearse frente a los hombres, quienes la veían aterrorizados ante lo que le había hecho a su compañero, quien lloraba y se quejaba.
- Está bien, está bien!! Hablaré… recibimos noticias de los barcos con provisiones que ustedes reciben misteriosamente, hemos estado en alta mar meses completos, tratando de atrapar esos barcos, pero solo sabemos que aparecen aquí a ustedes, y se retiran tal y como aparecen… él ha concluido que en esto hay algo más.
- La informante nos dijo que esos barcos, vienen de parte del padre de la esposa del Laird McLeod.
- Y bien?? – preguntó Ailsa.
- Roderick McRuairi nos envió a secuestrar a la esposa del Laird… a usted!!
La noticia cayó como balde de agua a Ailsa… por todos los dioses!! Taly, Finoa y las otras siete mujeres habían muerto por su culpa??!!
- Y por qué a por ella?? – preguntó un enardecido Duncan
- Porque mediante ella, podrá adueñarse de esos barcos, y por ende, podrá negociar con los otros clanes a cambio de que lo nombren rey de las Islas!!
Con que aun seguía con esa idea el bastardo de Roderick!! Pero esta vez, había ido muy lejos, atacando a su pueblo y a su mujer.
- Agradecemos la información… ahora, a pagar lo que le hicieron a la chica que secuestraron y se lanzó al mar… cuyo nombre era Taly… recuérdenlo bien.
Y sin más preámbulos, hizo lo mismo con los dos hombres restantes… los castró y sus partes fueron lanzadas al fuego.
Iba a lanzar el cuchillo que había utilizado al suelo, cuando éste fue tomado de su mano por Duncan.
- Ahora me toca a mí, cobrar venganza por haber herido a mi esposa y señora de este lugar.
Los gritos se podían escuchar desde cualquier lugar de Dunvegan…
Duncan dio la orden de que un birlinn de los que habían quedado de los McRuairi se hiciera a la mar, en la nave, lanzaron los cuerpos aún con vida, pero más muertos que vivos, de aquellos hombres, que no solamente iban mutilados de sus partes íntimas, sino que sin lengua, manos, ni pies!!
Duncan podía ser sumamente despiadado y sádico cuando se lo proponía… cauterizaron con fuego las heridas, para que no sangraran y murieran lentamente.
Ailsa no quería que fueran enterrados en sus tierras, por ella, que fueran entregados a las profundidades del mar, pero de ningún modo permitiría manchar la sagrada tierra de Skye con sus cuerpos!!
Encima de los hombres, también fue lanzado dentro del birlinn el cadáver de Myrna, quien tampoco merecía ser enterrada entre los McLeod.
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Amor entre Fuego y Orgullo McLeod
RomanceDuncan McLeod se ha casado por "salvar a su clan", al menos eso es lo que él piensa y quiere hacer creer, pero la atracción que siente por su ahora esposa, es muy fuerte, algo que el se lo atribuye a la pasión y la lujuria, asi como a su arrebatador...