Epílogo

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Recordaba haber seguido al humano através de los matorrales y del bosque dejando atrás  aquel castillo al que una vez llamó hogar. Un lugar donde siempre se sintió incomprendida y diferente, pero al menos, segura y confortable. Sin embargo, todo fue mentira.
Ahora, desnuda, de rodillas en el suelo frío y mojado de aquella cueva, Melia todavía no tenía claro qué era ni a quién pertenecía.
Aidan  aseguraba ser su pareja de vida. Una idea que chocaba mucho con la que aún tenía grabada en su mente, la cual todavía mantenía que sith y humanos se odiaban a muerte.
Se abrazó el cuerpo helado y manchado de tierra y clavó su mirada en aquel diario que Aidan había ocultado en la cueva. Él aseguró que lo había escrito ella. Que ahí estaba plasmada su vida juntos. Que en esas páginas se encontraba su hija y el amor que sentían el uno por el otro.
Se tocó el vientre, con la mirada aún clavada en ese libro.
¿Cómo una madre podía olvidarse de su hija?
Era terrible olvidarse de algo así. Y ella lo había hecho, por eso se sentía culpable, sucia y miserable. Culpable de no recordar a su hija.
—Melia ...¿Quién soy?
—Eres Melia Villin contestó la voz de Aidan a sus espaldas.
—¿Ya has ajustado tus cuentas? ¿Has acabado con todos?
—Sí
—Bueno... Mi vida de los últimos años ha desaparecido de un plumazo. Justo el tiempo que has necesitado para acabar con todos los que vivían en el castillo.
Les has matado a todos. ¿Y el pueblo se ha enterado? ¿Han salido de sus casas para ver qué sucedía y de dónde nacían las llamas?
—No iba a permitir que nadie de los que participaran en nuestra separación continuara con vida.
— he vivido todos estos años viendo a un desconocido en sueños y creyendo que era quien no soy;  resulta que ese desconocido eres tú, mi  pareja de vida,  tengo una hija contigo, una niña por quien se supone que debería
beber los vientos. Y soy hija de la reina de las hadas ,una madre a la que no recuerdo. ¿Cómo debería sentirme al respecto? 
—¡Maldita sea, Melia!  ¡Yo tampoco
recuerdo a Galadriel, pero tú lo escribiste en el diario, hablas de ella!  A mí también me jodieron la cabeza ... Puede que no creas en
nosotros y que no confíes en mí. ¿No me quieres? ¿No sientes nada por mí? ¡Perfecto! ¡Haz lo que te dé la gana! ¡Siente como quieras! Pero ese libro que tienes en las manos es tuyo.
—Lo que haya aquí escrito no va a cambiar lo que has hecho .
—Me perdonaste una vez ... puedes hacerlo una segunda.
Melia se levantó poco a poco.
— Por ahora no eres ni mi pareja, ni el padre de mi hija, ni siquiera mi amigo.
—Soy tu pareja
— ¡No sé quién eres!
—¡No pienso irme!
—Dame tiempo.
—¡¿De qué tiempo hablas, mujer?!

Él haciéndole el amor, ella haciéndoselo a él. Melia parpadeó atónita y se llevó la mano a la mejilla, de repente roja como un tomate. . ¿De dónde había venido
aquel recuerdo? ¿Dónde estaban?

Necesitaba abrazarla, y aunque no lo hizo porque quería dejarle ese espacio, sí que le habló con el amor que ella se merecía
—Sé que te sientes mal y perdida. Y me gustaría poder darte el tiempo que necesites para que me reconozcas y te acuerdes de mí. Sin embargo...,no pudo seguir hablando.
Del interior oscuro de la cueva apareció una silueta femenina, vestida con túnica blanca . Sus ojos eran claros y poderosos, de un verde más misterioso que el de Melia.
A su alrededor había un halo luminoso cargado de luz.
—¿Quién eres?
—Soy la reina de las hadas,tu madre.
—Sé quién eres, Aine ,contestó Aidan todavía impresionado.
Pero no entiendo... ¿Qué haces aquí?
—Ya sabéis lo que dicen: una madre lo
conoce todo sobre su hija. A una madre nada se le puede ocultar.
Melia sintió pena por ella misma, porque si había sido madre de verdad, no recordaba nada en absoluto de tan magnífico milagro que era el de dar vida.
—Quiero conocer a mi hija.
—primero tienes que recordarla.. hija mía,dijo dándole un fuerte abrazo y quitándole el diario de sus manos.
—Devuélvemelo. Es mío .. Es mi diario.
—No te hará falta
—¿Cómo voy a recordar así?
—Aidan te dará las respuestas que necesitas.
—La sangre de Aidan te ayudará a recuperar la memoria.
En el amanecer, un rayo de sol entre la oscuridad, solo uno hará falta  para encontrar el camino de vuelta a casa. Solo un rayo. Para entonces, Melia, tienes que haber recordado todo.
Absolutamente todo. Ambos, ambos debéis recordar cuál es el vínculo más fuerte de todos, uno irrompible que sirve de puente entre los dos mundos.
—¿Estás dispuesta a confiar y a dejarte llevar, hija?
—He dicho antes que ya no tengo nada que perder.
Entoces ellos se vieron envueltos en un  lago .
Si un lago había aparecido ante sus ojos y se iluminó con un resplandor  intenso.
—No pienses en lo que tengas o no que perder. Piensa en lo que puedas ganar.
Después, la luz rodeó la cueva hasta que un rayo emergió hacia el exterior, saliendo por la entrada de la cueva. En el interior del lago no había ni rastro de Aidan  ni de Melia, como tampoco de Aine .
Habían desaparecido.
Ahora se encontraban en un lugar perdido del bosque Slieve Bloom.
Melia no iba a perder el tiempo. No pensaba hacerlo.Todo su mundo había dejado de existir, pero después del encuentro con Aidan y Aine, empezó a crear imágenes en su mente, como las piezas de un rompecabezas que debían encajar.
Por eso había decidido coger a Aidan desprevenido y, sin permiso, con premeditación atacarle.
Entoces desde atrás clavó sus garras en el cuello de él y empezó a beber..la primera vez que bebía de él.
Y entoces Ella era Melia,la princesa de las hadas e hija de Aine la reina de las hadas. Y ese hombre que aún no reconocía como su pareja, también formaba parte de sus recuerdos. La ansiedad por recordar toda una vida en ese corto plazo de tiempo .
Cuando el primer sorbo se deslizó a través de su garganta hasta el estómago, en vez de sentir rechazo, no lo sintió en absoluto. Su cuerpo, sus órganos internos, parecían agradecidos de recibir tal combustible.
Y entonces, de algún modo que desconocía, su cerebro se convirtió en receptor de información, como si su lengua y sus pupilas gustativas la hicieran viajar a la vida que le habían robado.
«Cariño, todo poco a poco y con buena letra», Mientras bebía, sus ojos se llenaron de lágrimas y de pena, porque recordó inmediatamente quién era. Era su madre Aine.
Recordarle con tanta claridad y sin ninguna duda la hacia temblar de emoción, acudieron a ella muchos recuerdos que se encadenaban los unos tras los otros, donde él era el epicentro de su existencia. . También recordó a Meandra.
Al menos, en ese instante, la sangre la satisfacía y la calmaba, aunque se estuviera comportando como una egoísta. Pero ya no podía detenerse. Cuanto más bebía, más veía, y más reconstruía su verdadero yo. Pasaban ante sus ojos imágenes de sus «hermanas»  .
Y la casa grande, su hogar... qué hermoso era, cómo le gustaba vivir allí. Recordaba su casa, aquella que compartía con  Meandra... .
Recordó cuando escribía el diario .  Nada le cambió tanto la vida ... el momento en que vio por primera vez a Aidan y se perdió para siempre en su mirada gris.
Melia bebió con más ganas , necesitada de tener más información . Él tenía las respuestas , aquella sangre milagrosa y sanadora. Ahora lo veía. Ahora lo recordaba.
¡Cuánto le habían quitado Dallas y Julius...! Si esa era una manera de amarla y de mantenerla viva, hubiera preferido la muerte mil veces. Muerte antes que mentira.
Volvió a vivir muchísimos sucesos de su vida, todos olvidados.
se vio con él: el primer beso, su primera  vez... Y después, las miles de veces restantes, a cuál más maravillosa.
Aidan estaba pálido y algo ojeroso. Tenía los labios resecos, como si necesitara agua.
Melia frunció el ceño, como si lo oyera a lo lejos.
—Me vas a secar, joder.
—Aidan...  Madre mía, lo siento.
—Ya... sonrió sin apenas poder moverse.
Aidan era su pareja.
—¿Cómo pudiste sobrevivir  tantos años?
—¿Y tú?
—¿Yo qué?¿Esperabas que la muerte viniera a buscarte?
—No. ..Yo no quería morir ahí
Melia alzó una mano inconsciente hasta su nuca y enredó los dedos en su pelo. .
—No podías morir porque teníamos una promesa que cumplir, ¿verdad?
—¿Te acuerdas de ella?
—No... Pero tú me lo dijiste,prometimos morir juntos.
—Por eso siempre supe que estabas con vida en algún lugar.  yo esperaba encontrarte alguna vez.
Ella lo besó fue un beso intenso intentando recuperar todos los años perdidos.
Y eso quería decir que por fin regresaba a él. Aún les quedaba mucho por recorrer.
Pero haría lo que estuviera en su mano para que su pequeña volviera a él por completo. Porque, solo si los dos se completaban y encajaban todas las piezas de su memoria, podrían recordar lo que habían perdido.
Y nadie, en su sano juicio, quería olvidar a una hija. Nada estaba de más, todo era necesario. Por tanto, Aidan se relajó, cerró los ojos y abrió su mente de par en par para ella, con sus claros y oscuros, con sus sombras, y también con todo el amor que sentía hacia su pareja de vida.

Y yo ¿De qué mundo soy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora