Capítulo 10: Memorias

210 17 1
                                    

Sofía entró al Gran Comedor con una sonrisa de oreja a oreja, la cual no podía ocultar. Harry, Ron y Hermione la saludaron desde lejos, puesto que no podían comer en la mesa de Slytherin.

La morena se sentó al lado de Blaise y Theo, los cuales la recibieron con un abrazo.

—No vuelvas a irte así, jamás— ordenó Zabini.

—Nos preocupaste mucho, tonta— dijo Theo, golpeándole el hombro.

—Ya entendí, ya entendí...— dijo Sofía, riendo—, lamentó haberlos preocupado, de verdad, no volverá a ocurrir.

—¿Porqué huiste?— preguntó el moreno.

—¿Te hicieron algo?— preguntó Nott.

Sofía pensó por un segundo si contarles él golpe que el señor Malfoy le había dado, pero decidió que no les hablaría de ello, eso arruinaría la amistad de los chicos con Draco, y jamás haría que su enemistad con el rubio, se interpusiera con la amistad que Blaise y Theo tenían con él.

—Lucius Malfoy pidió mi expulsión...—susurró Sofía, intentando que nadie más escuchara, no quería que todos se enteraran.

—¿¡Qué hizo qué!?— gritaron sus amigos, todos los Slytherin los miraron por un segundo.

—Shh, idiotas, no griten— ordenó Sofía—La pidió si, pero no lo consiguió.

Sus amigos suspiraron como si les hubieran quedado un peso de encima.

—Así que eso te puso mal y escapaste— dijo Theo.

Sofía asintió con la cabeza.

—Me sorprende que Lucius no te devolviera el rictusempra— dijo Blaise.

"No me devolvió el hechizo, pero digamos que el golpe si..." pensó Sofía.

—Bueno, al menos ya pasó todo, deberías intentar dejar de pelear con Draco, si sigue queriendo que te expulsen, llegará un día en que lo logre— anunció Blaise.

Sofía sabía que aquello era cierto, pero aunque intentara dejar de pelear con el rubio, nunca lo lograba. Había algo dentro de ella que la obligaba a defenderse, a jamás callar.

Cuando terminó la cena, sintió la mirada de alguien sobre ella, se giró, encontrándose con los ojos grises de Draco Malfoy.

El chico la miraba fijamente.

—¿Tengo algo en la cara, rubio teñido?— preguntó Sofía, de mala gana.

—Si, tu estupida cara, huérfana— respondió Draco, con una sonrisa burlona.

—Como digas, rubio de bote— dijo Sofía, levantándose de la mesa, comenzando a salir del Gran Comedor.

—Ya te dije que es natural— le susurró Draco en el oído.

Al mismo tiempo la empujó por la espalda, la chica estuvo a punto de caerse de frente al suelo.

—Idiota— bufó Sofía, arreglándose la túnica.

Sofía fue directamente a su habitación, y un extraño deseo sobre escribir en el diario de Tom Riddle se presentó en ella.

Se sentó en la cama y hojeó las páginas en blanco; ninguna tenía la más ligera mancha de tinta. Luego sacó una botellita de tinta del cajón de la mesita de noche, mojó en ella su pluma y dejó caer una gota en la primera página del diario.

La tinta brilló intensamente sobre el papel durante un segundo y luego, como si la hubieran absorbido desde el interior de la página, se desvaneció.

Sofía y la cámara de los secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora