vingt-cinq

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Tres días después el celular de Michael sonó justo en el momento en el que estaban por dirigirse a la pista, él contestó y habló en un tono cortante, con el ceño arrugándose en su frente. Por su parte, hizo contacto visual con Ashton a través de la habitación, pensando en la misma dirección de su amigo como si la expresión de preocupación de él fuera alguna indicación de su razonamiento. Tenía que ser sobre el padre de Michael. Nada más lo haría verse de esa manera. Él se alejó unos pasos, hablando en voz baja, por lo que solo logró escuchar cada tercera o cuarta palabra, sin poder seguir la conversación. Ashton trató de sonreírle de manera tranquilizadora. Pero, no funcionó del todo. Vivió en un constante estado de ansiedad estos días. Michael se veía mejor, la mayor parte del tiempo, desde ese primer día. Pero, todavía se encontraba preocupado por él. Nunca amó a nadie de la manera que lo amaba. Nunca le importó tanto el bienestar de otra persona. Nunca supo cómo se sentía que le importase tan profundamente que alguien más estuviese feliz y a salvo

Como era de esperar, cuando Michael colgó y le preguntó, él asintió.

—Lo encontraron. Llevó el auto al mecánico y un chico sospechó cuando vio la sangre. Que maldita gran utilidad para ella. Él, uh. Él está en custodia.

El alivio lo invadió, y fue hacia Michael para abrazarlo, sin importar que pudiera arrugar sus trajes. De todas formas, se los quitaban cuando se encontraban en la pista. O, solo lo haría con Ashton. Michael todavía no podía jugar con el yeso en la muñeca y las costillas rotas por lo que estaría en la cabina viendo. Donde, en su caso, estuvo por un tiempo. Tenían mala suerte, ambos, desde los últimos meses.

—¿Ahora qué? —preguntó Ashton.

—No lo sé —respondió Michael, con la voz siendo amortiguada en su hombro. Lo tuvo que dejar ir para que pudiera hablar propiamente —. Me llamarán de nuevo más tarde.

—¿Quieres que me quede contigo? —preguntó, aunque ambos sabían que era una oferta vacía. De todas formas, no podía.

Michael negó con la cabeza y puso, lo que solo él podría considerar, una expresión valiente. Pero, no fue demasiado convincente.

—Lidiaremos con eso después. Ustedes tienen un juego que ganar.

Un corto golpeteo en la puerta antes que se abriera y Calum asomara la cabeza.

—¿Listos para ir? —él miró entre ellos tres y luego frunció el ceño —. ¿Qué?

—Encontraron al padre de Michael —le dijo Ashton en voz baja.

Calum entró por completo y trotó hacia Michael, casi chocando contra él por su rapidez, para ponerlo en un abrazo, que probablemente lo suficientemente fuerte para lastimarle las costillas. Hizo una meca, pero mantuvo su boca cerrada.

—Está bien —dijo Michael —. Estoy bien.

Calum se alejó y miró a los ojos de Michael, y tuvieron una conversación completa sin palabras; con un significado yendo y viniendo entre sus rostros. Estaba celoso de su habilidad para hacer eso. Suponía que eso venía de conocer a alguien por una vida entera. Calum pareció decidir que Michael decía la verdad, porque él asintió.

—Está bien. Entonces, lo manejaremos después.

—Sí. Solo vámonos.

Fue un juego importante, y las noticias de Michael no pudieron venir en un peor momento. Si ganaban esta noche, quedarían en las eliminatorias. Oficialmente, podrían acabar con todo. Si no lo hacían, solo importaría si otros tres o cuatro equipos perdían o ganaban mañana y el día siguiente, y todavía podrían matemáticamente alcanzar un espacio, pero no quería que fuese de esa manera. Cuando ya se acerba el final se reducía a un juego de números, y no quería eso. Quería merecerlo. No quería ganar solo porque alguien más perdió.

Arcadia | mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora