Mía no sintió miedo en ningún momento, lo que había en su corazón en ese momento era emoción y mucho amor para Leo, se inundó en ello mientras el Moreno empezaba a desnudarla, en su lugar, Leo estaba preocupado, no quería dañar a Mía, pero no podía parar, llegó al punto de sentirse ansioso y nerviosa, a tal magnitud que no sabía por dónde quitarle el vestido.
Ya había estado con mujeres, mujer que no usaban los vestidos grandes de Mía, los cuales se hacían faciles de quitar, pero al llevar más de una prenda abajo y un nudo firme en la parte posterior del vestido, lucho contra quitárselo, pero finalmente tuvo que decírselo.
—¿Cómo se quita esto?
Mía rió y Leo se sintió como un inexperto.
Mia lo ayudo indicándolo y Leo finalmente logro que el vestido cayera bajo sus pies, su mirada bajo y miro el cuerpo de Mia en ropa interior, ella estaba sonrojada y nerviosa, ya había estado frente a Leo en ropa interior, en el lago, pero en ese momento no había intenciones de hacer el amor hasta que ambos se metieron en la profundidad del agua.
Ahora era diferente.
Leo procedió a desnudarse, para no causarle incomodidad, fue su manera de que ello fuera menos vergonzoso para Mia, él quería que su primera vez fuera especial en todos los sentidos.
Ambos estaban solos, en los establos, en una de las caballerizas vacías y oscuras, apenas y podían verse por las franjas de luz que entraban producto de la luna.
Leo y mía se acostaron sobre la paja recién colocada por Leo ese día de trabajo, era cómoda aunque picaba, mucho más ahora que sus cuerpos se encontraban desnudos y cubriéndose el uno al otro.
Él se acomodó y ella subió las manos por su espalda, lo miro a los ojos y sonrió despacio, Leo la miro con amor, entonces inclino la cabeza hacia adelante y deposito un suave beso en el cuello de su amada, sus labios bajaron lentamente y sus besos subieron de nivel, para cuando llegaron a sus pechos, Mia gimo y Leo probó de ellos con devoción.
Eran bonitos, redondos y ahora mismo tenia los pezones marrones duros, Leo metió uno en su boca ayudándose con la mano derecha, mientras la otra masajeaba con movimientos suaves su otro pecho libre.
Mia se retorció ante la sensación y Leo probó de ellos hasta dejarle los pezones hinchados, chupo y tiro de ellos con sus dientes, las manos de Mia se enredaron en el cabello de Leo y empujo su cabeza provocando que su pezón se hundiera más en la boca de Leo, él lo recibió con muchas más ganas y retiro su boca unos segundos después dejando sus pechos manchados con su saliva, podría estar toda la noche chupando de los pezones, pero deseaba darle todos los placer que pudiera y no quedarse solo con uno.
Leo bajo de su cuerpo y le separo las piernas, Mia lo observo confundida, pero basto una mirada de el para sentirse cómoda.
Si el recibir los besos de Leo en sus pechos la elevaron, ya imaginaba lo que estaba por venir cuando el bajo los labios por su abdomen, la mano de Leo se cerró en su pecho, apretándolo y la otra en su cadera mientras bajaba y seguía bajando hasta llegar a su feminidad.
Mia arqueo la espalda cuando llego ahí, Leo se había hundido entre sus piernas, lamiendo los muslos con suavidad, su lengua se sentía igual de atrevida, pero por alguna razón sus besos ahí le provocaban más placer.
Mia no lo sabía, era muy inexperta en el tema, Leo fue su primer hombre en muchas ocasiones, su primer beso, su primer amor y también sería su primera vez y por eso mismo desconocía todas las cosas que un hombre podría hacer con tu cuerpo.
Se admiraba por lo atrevido que era, por lo bien que lo estaba haciendo, aunque era normal, ya que Leo tenía experiencia, pero para Leo.
Para el estar con Mia era como si fuera una única vez, única y especial.
—Leo . —Gimió su nombre Mia y sintió espasmos cuando la boca de lengua experta de Leo llego a su vagina.
Leo se sorprendió por lo húmeda que estaba y al igual como lo hizo con sus pechos, probo con suaves toques, toques que hacían estremecer a Mia.
—Dios mio...
Leo dejo su pecho y ubico ambas manos en sus muslos, abriéndolas y hundiendo su cabeza más, Mia no dejaba de arquearse y comenzó a gemir sin parar, estaban solos, se dio el permiso de hacerlo y Leo no la detuvo, él tampoco lo hizo, acaricio su clítoris con su lengua y subió de arriba abajo, deslizándose por cada nuevo jugo que chorreaba de esa virginidad.
—Leo..Leo...
Se le puso dura con solo escucharla y no pudo aguantar más, el lamió unas tres veces y succiono lo suficiente, acto seguido se colocó encima de ella ubicándose.
Ambos se miraron, Mia sonrió embelesada.
Le había gustado mucho y quería más.
—Intentare.
—Lo sé. —Le interrumpió Mia con una sonrisa, ella sabía que Leo no buscaría dañarla jamás.
Mia era virgen y había oído aquellas charlas de su madre, como las advertencias que empezó a decirle al cumplir la mayoría de edad.
"Ningún hombre debe tocarte ahí abajo a menos que sea tu esposo" , ese era un resumen detallado de todas las charlas de Amelia, pero Mia comprendió que no se trataba de cuidar su virginidad hasta estar casada, sino a quien entregársela y ella estaba segura de dársela a Leo.
También sabia y tenía presente que dolería, su madre le había dicho que era un dolor intenso, uno del que Mia no tenía conocimiento, pero que de todas las cosas que le había dicho su madre, eso era verdad.
Y lo iba a descubrir esa noche.
—Te amo. —Confesó Leo.
—Y yo a ti. —Le respondía ella.
Con esa mirada, Leo se deslizo en su interior, se hundió despacio quitándole la virginidad y Mia confirmo que las palabras de su madre eran ciertas, le dolió como Leo desgarraba su barrera, su himen se rompió y ella apretó ambos dedos en los musculosos brazos de Leo.
—Mia...
Apretó los ojos y los abrió.
—Estoy bien. —Pronuncio con un intento de sonrisa. —No te detengas, por favor.
Leo no se detuvo, fue suave y trato de controlarse estando dentro de ella, ambos se miraron y aunque había un hincón que sentía Mia en el vientre, le gustaba mucho el calor que provocaba el pene de Leo dentro de ella, su vagina se apretó y Leo apretó los ojos.
—Mierda...
Le cogió del muslo y la beso antes de empezar a moverse, Mia lo recibió y comenzó a sentir la dureza de Leo frotándose dentro, los brazos de Mia se tensaron al igual que los de Leo y se abrazó contra él mientras Leo no dejaba de moverse, sus caderas empujaban suavemente y Mia se acostumbró al ritmo hasta que su mismo interior le pidió más y el dolor fue a un segundo plano.
—Más rápido. —Pidió.
Leo la miro, beso su frente e incremento sus penetraciones, sus caderas golpearon rítmicamente las suyas y poco a poco Mia comenzó a seguirlo, el pequeño cuarto de las caballerizas se llenó de sus gemidos y los gruñidos de Leo.
Se abrazaron sin dejar un solo escape entre ambos y Leo no aguanto, fue más rápido, a su gustó y a Mia comenzó a gustarle, azoto sus caderas contra las de Mia y la beso duro, su erección entraba y salía, se hinchaba con cada roce nuevo dentro de ella y a consecuencia Mia gemía.
—Maldición, Mia...—Soltó una lisura.
—No pares, sigue... —Ella decía todo lo que su cuerpo le pidiera. —No dejes de hacerme tuya.
Era lo que necesitaba Leo y se mantuvo dentro de ella, frotándose en sus mojadas paredes, saliendo y volviendo a entrar de golpe hasta que con un movimiento que no pudo aguantar, se corrió.
Cayó exhausto sobre ella y le regalo un placer parecido a Mia.
Era maravilloso para ellos y en la oscuridad de la caballeriza se quedaron, abrazados y unos minutos después, consumando su amor nuevamente.
ESTÁS LEYENDO
Color de Piel
Historical Fiction¿ Puede un amor ir mas allá de la importancia del "Color De Piel"? Leo y Mía se conocen desde pequeños. Leo y Mía están enamorados. Sin embargo en una sociedad donde importan más las posiciones sociales y el dinero, el amor que sienten el uno por e...