Capítulo Veintiuno

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—¿Cómo te sientes, Mía?. —Pregunto Carlos, el hombre estaba recuperado o eso quería creer, se encontraba sentado sobre el cómodo colchón y su hija estaba al lado. —Tú madre me dijo que te sentías mal.

—Nervios de la boda.

Su padre la observo preocupado.

—¿Y realmente lo amas como para dar ese pasó?

Mía asintió con la cabeza aunque su corazón decía lo contrario.

Carlos suspiro. —¿Entonces que pasó con tu escape con Leo?

—Papá..

—¿No lo amas a el y por eso se escaparon juntos?

—Fue un capricho.

Carlos abrió mucho los ojos, no imagino que su hija hablara de esa forma, pero Mía no podía decirle nada al respecto.

Se lo había prometido a su madre.

—¿Un capricho que te llevó a tanto por un hombre?

—Si, papá.. pero ya se acabo, así que no te preocupes.

Sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Voy a casarme con Arturo y todo estará bien.

Su padre la miró en silencio, el quería hablar con Leo, pero no quería discutir con el y terminar en una cama como un inútil y que su esposa se siguiera encargando de administrar la hacienda.

Así que espero un poco más.

—Cariño...

—Todo estará bien, papá.

Ni ella misma se lo creía.

—¿De verdad, Mía?

—De verdad, papá. —Mintió.





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Arturo visitó a Mía, sabía que era la última semana antes de la boda y que tanto Amelia como su madre le impediría ver a Mía por las tradiciones.

—Imagino que te verás mucho más hermosa que en ese cuadro el día de nuestra boda.

Mía dibujó una leve sonrisa, el se acercó a ella y cuando intentó besarla, en la bloqueo.

—¿Quieres que vayamos a dar un paseo?

El la detuvo sujetándola del brazo.

—No lo creo.

La atrajo hacia el.

—Creo que prefiero estar aquí y hacer lo que estábamos a punto de hacer.

"¿Lo que estábamos?" Se preguntó Mía.

Y sin verlo venir, Arturo se tomó el atrevimiento y tiró de ella, presionando sus labios sobre los suyos.

Mía no reaccionó de inmediato y cuando lo hizo había abofeteado tan fuerte la mejilla de Arturo que la mano le ardía.

Llevo su palma a su boca y Arturo lo vio completamente furioso.

—Lo lamento . —Mía se disculpó, fue lo único que pudo decir.

Retrocedió y subió directo a su habitación.

Dejó que el dolor apretar su pecho, ella no amaba a Arturo, ahora más que nunca lo sabía, no sentía ni deseo, ni atracción por el.

Y sobre todo se dio cuenta lo lejos que estaba de olvidar a Leo.

Color de PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora