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Federico se encontraba perplejo observando tan perturbadora escena, incapaz de entender lo que estaba sucediendo. Ante la pregunta realizada de forma agresiva Thuhum responde:
—Uno de tus amigos es el traidor, sin embargo, ninguno quiere confesar.

—¿A qué te refieres con traidor? –pregunta retrocediendo unos pasos y con nervios.

—Sin dudas, en más de una ocasión los Goblins se percataron de tu lugar de origen y la verdad es que todos son sospechosos.

—Amigos, por favor, díganme si eso es verdad. Alguno de ustedes se mantuvo actuando con doble cara, en verdad fue capaz de violar mi confianza –sus ojos mostraban una ira que provenía de lo más profundo de su corazón.

—Juro que te conocí justo ese día. Escucha Federico, no sé nada acerca de esos Goblins pero puedo asegurarte que de haber querido matarte hubiera esperado a que te ahogaras. –Federico comienza a dar vueltas en el mismo lugar y suelta una carcajada– ¿Te sientes bien?

—Claro, es verdad que tú no pudieras ser, apenas sabes el por qué me perseguían esos seres. Sin embargo, en la nave se encontraban dos personas capturadas como esclavos.
Interrumpe Thuhum —Esas personas eran precisamente los capturados por los Goblins. Bien se sabe que la mayoría de los reptiles deben sus servicios a los enanos. Por deudas y ese tipo de problemas.

—Entonces… Robot y Lanz son los más probables, bien sabemos que todo estaba en calma hasta que mi querido amigo robotico apareció. Casualmente luego de llevarte conmigo nos localizaron en las cercanías de esas aldeas Gnomo.

El robot saca una espada y corta sus hierros rápidamente, seguidamente se abalanza sobre nuestro principal colocando la punta del arma en el cuello. Si bien sentía temor por el increíble filo temía aún más hablar pues podría llevarlo a la muerte. Aunque no fue necesaria ninguna acción, enfundó el arma y dijo:
—Sabes muy bien que tengo armas más que suficiente para acabar contigo en segundos, así como para liberarme en cualquier prisión. Sin embargo, no lo hice, siempre esperé en busca de que sucediese algo. No salvé a Lanz porque…porque…

La expresión de Federico en ese momento estaba comenzando a cambiar, le asustaba que había detrás de ese argumento.  La verdad, no tuvo la necesidad de decirlo; una sonrisa malvada broto de su supuesto amigo y comenzó a hablar:
—Lo lamento mucho, pero en verdad no eres inocente, eres tonto… claramente fui yo. Desde que desapareció aquel Rinoceronte tuve el objetivo de asesinarte. Pero al saber que eras tú y reportar la situación el flujo cambió. Debía averiguar a partir de ti quien era el cabecilla de esta rebelión, así como su plan. Claramente quien llamó al ejército y la razón por la cual fuimos capturados era yo.

—¡Era tú amigo, confié en ti! ¿Cómo pudiste ser capaz de eso? 

—Sencillo, haciéndolo. En breve seré el ser con más dinero en el mundo, ya que tengo información de quien inició la guerra entre Goblins y Enanos, así como quien robó el famoso Rinoceronte Blanco. Su Gremio va a ser destrozado y ninguno podrá impedirlo, nuestra arma es actualmente la más poderosa de todo Estuquerna, capaz de destrozar un continente completo con solo un disparo.

Thuhum se asombra al escuchar eso: —¿E…esa arma no es d…de los enanos?

Tal pregunta parecía simpática en los oídos de Lanz quien suelta una serie de carcajadas y luego de ponerse serio pregunta:
—¿Cómo saben de esa arma? ¿Los enanos? Ahora entiendo todo, así que la información filtrada estaba llegando a ellos. La ciudad enana utiliza energía de piedras mágicas completamente en la actualidad. Quien leyó el documento lo interpretó mal. La realidad es que temíamos porque los enanos descubriesen tan inagotable y poderosa fuente de energía, especificamos las posibles acciones que tomarían incluyendo la mejora de nuestra arma, tomando como base la destrucción de una aldea hace cierto tiempo. Me temo que alguien olvidó leer algunas partes, aunque la verdad no importa mucho, en breve este lugar volará en pedazos.

Entra la maestra a la habitación agitada:
—El cielo se está tiñendo de rojo sobre nuestro gremio –Lanz suelta una carcajada– ¿Qué ocurre?

—Me temo que o evacuamos a todos o terminaremos siendo cenizas. –Expresa Federico asustado.

—Hay muchos heridos graves, no podemos evacuar el lugar. Mientras este lugar se encuentre bajo mi mando nadie morirá. Federico, sabes bien crear un escudo, ayúdame a recrear otro gigante sobre el gremio.
—¿Recrear?

—¡Repite mis movimientos cuando salga! ¡No puedes fallar, es esencial para recrearlo!

De esta forma al salir comenzaron a realizar lo más parecido a una danza mientras los habitantes observaban asustados. Los círculos se segmentaron en cientos de pedazos y formaron, aunque no estaban unidos, un gigantesco círculo. Posteriormente la maestra hizo aparecer otro bajo el de Federico. Aunque no comprendía cómo era posible eso, evitó hacer preguntas y se mantuvo en dicha posición.
—Sí, yo fui el humano que casi acaba con este mundo, y me arrepiento. Logré engañar a todos de mi destrucción, solo alcanzaron destruir un clon. Lo sé, me comporté como una cobarde, quiero redimirme, poder salvar a todo el que esté a mi alcance.

No podía creer aquellas palabras, todo este tiempo, el todopoderoso dominador había sobrevivido, estuvo siempre tan cerca que apenas pudo notarlo.
Los minutos de reflexión no duraron mucho pues rápidamente un fuerte impacto cayó sobre sus cabezas, dejándolos arrodillados. Lentamente fueron levantándose mientras partes del primer escudo comenzaban a quebrarse. Podían sentir la presión sobre sus cuerpos y el fuerte calor del rayo sobre toda la ciudad.
Habían transcurrido quince minutos y el destructor amenazante parecía no detenerse, cada músculo del cuerpo de Federico temblaba como si fuese a colapsar y su escudo estaba tan quebrado como un vidrio a punto de romperse. Nuevamente se arrodilla, las gotas de sudor le corrían como si la lluvia cayese sobre sus cabezas. Los segundos corrían y el colapso sería inminente; la mano de la maestra desciende y le apunta:
—Esta vez no serán otros, debo aceptarla con los brazos abiertos, porque todo lo que des, alguna vez volverá a ti. Federico, sigue siendo así de bueno, el mundo te recompensará; no pienses en los malos momentos como malos, porque se sembrarán, marcarán y convertirán en aquello que más odias o peor aún.
De su palma sale un rayo que lanza a Federico al interior del Gremio, para observar como el rayo rojo se dirigía en forma de embudo sobre la maestra. Parecía estar en sus últimos momentos cuando se le ve con una sonrisa y una lágrima evaporándose de su mejilla. Instantes después de verla desaparecer queda inconsciente o peor aún.

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