Capítulo 23

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Capítulo 23
  Observando la zona donde se encontraba comenzó a buscar vida inteligente, quizás Lanz y aquel robot aún continuaban por los parajes. Había transcurrido un buen tiempo dando por rechazada la tarea y recostándose al tronco de un árbol en busca de relajación, en esos períodos el viento soplaba de tal forma como si acariciase la mejilla con tal frescor que lo llevaba a un sueño profundo, el sonido de las hojas verdes como primavera recién brotada le hacían suspirar mientras la puesta de sol lo llevaban a decir para sí:

—¿Quién querría salir de este mundo? ¿Por qué querría volver a aquel antro de pudrición donde solo encuentro desgracias, disgustos? ¡No! ¡Nadie me sacará de aquí! –seguido de estas palabras encuentra regocijo en la naturaleza para dormir en calma sin pensar en el día siguiente.

Los primeros rayos de sol bañaban el rostro de Federico para despertarlo con una sonrisa acompañada de un breve estiramiento. Comenzó a caminar sin rumbo en busca de civilización mientras reflexionaba sobre qué sucedería en aquel entonces con su vida de la tierra si no volvía.

El tiempo transcurría y como era de esperarse el hambre lo estaba atormentando, sin desayunar ni almorzar había recorrido aproximadamente veintiséis kilómetros. El sudor dejaba adherida su ropa a la vez que lo sofocaba a tal punto que dejó los complejos a un lado y quitó su abrigo para amarrarlo a la cintura con sus mangas librándose de tan asfixiante caluroso clima.

A lo lejos comienza a apreciar una línea oscura y sobre ella, en el cielo, nubes de lluvia amenazaban con una tormenta. Aunque se veía en las cercanías demoró en llegar al destino, la niebla cubría la vista a larga distancia, pero no impedía notar la gran significación del desarrollo que encontraba, aquella línea era una carretera. Aunque no era exactamente asfalto sino algún material como arena oscura bien sólida y adherida entre sí, se notaba considerablemente la intención de esas estructuras. Continuó en una dirección, pero solo encontró su final, entusiasmado por el descubrimiento cambió en rumbo contrario. Un gran bosque tenebroso lo rodeaba, llantas derretidas, autos con diseños extremadamente raros, oxidados, algunos estrellados con árboles, otros cubiertos por raíces. La situación perturbadora le impulsaba a retroceder, sin embargo, la curiosidad le impulsaba con aún más ímpetu.

En los siguientes minutos comenzó a notar como el bosque iba desapareciendo, los árboles se hacían más pequeños dando a percibir grandes estructuras a lo lejos. El puente parecía destruido, aunque su altura con respecto al río no parecía ser demasiada. Casi agachado, a hurtadillas, recorre el trayecto hasta la orilla para asomarse al fondo, se destacaba un color oscuro que hacía pensar como si hubiese cierta profundidad. 

Federico no sabía nadar, por lo que decidió sentarse a orillas de este con el único objetivo de observar. Al otro lado se notaban edificios con arquitectura muy parecida a la civilización humana, todos con una característica en común, parecían abandonados y no solo estos, algunos escombros, señales dobladas casi recostadas al suelo, farolas sin la porción superior y una espesa vegetación que quebrantaba las zonas comunes. Mientras investigaba la lejanía comienza a experimentar la sensación de ser observado. Poco después escucha ramas quebrar, gran cantidad de pisadas lo ponen alerta levantándose del suelo a duras penas con las piernas temblando. Un árbol cae rompiendo con todo ese miedo que mantenía paralizado a Federico y llevándolo a dar un gran salto de fe.

Sin llegar al otro lado termina raspándose con los escombros de la orilla del puente, sus manos intentaban agarrar algo mientras el cuerpo caía, es así que consigue sostenerse de una barra de acero. Asustado trata de ascender, pero su fuerza era insuficiente, obligándose a gritar “socorro”. Había transcurrido un minuto, para él una hora, sus brazos temblaban casi llegando a su fin, su garganta estaba casi colapsada producto a los fuertes y persistentes gritos en busca de salvación. Si aún continuaba sosteniéndose era por el gran repudio que le hacía el otro mundo, al cual iría si se rendía. El brazo derecho colapsó en breves segundos, al izquierdo le quedaba poco mientras su vista se dirigía al río sintiendo temor por no saber nadar.

Sin poder sostenerse minutos extras su mano se abre cayendo al río verdaderamente profundo. En intentos de salir a flote comienza a agitar las manos, pero solo causa turbulencias. Sentía como su pecho le apretaba mientras el abdomen se contraía una y otra vez como si buscara oxígeno. El tiempo estaba llegando a su fin, su oxígeno en general estaba por agotarse. Mientras se presionaba el cuello tras tan malas sensaciones. Comienza a asfixiarse cuando algo lo agarra y lanza fuera del agua como una catapulta, choca con la pared externa de un edificio para comenzar a expulsar rápidamente gran parte del agua.

Al levantarse busca a quien agradecerle, aunque nadie se encontraba por los alrededores. La curiosidad lo llevó a adentrarse en diferentes edificios donde no encontraba absolutamente nada. Insatisfecho con los resultados se adentra más para apreciar una casa pequeña, la que parecía estar bastante cuidada. Lentamente abre la puerta rechinante para dejar entrar la luz, es así como una serie de objetos bastante antiguos le llaman la atención, cubiertos por mucho polvo y gran cantidad de telarañas, los sacude. Algunos eran de porcelana, otros de oro. Aunque era tentador semejantes metales preciosos le llamó la atención más que nada una foto rasgada por la mitad de una niña cargada en brazos de un hombre. La vestimenta era totalmente de su mundo, elegante, se destacaba un reloj de bolsillo con un monóculo los cuales daban aspecto de antigüedad.

Continuó explorando el interior para apreciar un horno y cocina de leña, con todo tipo de repisas y un aspecto deplorable. Así fue buscando en cada habitación hasta llegar al cuarto donde cientos de hojas yacían sobre el suelo totalmente regadas. Producto a la hora y las ventanas tapadas con tablones apenas se filtraba luz, aunque se notaba que eran dibujos antiguos. Buscó en cada gaveta de la habitación en busca de respuestas: ¿Por qué el lugar había sido abandonado? Entonces encontró una libreta con un olor fuerte a ácaro. Con la punta de los dedos la sostuvo y la sacó al exterior.
Con los últimos rayos de sol pudo leer que era un diario, las primeras páginas no eran de su interés dirigiéndose a las últimas que se encontraban prácticamente ilegibles:
“Día xxx
Como era de esperarse la ciudad está en xxx muchos pensábamos que la solución estaba en nuestras manos ¿Nos equivocábamos?  Las xxxx están xxxx en más de una ocasión intentamos salir, pero ya es muy tarde. Los xxx terminaron por xxxx tanto entradas xxx salidas, estamos atrapados, así como nuestros xxxx están escxxxx. Se está haciendo xx xxxx, debo llevar a mi hija lejos de aquí, a algún lugar seguro, si xxx en esta ciudad pequeña. Debo evitar que nos atrapen, que la atrapen. Espero que sea yo quien algún día tenga la oportunidad de volver a leer este diario, de otra forma, no busquen más humanos. Ya los xxxxxxxx habrán xxx con todos.

Se estaba haciendo de noche, había transcurrido mucho tiempo intentando descifrar lo escrito. Cuando se dispone a leer la página anterior escucha muchos pasos, la sensación de que alguien lo observaba. Sombras comienzan a desplazarse por los alrededores tan veloces que la siluetas eran indistinguibles. Los nervios se le ponían de punta, las piernas le temblaban ¡¿Qué estaba sucediendo?!

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