Capítulo 5

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Capítulo 5
Intentando defenderse se dispone a lanzar el poder. Aparecen los tres círculos concéntricos, lo que provoca que aquel ser gigante le agarrase ambas manos levantándolo; lógicamente al no retirar esa posición el poder es lanzado destruyendo parte del techo y causando un estruendo que alerta a todos en esa vieja posada. El primero en aparecer fue un ser con cara de felino y cuerpo robótico. Este le pregunta al gigante:
— Thuhum ¿Qué ocurre ahora? ¿Quién es ese que sostienes? –ante lo cual el ser responde furioso.
Thuhum — Sarsoria, no es asunto tuyo, siempre estás interponiéndote en todo.

Sarsoria —Sí es asunto mío porque si ese es tu nuevo inquilino debes ponerlo a reparar el techo. En caso de que sea un cliente, cosa que dudo mucho, tendrá que pagarlo.

Thuhum —Este chico va a reparar el techo sea quien sea.

Federico —¿Yo por qué tengo la culpa? ¡No me tenías que haber asustado!

Thuhum —Eres un miedoso.

Federico —Sí, me lo dice un ser que casi mide tres metros y tiene unos músculos que hacen cinco veces mi brazo.

Thuhum —¿Supones que ese ataque que derribó el techo no me hubiera causado daño alguno?  – Suelta a Federico– Ese ataque me hubiera dejado hospitalizado durante un largo tiempo ¿Quién debía temerle a quién?

Sarsoria —Si me permites entrometerme creo que este chico no es de aquí.

Thuhum —Eso ya lo sé… ¿A qué te refieres?

Sarsoria —¿Eres un “Viajante”? ¿Esos que vienen de otro mundo donde nosotros solo pertenecemos a vuestra imaginación?

Federico —Eso creo.

Sarsoria —¡Aparezcan! ¡No hay nada que temer! –En ese instante la araña y el ratón se transforman en muchachas.

Karanta —Hola soy Karanta.

Rithen —Hola soy Rithen.

Federico —Aclárenme algo ¿esto es real? –Sarsoria se le acerca con un libro.

Sarsoria —Observa, es uno de nuestros libros de fantasía.

Tras realizar una breve lectura Federico queda perplejo, no podía creer lo que estaba leyendo, la fantasía de ese mundo era aquello considerada realidad en el suyo. Se sentaron y comenzaron a intercambiar información sobre ambos mundos. En las charlas se iban percatando de que ambas versiones tendían a cambiar algunas cosas. Además, llegaron a la conclusión que Federico no era el único “Viajante”, pues en ambos mundos se relataban ideas consideradas ficticias de viajes a lugares desconocidos.

(Durante la conversación)

Sarsoria —¡¿Me dices que soy una mascota en tu mundo?!

Federico —Tienes cara de gato, supongo que sí.

Sarsoria —Mi raza se llama Sharenyey. Para aclararte no somos mitad robots, esto es un implante.

Federico — ¿Entonces serías una especie de androide?

Sarsoria —Sí, durante la segunda Gran Guerra El Rey de los Enanos casi muere y estos se vieron forzados a crear un cuerpo mecánico para que sobreviviera; el resultado no fue nada parecido a este, era una mole gigantesca. Han pasado 3000 años desde entonces y aquí puedes ver los avances, cuerpos menos toscos. En la actualidad existen alrededor de 5000 seres usando un módulo de cuerpo completo en todo el mundo.

Federico —No es que me moleste estar aquí, ni que no me interese tu tema simplemente es una pregunta ¿Cómo puedo volver a mi mundo?

Sarsoria —Según los textos antiguos solo cuando mueren aquí pueden volver a su mundo.

Thuhum —Ni hablar, arreglará el techo primero.

Sarsoria —Cuando vuelva estará en el mismo punto donde nos dejó como si no hubiese transcurrido el tiempo. Permíteme, yo haré los honores –De su brazo sale una aguja larga con la que mandará a Federico al otro mundo una vez aplicada en el cuerpo.

Federico —Siento frío –Comienza a apreciar como su vista se torna de letras y escucha a lo lejos una voz que exclama: ¡Se transforma en letras! ¡Se desvanece!

Al apartarse las letras se encuentra en el aula durante el receso, bajo la situación normal. Se aproximan los chicos fastidiosos a quitarle la bolsa de merienda. Después de negarse a darla le lanza esta por la cabeza al hijo del director, quien cae aturdido y con la frente sangrando. No comprendía como es que unos panes con queso y un pomo de agua podían hacer algo así.

Revisa la bolsa y encuentra dos latas de refresco, fue entonces que recordó haber cambiado con su hermano los panes por estas (igual le ayudó un poco). Agitando la bolsa mantenía a raya los chicos fastidiosos, sin embargo, otro problema comenzó tras terminar el receso; la profesora entró y al ver el estado actual acompañado de los comentarios en su contra envió a Federico a la dirección donde recibió solamente una advertencia gracias a ser un alumno ejemplar. A la hora de salida tiene que correr huyendo hasta su casa porque lo esperaban todos los amigos del hijo del director en la puerta de la escuela. 

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