—¿Ves? —susurró Riddle—. Es un nombre que yo ya usaba en Hogwarts, aunque sólo entre mis amigos más íntimos, claro. ¿Crees que iba a usar siempre mi sucio nombre muggle? ¿Yo, que soy descendiente del mismísimo Salazar Slytherin, por parte de madre? ¿Conservar yo el nombre de un vulgar muggle que me abandonó antes de que yo naciera, sólo porque se enteró de que su mujer era bruja? No, Harry. Me di un nuevo nombre, un nombre que sabía que un día temerían pronunciar todos los magos, ¡cuando yo llegara a ser el hechicero más grande del mundo!
A Harry pareció bloqueársele el cerebro. Miraba como atontado a Ryddle, al huérfano que se convirtió en el asesino de sus padres, y de otra mucha gente.
Sofía por su parte, seguía igual que antes, el hecho de tener al mismísimo lord Voldemort frente a ella, no la cambio, por alguna extraña razón, no le temia.
—No lo eres —dijo Sofía, sin medir sus palabras.
—¿No soy qué? —preguntó Ryddle bruscamente.
—No eres el hechicero más grande del mundo —dijo Sofía—. Lamento decepcionarte pero el mejor mago del mundo es Albus Dumbledore. Todos lo saben. Ni siquiera cuando eras fuerte te atreviste a apoderarte de Hogwarts. Dumbledore te descubrió cuando estabas en el colegio y todavía le tienes miedo, eres un simple cachorrito.
De la cara de Riddle había desaparecido la sonrisa, y había ocupado su lugar una mirada de desprecio absoluto.
—¡A Dumbledore lo han echado del castillo gracias a mi simple recuerdo! —dijo Riddle, irritado—. ¿Sabes? comenzabas a agradarme Sofía, ahora tendré que matarte...
—Inténtalo — reto Sofía.
—Dumbledore no está tan lejos como crees —replicó Harry, intentando que Sofía dejara de cavar su propia tumba.
Riddle abrió la boca, pero no dijo nada.
Llegaba música de algún lugar. Riddle se volvió para comprobar que en la cámara no había nadie más. Pero aquella música sonaba cada vez más y más fuerte. Era inquietante, estremecedora, sobrenatural. A Sofía le puso los pelos de punta y le pareció que el corazón iba a salírsele del pecho. Luego, cuando la música alcanzó tal fuerza que Sofía la sentía vibrar en su interior, surgieron llamas de la columna más cercana a ellos.
Apareció de repente un pájaro carmesí del tamaño de un cisne, que entonaba hacia el techo abovedado su rara música. Tenía una cola dorada y brillante, tan larga como la de un pavo real, y brillantes garras doradas, con las que sujetaba un fardo de harapos.
El pájaro se encaminó derecho a Harry, dejó caer el fardo a sus pies y se le posó en el hombro. Cuando plegó las grandes alas, Harry levantó la mirada y vio que tenía un pico dorado afilado y los ojos redondos y brillantes.
El pájaro dejó de cantar y acercó su cuerpo cálido a la mejilla de Harry, sin dejar de mirar fijamente a Riddle.
—Es un fénix —dijo Riddle, devolviéndole una mirada perspicaz.
—¿Fawkes? —musitó Sofía.
—Y eso —dijo Riddle, mirando el fardo que Fawkes había dejado caer—, eso no es más que el viejo Sombrero Seleccionador del colegio.
—No es muy difícil deducir eso genio...— susurró Sofía, Harry la miró mal, debía controlar sus palabras o Voldemort la mataria en ese instante.
Riddle volvió a reír. Rió tan fuerte que su risa se multiplicó en la oscura cámara, como si estuvieran riendo diez Riddles al mismo tiempo.
—¡Eso es lo que Dumbledore envía a su defensor: un pájaro cantor y un sombrero viejo! ¿Te sientes más seguro, Harry Potter? ¿Te sientes a salvo?
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Sofía y la cámara de los secretos
FantasiaSofía es una niña huérfana, su vida es un gran signo de interrogación puesto que jamás logró saber nada de su familia. Luego de descubrir que era una bruja, la chica se dedicó a aprender todo lo que pudiera para el día en el que entrara a Hogwarts...