Se ocultaron dentro del ropero. Oían el ruido de cientos de personas que pasaban por el corredor. La puerta de la sala de profesores se abrió de golpe. Por entre los pliegues de las capas, que olían a humedad, vieron a los profesores que iban entrando en la sala. Algunos parecían desconcertados, otros claramente preocupados. Al final llegó la profesora McGonagall.
—Ha sucedido —dijo a la sala, que la escuchaba en silencio—. Una alumna ha sido raptada por el monstruo. Se la ha llevado a la cámara.
El profesor Flitwick dejó escapar un grito. La profesora Sprout se tapó la boca con las manos. Snape se cogió con fuerza al respaldo de una silla y preguntó:
—¿Está usted segura?
—El heredero de Slytherin —dijo la profesora McGonagall, que estaba pálida— ha dejado un nuevo mensaje, debajo del primero: «Sus huesos reposarán en la cámara por siempre.»
El profesor Flitwick derramó unas cuantas lágrimas.
—¿Quién ha sido? —preguntó la señora Hooch, que se había sentado en una silla porque las rodillas no la sostenían—. ¿Qué alumna?
—Ginny Weasley —dijo la profesora McGonagall.
Sofía notó que Ron se dejaba caer en silencio y se quedaba agachado sobre el suelo del ropero.
—Tendremos que enviar a todos los estudiantes a casa mañana —dijo la profesora McGonagall—. Éste es el fin de Hogwarts. Dumbledore siempre dijo...
La puerta de la sala de profesores se abrió bruscamente. Por un momento, Sofía estuvo convencida de que era Dumbledore. Pero era Lockhart, y llegaba sonriendo.
—Lo lamento..., me quedé dormido... ¿Me he perdido algo importante?
No parecía darse cuenta de que los demás profesores lo miraban con una expresión bastante cercana al odio. Snape dio un paso hacia delante.
—He aquí el hombre —dijo—. El hombre adecuado. El monstruo ha raptado a una chica, Lockhart. Se la ha llevado a la Cámara de los Secretos. Por fin ha llegado tu oportunidad.
Lockhart palideció.
—Así es, Gilderoy —intervino la profesora Sprout—. ¿No decías anoche que sabías dónde estaba la entrada a la Cámara de los Secretos?
—Yo..., bueno, yo... —resopló Lockhart.
—Sí, ¿y no me dijiste que sabías con seguridad qué era lo que había dentro? —añadió el profesor Flitwick.
—¿Yo...? No recuerdo...
—Ciertamente, yo sí recuerdo que lamentabas no haber tenido una oportunidad de enfrentarte al monstruo antes de que arrestaran a Hagrid —dijo Snape—. ¿No decías que el asunto se había llevado mal, y que deberíamos haberlo dejado todo en tus manos desde el principio?
Lockhart miró los rostros pétreos de sus colegas.
—Yo..., yo nunca realmente... Debéis de haberme interpretado mal...
—Quédense aquí — susurró Sofía, molesta.
Abrió el armario lo suficiente para lograr salir, sin que se vieran Harry o Ron, y con muchísima furia se enfrentó a Lockhart. Los profesores estaban sorprendidos, no tenían ni idea de que la chica se encontraba allí.
—¡Usted maldito inútil! ¡Admita que no sabe absolutamente nada, Profesor, si es que así se lo puede llamar!
Lockhart retrocedió unos pasos, con temor.
—Sofía, ¿qué haces aquí? — preguntó Snape.
—¿Quiere saber porqué estoy aquí, señor? — comenzó a explicar con furia.—, porque una de mis mejores amigas está postrada en una cama, sus ojos no muestran ni una pizca de vida. Cuando McGonagall dio el aviso imagine que algo había ocurrido, y miren nada más, ahora la hermana de mi mejor amigo, fue secuestrada por esa cosa. Y quién sabe si sigue con vida..., ¡y ustedes quieren depender de este farsante! Que lo único que sabe hacer es sonreír y hablar de aventuras inexistentes.
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Sofía y la cámara de los secretos
FantasiaSofía es una niña huérfana, su vida es un gran signo de interrogación puesto que jamás logró saber nada de su familia. Luego de descubrir que era una bruja, la chica se dedicó a aprender todo lo que pudiera para el día en el que entrara a Hogwarts...