Capítulo Diez

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—No has probado tus alimentos, Mia.—Pronuncio su padre esa noche en medio de la cena.

Amelia corto la carne de manera elegante y la llevo a sus labios, pasó la comida y puso la mirada en su hija.

—Has caso a tu padre, señorita.

Mia forzo una sonrisa.—No tengo hambre, quisiera retirarme.

Amelia miró a su hija con una ceja alzada.—No, no puedes retirarte.

—Amelia...

—Esta actuando así porque..

—Papá...—Insistió Mia.—¿Puedo..?

Su padre comprendió, sin importarle ponerse a discutir con su esposa.

—Si.

—¡Carlos!

Mia dejo el plato y fue directo a su habitación, tenia mucho que pensar y ni siquiera pudo ver a Leo después de lo ocurrido.






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—¿Qué estás haciendo aquí?.—Preguntó Mia al ver a Leo parado frente a la puerta de su dormitorio.

Rápidamente para evitar que alguien le fuera a contar a su madre, le cogió del brazo y tiró de el hacia el interior de su oscura habitación.

Leo había pasado toda la tarde concentrándose en su trabajo después de salir de la hacienda con un mal sabor de boca tras la noticia de la boda de Mia y Arturo.

Sin embargo cuanto más trataba de olvidarse de las palabras de Amelia Carpenter, ellas volvían con más fuerza, repitiéndose sin cesar en su cabeza.

Entonces supo que no pararían, al igual que no había una forma de detener esa boda.

Practico muy bien una vez que tomo la decisión, ya en la puerta de la hacienda a esas horas se preguntaba si lo que hacía era lo correcto o no, pero así como ya tenía una respuesta llevada por su corazón para Mia esa misma tarde, así mismo la mantuvo y no retrocedió.

—Leo, porque...

No la dejo terminar, le cogió de las mejillas y presiono su boca contra la suya, la besó envolviendo sus labios en una danza, una danza que Mia no pudo resistirse y terminó por devolverle el beso.

Ambos retrocedieron perdidos hasta llegar a la cama, las manos de Mia fueron rápidas al desnudarlo y los de el también.

Leo se detuvo por un momento cuando ya estaba encima de ella, sus pieles se tocaban sin ningún impedimento.

—Te amo tanto, Mia.—Le prometió.

—Y yo a ti.—Pronuncio ella en una sonrisa.

Después no hubo más palabras, sus cuerpos se hablaron por si solos.

Se correspondieron y sobre todo, se amaron igual que siempre.






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El enojo de Mia había pasado a un segundo lugar en el momento en el que Leo la besó, sus labios seguían sobre los de ella y sus caderas se movían rítmicamente, respondiéndose una a otra.

Quizás no era el momento de decírselo, pero se lo dijo.

—Hagámoslo.

Mia lo miro confundida, aun sintiendo su pene en su interior.

—¿Leo?

La beso con dureza y se separó al necesitar aire.

—Huyamos.—Jadeo Leo sobre los labios de ella.

Los ojos de Mia se abrieron y su corazón se emocionó ante esa respuesta, era justo lo que deseaba escuchar, la respuesta que esperaba...

—Leo...

—Te amo.—Pronuncio Leo.—Mia... te amo tanto, no puedo. No soportare que te alejen de mi lado.

Un dolor consumió a Mia y asintió al borde de echarse a llorar.

—Nadie me alejara de ti.

Leo asintió.

—¿Realmente quieres..?

—Si.—Confesó seguro de su decisión, ya no pensó en nada ni en nadie más que no fueran ellos.

Que no fuera Mia.

—Huyamos, Mia.

Mia asintió con una sonrisa. Su felicidad estaba completa.

—Vámonos de aquí.. Vámonos para siempre y vivamos por nuestra felicidad.

La decisión estaba tomada y ninguno se arrepintió.





Mia y Leo decidieron huir.

¿Sera  que por fin podrán ser felices?

Nos leemos.

>>Yiemir


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