vingt

1.1K 111 299
                                    

Aparte de extrañar a Michael, amó tener a su familia cerca. De todas formas, no podía jugar o practicar, por lo que fuera del paseo para ir al hospital al día siguiente, no tuvo mucho que hacer, así que tenerlos ahí lo ayudó distraerse. Ellos estuvieron locos por Ashton. Sabía que lo estarían. Era imposible no amar a Ashton. No conoció a ninguna persona que fuera capaz de hacerlo. Nunca se pudo dar cuenta cuanto tiempo ellos pasaban en la arena, hasta que no tuvo permitido estar más ahí. Hasta cierto punto, estaba consciente que pasaban casi todo el día, todos los días, ya sea practicando, ejercitando juntos, en juntas de equipo o jugando juegos, pero ahora era tan duro saber que no estaba participando en ninguna de esas cosas. Ashton dejaba el apartamento temprano en la mañana y no volvía hasta casi la hora de cena. Si hubiera estado solo se habría muerto de aburrimiento, por lo que estaba agradecido con su familia.

Ellos se quedaron el resto del fin de semana. Como en navidad, la mayoría del tiempo estuvo muy ocupado para notar cuanto los extrañó. Ahora, que ellos estaban aquí, una parte suya no quería que se volvieran a ir. Una o dos veces, si quiera consideró mandar todo al diablo, traer a Michael, divulgar su secreto, y así poder tener a todas las personas que amaba en una habitación. Le gustaría que lo supieran. Quisiera ser capaz de besar a Michael en público y no tener que estar en el interés periodístico. Sin embargo, no lo hizo. No aún. El momento llegaría, pero por ahora no lo era.

Al día siguiente Ashton consiguió que Calum lo llevará a la pista de patinaje, para que pudiera tener el carro con su familia. Insistió que no tenía que hacerlo, pero él lo ignoró, como diciendo no seas tonto, para luego irse. Liz lo llevó al hospital antes del almuerzo, y fue más o menos lo que esperó; gentiles ejercicios y estiramientos con la fisioterapeuta, que pretendían prevenir alguna regresión de su función cognitiva, para que así pudiera descansar lo suficiente para promover su recuperación. Se sintió ridículo haciéndolo. Solo quiso revolcarse en la maldita tierra y volver al hielo. Cada segundo que estaba lejos de su equipo era un segundo que estaba decepcionando a alguien.

Luego, esa tarde, se sintió mareado en el restaurando sin alguna razón, porque de repente las luces se volvieron demasiado brillante, los sonidos del ambiente eran como un constante rugido de explosiones y no podía ver propiamente. Liz sintió pánico, los demás se veían preocupados, y odió sentirse sobreprotegido. Tal vez, era estúpido, pero una gran parte suya realmente creía que iba estar completamente bien, que no tendría nada de síntomas prolongados, y estaba tan frustrado que eso no fuese verdad. Quería gritar por eso, pero no podía porque pretenderlo no era tan malo cuando probablemente era lo único que evitaba que su madre no se volviera completamente loca y decidir quedarse para siempre. En la noche su cuello dolió, su cabeza dio vueltas, y los estúpidos ejercicios de respiración que el doctor le dio no funcionaron para nada. Extrañaba a Michael.

El día que su familia programó irse su padre lo encontró en la cocina, empujando lejos el periódico porque el pequeño guion de tinta negra en el oscuro papel plomo hacía a sus ojos quemar.

—Entonces —Andy empezó, tomando asiento en la mesa a su lado. Hizo contacto visual con Liz cruzando la habitación, y su estómago se hizo un nudo.

—Oh Dios, ¿qué? —nunca fue una buena señal compartir esa mirada. Toda clase de pensamientos pasaban por su cabeza; mayormente que Jack y Ben se habían quebrantado y sus padres sabían de Michael. Amaba a sus padres. Estaba casi positivamente seguro que ellos lo aceptarían por quien era. Solo que no estaba listo para lidiar con eso ahora. No encima de todo lo demás. No estaba listo para deambular sabiendo que su padre era consciente de lo que hacía en privado con otro chico. Se retorció internamente con solo pensarlo

—Debemos hablar de la cosa que nadie quiere mencionar, antes de irnos —continuó Andy, y se sintió enfermo. Estaba seguro que tenía una cara de terror de caricatura en este momento; con ojos del tamaño de platos.

Arcadia | mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora