Capítulo 17: El monstruo de la cámara

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Tres días antes del primer examen, durante el desayuno, la profesora McGonagall hizo otro anuncio a la clase.

—Tengo buenas noticias —dijo, y el Gran Comedor, en lugar de quedar en silencio, estalló en alborozo.

—¡Vuelve Dumbledore! —dijeron varios, entusiasmados.

—¡Han atrapado al heredero de Slytherin! —gritó una chica desde la mesa de Ravenclaw.

—¡Vuelven los partidos de quidditch! —rugió Wood emocionado.

Cuando se calmó el alboroto, dijo la profesora McGonagall:

—La profesora Sprout me ha informado de que las mandrágoras ya están listas para ser cortadas. Esta noche podremos revivir a las personas petrificadas. Creo que no hace falta recordaros que alguno de ellos quizá pueda decirnos quién, o qué, los atacó. Tengo la esperanza de que este horroroso curso acabe con la captura del culpable.

Hubo una explosión de alegría. Sofía miró atentamente la mesa de Slytherin y no le sorprendió ver que Draco Malfoy no participaba en la celebración.

Sofía se encontró con Harry y Ron al salir del gran comedor y se sentaron en el marco de una de las grandes ventanas de Hogwarts.

—¡Siendo así, no tendremos que preguntarle a Myrtle! —dijo Ron, entusiasmado—. ¡Hermione tendrá la respuesta cuando la despierten! Aunque se volverá loca cuando se entere de que sólo quedan tres días para el comienzo de los exámenes. No ha podido estudiar. Sería más amable por nuestra parte dejarla como está hasta que hubieran terminado.

En aquel mismo instante, Ginny Weasley se acercó y se sentó junto a Ron. Parecía tensa y nerviosa, y Sofía vio que se retorcía las manos en el regazo.

—¿Qué pasa? —le preguntó Ron.
Ginny no dijo nada, pero miró el pasillo de un lado a otro con una expresión asustada.

—Suéltalo ya —le dijo Ron, mirándola.
Ginny se balanceaba ligeramente hacia atrás y hacia delante en la silla, exactamente igual que lo hacía el elfo que visitaba a Harry, Dobby, cuando estaba a punto de revelar información prohibida.

—Tengo algo que deciros —masculló Ginny, evitando mirar directamente a los chicos.

—¿Qué es? —preguntó Harry
Parecía como si Ginny no pudiera encontrar las palabras adecuadas.

—¿Qué? —apremió Ron.

Ginny abrió la boca, pero no salió de ella ningún sonido. Sofía se inclinó hacia delante y habló en voz baja, para que sólo le pudieran oír Ron, Harry y Ginny.

—¿Tiene que ver con la Cámara de los Secretos? ¿Has visto algo o a alguien haciendo cosas sospechosas?

Ginny cogió aire, y en aquel preciso momento apareció Percy Weasley, pálido y fatigado.

—Si has acabado de hacer absolutamente nada, me sentaré en tu sitio, Ginny. Estoy muerto de cansancio. Acabo de terminar la ronda.

Ginny saltó del marco como si le hubiera dado la corriente, echó a Percy una mirada breve y aterrorizada, y salió corriendo.

—¡Percy! —dijo Ron enfadado—. ¡Estaba a punto de contarnos algo importante!

—¿Qué era eso tan importante? —preguntó Percy.

—Yo le acababa de preguntar si había visto algo raro, y ella se disponía a decir...

—¡Ah, eso! No tiene nada que ver con la Cámara de los Secretos —dijo Percy

—¿Cómo lo sabes? —dijo Sofía, arqueando las cejas.

—Bueno, si es imprescindible que se los diga... Ginny, esto..., me encontró el otro día cuando yo estaba... Bueno, no importa, el caso es que... ella me vio hacer algo y yo, hum, le pedí que no se lo dijera a nadie. Yo creía que mantendría su palabra. No es nada, de verdad, pero preferiría...

Sofía y la cámara de los secretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora