Lo que siempre odié.

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Título: Lo que siempre odié.

Parte 1.

Palabras: 1023

Género: Religión

Pareja: SooHun

Advertencia: Si alguien aquí es religioso y quiere corregirme algo, asegúrese de ser inteligente, estudié eclesiología.

KyungSoo odiaba las religiones, podía respetar a quienes tuviesen una religión, pero eso no quería decir que estuviese de acuerdo con lo que decían. Todas las religiones eran dañinas en cierto punto, en el pasado atraían gente ignorante y en el presente la producían. Para desgracia suya el único local libre y departamento que había en la ciudad a la que decidió mudarse estaba frente a la iglesia.

Pero no fue del todo malo, no cuando todos los domingos veía al único ángel que quería venerar, era el único motivo por el cual abre su estudio de tatuajes ese día que se supone es para descansar. No sabía el nombre del chico bonito, pero sabía que todos los domingos entraba a la iglesia con las manos llenas de bolsitas de dulces que repartiría a los niños que asistían a la iglesia, vestía en tonos claros, siempre llevando alguna prenda blanca que le hacía brillar con esplendor. No era padre, lo sabía porque entró sólo una vez a la iglesia para observar lo que el ángel hacía, era monaguillo, se vestía con una especie de túnica blanca y el cuello rojo. Estaba más que seguro el chico era heterosexual, todos los devotos lo eran, o eso parecía, todos condenaban a los homosexuales y él era uno, uno lleno de tatuajes que no pertenecía a ninguna religión, seguro que para el angelito era como un anti-cristo., por ellos se conformó con verlo desde el interior de su estudio.

La iglesia cerraba a las ocho de la noche, él cerraba su estudio ocho y media, para que no se vea tan sospechoso.

Mientras guardaba sus pinturas alguien tocó a la puerta de su estudio, caminó con pesadez, pensando que tal vez era alguien que quería informes sobre sus trabajos, pero al abrir la puerta se atragantó con su saliva, del otro lado estaba su ángel.

—Buenas noches— saludó con una amable sonrisa—No quiero importunarle buen hombre, pero mi teléfono se quedó sin carga y me preguntaba si podría dejarme cargarlo.

—Uh, Claro— se hizo a un lado y dejó entrar al chico bonito, sus ropas claras de alguna forma contrastaban con los tonos obscuros de su estudio—Ahí hay un enchufe. — Señaló el costado de su sillón en la pequeña sala de espera.

—Gracias— caminó con suavidad, sin producir sonido alguno y enchufó su cargador para conectar su teléfono— Estaré aquí unos veinte minutos ¿Le molesta? Es que lo necesito bien cargado para poder ir a casa seguro.

—Está bien— asintió torpe— Siéntate.

Con una sonrisa suave el chico se sentó y miró con interés los brazos de KyungSoo, el mayor no se avergonzaba de sus tatuajes, por lo que movió un poco su brazo para que el chico los pudiera ver mejor.

— ¿Le dolió? — preguntó concentrado.

—Sólo duele un poco y al principio, pero para eso existe la anestesia. — explicó.

—Son increíbles—la admiración en su voz era autentica. —Me gustaría hacerme uno, pero soy muy llorón— miró su escuálido brazo de nívea piel.

—Podría ponerte anestesia y hacerte uno— propuso con una sonrisa coqueta.

—Sería asombroso— dijo.

— ¿Qué te gustaría tatuarte? ¿Una virgen o un cristo? — la mirada dura que recibió le hizo saber que lo que había dicho no estuvo bien.

— ¿Por qué me tatuaría una virgen o un cristo? — Cruzó sus brazos— ¿Trata de burlarse de mí?

— ¡No! — Movió los brazos bruscamente— No era mi intención, es que yo creí que como eres monaguillo y religioso, te gustaría tatuarte algo así.

—Eso es un estereotipo— rodó los ojos—quiero tatuarme huellitas en mi muñeca, me gustan los animales.

—Es lindo.

Se sintió un poco incomodo.

—O un arcoíris, por el orgullo gay— dijo distraído mientras checaba su teléfono.

—¡¿Eres gay!? — seguro que ese grito se había escuchado por toda la calle.

—Uh, sí— su ceño fruncido alertó un poco a KyungSoo— ¿Tiene algo de malo? ¿Eres homofóbico?

—¡No! — ya estaba siendo costumbre que gritara— Soy gay, pero no sabía que un ángel como tú podía ser gay.

—¿Ángel? — las pálidas mejillas se tiñeron de un suave rosa.

—Uhm— rascó su nuca.

Bien KyungSoo, haciendo un cagadero como siempre- se dijo a sí mismo.

—Me gustan los hombres— afirmó el chico.

—Creí que los devotos eran heterosexuales, los he visto condenar y perseguir a homosexuales.

—Creíste mal, por lo menos yo soy gay, yo creo que Dios nos ama a todos por igual, que los padres lo distorsionen para mantener a un pueblo ignorante es diferente. El hombre distorsiona todo a su conveniencia y la ignorancia de las personas hace más viable crear una sociedad intolerante, que cree que lo que el hombre con sotana dice es toda la verdad, yo asisto a la iglesia, porque creo en Dios, no en el padre que oficia la misa.

KyungSoo se quedó sin habla, creía que el chico era todo lo que odiaba.

—Realmente no sé que decir. — se sentó al lado del chico. —¿Qué hay de la biblia?

—Es un libro, casi del género fantástico, muchas de las cosas que dice ahí son metáforas, que muchos toman como algo real, además es un libro escrito hace demasiados siglos, por una cultura patriarcal que trataba a la mujer como un objeto, un pueblo ignorante en todo sentido, no puedo tomarme en serio muchas de esas cosas, ya sabes, tendrían que asesinar a las personas que trabajan sábados y domingos porque son días de guardar. — hablaba con tanta naturalidad, que KyungSoo creyó que era una especie de ateo.

—¿Cómo es que no eres como muchos de ellos?

—Estudié eclesiología— respondió con una suave sonrisa— Sabes, en realidad tenemos seiscientos trece mandamientos, pero todos son prohibiciones de casi todo lo que hacemos en nuestra vida, Moisés era un tirano y ...— cerró la boca al darse cuenta de que estaba hablando de más— Perdóname, algunas veces olvido que no a todos les interesa estas cosas.

Desconectó su teléfono y sonrió para KyungSoo.

—Espero que algún día dejes de mirarme por la ventana y me invites a salir. — Le guiñó un ojo y salió del local, dejando a KyungSoo algo aturdido.

¡Su ángel sabía que lo observaba!

¡Su ángel sabía que lo observaba!

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