。*✧S.A.G. ✧*。

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—¿Oh, es ese chico de ahí?

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—¿Oh, es ese chico de ahí?

—Dicen que es un S. A. G...

—Ya veo, con razón...

Escuchaba una y otra vez aquellas voces. Con el tiempo dejó de intentar identificarlas, ya que no tenía caso, siempre eran las mismas, en otras ocasiones eran diferentes. No importaba quienes eran sus dueños, siempre repetían lo mismo a sus espaldas.

Como todas las mañanas decidió hacerse de oídos sordos. Ni siquiera al cambiarse de escuela las cosas mejoraron, de hecho, hubiera preferido quedarse en la anterior, donde el abuso solo era psicológico y no físico. Solo eran burlas y chismes, pero ahora incluso eso era poco pedir, al parecer.

De nuevo, sus libros salieron con violencia desde su mochila. Su trasero golpeó fuertemente el pavimento, y su espalda se estrelló contra la pared de concreto. Alzó la mirada con desinterés hacia sus agresores, de alguna manera sus rostros eran tan poco memorables que no se molestaba en reconocerlos, simplemente no le interesaba saber quiénes eran esta vez. Sus razones para todo aquello eran tan simples como sin sentido, ya no sabía si reír o llorar por todo aquello.

A veces se preguntaba si se turnaban para molestarlo, realmente sería algo cómico e irónico. No los culpaba, no siempre vas a tener a un S. A. G, un Sin Alma Gemela, para molestar. Solo eran un bajo porcentaje de la población nacional, un bicho raro en el jardín. Aunque no era como si fuera visible o cambiará algo en él. Siempre fue tan ingenuo para confiar en alguien que tenía demasiada lengua. A este punto de su vida debería saber que era algo que necesitaba ocultar.

Aún así, se cuestionaba cómo es que aquellas personas que le molestaban sí tenían a una pareja predestinada que las acepte de tal forma, tan prejuiciosos, violentos y estúpidos. Cada quien tiene su otra mitad.

El castaño dejó escapar una leve risa, recogiendo sus cosas del suelo. Recordó por un segundo, que a él su Alma Gemela no lo aceptó. De alguna manera, sus agresores tenían una mejor suerte que la suya. Porque era de esa forma, de hecho, Yaku Morisuke, sí tenía a una persona ligada a él.

Lo recordaba muy bien, en esa época no le importaba realmente cuando se fuera a manifestar su conexión, no estaba muy al pendiente de ello, pero cuando menos se lo imaginó, los fuertes dolores de cabeza le atacaron, y una voz comenzó a escucharse dentro de su mente.

Afortunadamente no era algún tipo de patología severa, era solo la voz de un chico. Nunca imaginó esa posibilidad, pero tampoco le desagradó, le daba igual lo que su alma gemela fuera, sólo quería conocerlo, hablar de vez en cuando. No era ambicioso ni pretencioso al respecto. Con ser amigos estaba perfectamente bien.

No podría describir lo feliz que se sintió al saber que ambos tenían la misma edad, e incluso vivían en la misma ciudad. Claro, en el corto tiempo de hablarse, la mayoría de eso eran todo peleas infantiles y carentes de intención real. No obstante, era placentero.

※Destinations without destination※ 【KuroYaku/KenHina】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora