A Diabolic Walt

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Palabras: 1357.

Genero: Sobrenatural

Pareja: ChanHun.

Última parte de "I put a spell on you"

Despertó cuando sintió una mordida suave en su nariz, era el gato, le miró fijamente por unos momentos hasta que giró la cabeza hacia la puerta, como señalando que alguien aparecería por allí, no fue un error, su captor llegó con una sonrisa amable.

—Es hora del baño— El tono imitaba a la alegría, pero la expresión no decía nada, el vacío de los ojos negros seguían perturbándole, sus ataduras fueron quitadas, se levantó con las piernas algo temblorosas, el minino también le esperaba, realmente estaba comenzando a pensar que el animal era más inteligente de lo pensado. —Vamos, no sé cuánto tiempo quede.

No entendía a lo que se refería, pero de todas formas le siguió, sorpresivamente al otro lado de la puerta había unas escaleras descendentes, el camino era obscuro, a pesar de que parecía ser de día, su captor le invitó a bajar, con una mano extendida hacia él, no la tomó pero sí bajó. La puerta se cerró detrás de él, al principio creyó que había sido el gato, pero el minino estaba bajando a su lado, tantas cosas extrañas pasaban y él no entendía nada.

—Espero que te gusten las esencias de hierbas— dijo SeHun. —Todos nuestros jabones son de eso.

"¿Nuestras? ¿Aquello significaba que en esa casa vivían más personas?", pensaba Chanyeol, aunque no había escuchado a nadie, seguro se refería al gato. Una vez llegaron al final de las escaleras, se extrañó de no ver una puerta que condujera a la casa, SeHun empujó la pared, abriendo así la entrada.

—Trucos— dijo con un guiño — Vamos, el baño está por aquí.

Él sabía que el baño estaba cerca, después de todo había entrado a robar allí. La tina estaba llena de agua, salía una nube ligera de vapor, lo jabones y shampoos a su alrededor parecían hechos a mano, en efecto tenían algunas hierbas.

—Disfruta el baño— a pesar de decir eso, no salió del baño, en su lugar, se sentó sobre la tapa del escusado, con las piernas cruzadas y la vista sobre el gato, que se había sentado sobre la alfombra y miraba también a SeHun.

Supuso que era lógico que no se marchara, estaba secuestrado, no debía descuidarle ni un poco. Se metió en la tina, no había ropa que quitar y el agua se veía muy sabrosa como para desperdiciarla, su cuerpo se relajó –aunque sabía que debía estar alerta– tomó un jabón y la esponja para poder lavarse, miró de reojo a sus dos vigías, se seguían mirando fijamente, casi sentía que podían comunicarse entre ellos. El ruido de la puerta principal abriéndose y cerrándose hizo que ambos pegaran un brinco, el minino se erizó.

—Estoy en casa— escuchó a una mujer hablar.

SeHun salió del baño, seguido del minino, lucían nerviosos, temerosos, se extrañó de ser dejado tan de pronto, pero supuso que aquella mujer era cómplice. Se siguió bañando como si nada, una vez su cuerpo estuvo limpio, cerró sus ojos, dejándose llevar por el agradable olor herbal que desprendía toda la habitación, fueron unos minutos de silencio en los que supuso que algo debía andar mal. Abrió los ojos, se topó con un baño diferente, la tina en la que se sumergía ya no tenía un desagüe, ni llaves de agua, el piso ahora era de madera, había un gran tocador con productos de limpieza en empaques antigüos y una bandeja de aparente plata con una jarra del mismo material a su lado, una toalla blanca colgaba de una silla cerca de él. El inodoro parecía una caja, más que un lugar para hacer del baño, no sabía qué estaba pasando, ¿acaso era un sueño? Se puso de pie en la bañera para poder salir, ató la toalla en su cintura y decidió salir de la habitación.

Un largo pasillo lleno de pinturas antiguas se reveló ante él, no sabía qué dirección tomar, se giró hacia la derecha, sobre algunos pilares, reposaban jarrones que lucían caros, estaba más que seguro que estaba en un sueño de nuevo, anduvo a paso lento, admirando el lugar que sus sueños habían creado, hasta que llegó a una escaleras amplias, con un barandal de madera barnizada, incluso frente a él había escaleras que conducían a otro lado de la mansión, pero decidió bajar, para descubrir otras maravillas. Incluso la planta baja era preciosa, con candelabros de cristal y oro colgando sobre su cabeza, se dirigió hacia una de las grandes puertas y abrió levemente, se sorprendió de ver a una mujer vestida de negro con un velo –del mismo color- cubriendo su rostro, sentada en una mesa enorme.

—¿Hicieron algo durante mi ausencia? — preguntó

Trató de ver a quién le hablaba, cuando vio a SeHun entrar con un carrito de servicio repleto de comida y vestido en un traje negro muy elegante.

—Nada, mi señora— contuvo el jadeo que amenazó con escapar de su boca. —MinSeok y yo sólo estuvimos mirando televisión.

No podía ver las expresiones de la mujer, pero sentía una vibra pesada. El gato maulló a su lado, pronto una bruma color negra salió de su cuerpo, aquello espeso y más oscuro que la noche, se acercó a la mujer para susurrarle algo.

—Gracias— la mujer hizo una seña con la mano para que SeHun comenzara a servirle su comida. —MinSeok dice que no te has portado bien—La bruma negra regresó al gato que saltó al regazo de la mujer.

SeHun no le respondió, se limitó a servir los platos y agachar la mirada, sin que nadie lo esperara la mujer le tomó por el cuello y lo atrajo a su rostro, subió una de sus manos enguantadas y levantó el velo, revelando sólo su boca.

—No olvides que nuestro contrato dice que no puedes mentirme, soy tu ama— por un momento creyó que le besaría al ver como fruncía sus labios, pero nunca se tocaron, más bien parecía estar absorbiendo algo dentro de SeHun—¿Dónde está? — preguntó —Si ibas a comerlo, debiste devorarlo hasta los huesos.

Por alguna razón Chanyeol sabía que hablaban de él, jadeó sorprendido, sonido que no pasó desapercibido por la dama del velo quien giró la cabeza en su dirección, sus manos comenzaron a sudar, se alejó a gran velocidad. Un vals comenzó a reproducirse en su cabeza, estaba demasiado aterrado ahora, la música no se detenía y no sabía de dónde venía. Intentó abrir la enorme puerta principal, pero esta no cedía.

Subió las escaleras a toda prisa, de dos en dos y sin saber a dónde ir. Tomó el lado derecho de las escaleras, esperando encontrar ventanas por las cuales escapar, pero ninguna se podía abrir, las ventanas antiguas nunca se han podido abrir.

—Ven aquí corderito, bailemos al son del diablo— la voz de la mujer se escuchó como un eco a sus espaldas, tragó duro, el miedo que sentía ahora no era mismo que con SeHun. —Mi incubo debió chuparte toda el alma, no sólo el semen— sus ojos se abrieron con sorpresa al escuchar aquello, aunque parecía tener sentido, ningún humano podía ser como SeHun.

Entró a una habitación, la primera que vio, cerró la puerta, esperó que la mujer no supiera que estaba dentro, casi grita cuando unas manos le tomaron por detrás, pero una de ellas se colocó sobre su boca.

—No grites— era SeHun—Lamento que nuestro tiempo se acabara—Sin poder decirle algo, fue tomado con fuerza y arrojado por la ventana, la mansión era tan grande que seguro se rompería algo con esa caída. Cerró los ojos, esperando el impacto, en su lugar sintió algo picando su espalda, abrió los ojos, topándose con el sol que le saludaba cálido, parpadeó confundido, alzó la vista, topándose con la casa de un solo piso a la que recordaba haber entrado, los arbustos habían amortiguado la caída.

Se levantó con el cuerpo adolorido, sin pensarlo mucho corrió despavorido, esperando escapar de aquella mujer del velo negro, pero lamentándose ya no poder ver a SeHun jamás, aunque realmente no sabía si debía sentirse mal por ello, vivió muchas experiencias aterradoras que seguro le quitaran el sueño durante más de una noche.

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⏰ Última actualización: Jul 12, 2020 ⏰

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