Capítulo Tres

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—¿Al lago?.—Leo preguntó confundido.

Mia sonrió.

—Como cuando éramos niños.

"Aunque esta vez solos" Termino por pensar Mia, se sonrojo y Leo la observo con extrañes.

—Te veré ahí.—Pronunció ella y se acercó a él, Leo creyó que iba a besarlo, Mia lo hizo, pero fue en las mejillas.

Un cálido beso y suave contra la mejilla izquierda de Leo, ella sonrió apartándose y se marchó, leo observó su silueta cada vez alejándose de su vista y deslizo una sonrisa en sus labios.

Le parecía confuso el comportamiento de Mia, porque después de besarse esta mañana como lo hicieron, ella ahora le daba un beso en los labios.

Mia desapareció del alcance de su mirada y Leo siguió haciendo su trabajo de obrero, pero anhelando que las horas pasaran rápidas y acabar sus labores para encontrarse en el lago con Mia.





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—¿Qué estas a punto de hacer?.—Inquirió Leo al ver como Mia se desvestía y le hubiera llamado más la atención eso, si no fuera porque iba a lanzarse desde la cima de una catarata.

Una catarata con una separación entre el agua y el lugar donde se encontraban, no tan amplia, pero no quería decir que Leo no estuviera preocupado.

Lo estaba, a pesar de saber las habilidades de natación que tanto el cómo Mia tenían, el padre de Mia los había entrenado muy bien, no aquí, pero los llevaba al lago, aunque eso ameritaba canas verdes de Amelia Carpenter.

—Mia...

Demasiado tarde, Mia se lanzó desde lo más alto hundiéndose por completo y así Leo perdiéndola de vista, el corazón de Leo salto, pero no más y no subió hasta su garganta hasta que vio que Mia no salía.

—¡Mia!.—Gritó con fuerza y al no tener respuesta se pasó la mano por el pelo.—No.. Mierda.. no, esto no está pasando.

Sin perder el tiempo, Leo se lanzó desde el corto acantilado cayendo hacia lo más profundo del agua, no se quitó ninguna prenda a diferencia de Mia y su sorpresa fue grande cuando sus ojos encontraron a Mia debajo, esperándolo.

Ella le sonrió y el negó con la cabeza, su corazón recién empezaba a relajarse, nadó hacia ella y la ayudo a subir de regreso a la superficie.

Ambos empapados se miraron y se sonrieron, entonces Leo nadó hasta estar a su lado y le cogió del rostro mientras ella subió las manos alrededor de su cuello.

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