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El gremio había quedado en cimientos mientras algunos miembros retiraban de sí estos, los sobrevivientes buscaban de otros, aunque la esperanza era casi nula. Únicamente se encontró a Federico inconsciente entre los cuerpos desaparecidos. Posteriormente se aprecia como todos los demás gremios se arman, reorganizándose para algo, incluso los guardias de Xon estaban dando a luz su armamento pesado, la gran artillería.

Un increíble temblor hacía vibrar incluso las más fuertes edificaciones y es que se aproximaba la Ciudad Enana, una increíble fortaleza que se desplaza por el mundo.

De inmediato comenzaron a salir todos por la puerta principal muy estremecidos, de tal forma que terminó quebrándose. Los gritos de la multitud enaltecida retumbaban en cada corazón, dando a conocer que la batalla se había iniciado.
Mientras esto sucedía Federico despierta observando todo un ambiente caótico que abarcaba desde láseres haciendo caer edificios hasta inmensas bolas de fuego haciendo volar por los aires cientos de guerreros. Al observar algunos aún buscando y otros lamentándose expresa:

-No es momento de lamentar, sino de apoyar para que no aumenten los lamentos; no es momento de buscar porque esta perdición apenas está comenzando. Evitemos que se agrave.
Levantándose suavemente comienza a caminar en dirección a la lucha, como era de esperarse algunos dudan y otros le siguen. Nada era como esperaba, pero su entrenamiento era más que suficiente para sobrevivir. Con sus escudos y poderes lograba proteger a donde pasaba, sin embargo, la batalla se tornaba más tensa, agresiva. Los goblins, que eran los atacantes, tenían un armamento avanzado, así como tecnología de todo tipo. A lo largo de los años habían acumulado lo necesario para esta guerra.

La artillería caía por instantes y a cada segundo aparecían más traidores, la información tanto como el armamento estaba siendo afectado desde el interior. De esta forma comenzaron a disminuir las tropas, la diferencia de número trajo consigo una disminución aún más drástica de lo poco que quedaba.

Lo siguiente fue observar como campesinos, herreros, ingenieros y todo tipo de personas salían por la puerta principal como una pequeña ola de esperanza. La lucha no se equilibró hasta casi ponerse el sol, momento en que aparecieron los Arcanios levantando grandes pedazos de tierra con solo agitar sus manos, hundiendo flotas completas de naves voladoras y terrestres.

El triunfo parecía inminente pero nuevamente el rayo rojo se desató, pulverizando la mayoría de la población arcania y al parecer una porción de la Ciudad Enana que ahora caía desde sus alturas. Lo único positivo fue que se logró localizar la zona donde se encontraba el armamento.

-¿Nadie sabe de dónde salió ese rayo? ¿Cómo es posible que nadie puede darme la certeza? -preguntaba alterado Federico.

-Siempre alterado, tienes que calmarte para pedir favores, con ese carácter nadie te va a ayudar -se escucha una voz conocida.

Es así que observa al Robot al voltearse y lo abraza -Que gusto verte, pensé que habías muerto -luego lo separa y serio le pregunta- ¿De dónde provino ese rayo?

-Desde la ciudad humana abandonada. Por cierto, no se me puede asesinar tan fácil por Dios, ni que fuera de carne y hueso.

Los gritos de Federico se escuchaban en todos:

-¡A la ciudad humana abandonada, ahí está la base goblin! ¡Apresúrense en avanzar porque no habrá una segunda oportunidad!
Casi ignorando los enemigos las tropas avanzaron a toda velocidad mientras el robot contaba el aproximado de tiempo que se demoraba en cargar el siguiente lanzamiento.

La noche había caído y todos aún avanzaban mientras unos extraños seres escurridizos atacaban entre las sombras de las proximidades de la gran ciudad. Solo el robot logra capturar uno de ellos:

-Esto es xerodermia pigmentosa con células incapaces de producir sus nutrientes para la subsistencia. Tiene una gran dependencia de seres vivos e igual de irracionales que aquellos licántropos. Definitivamente tú lo llamarías vampiros.

La lucha incesante con los vampiros se detuvo al entrar en territorio licántropo donde terceras batallas iniciaron. El bosque ardía en llamas mientras las luchas detenían a las tropas, esta vez la detención era rotunda, produciendo que las tropas dejadas atrás se unieran.
Federico junto a otros pocos habían logrado cruzar el puente y observar el gran desastre que quedaba aun desarrollándose, espadas blandiéndose, naves cayendo en llamas causando grandes explosiones, cuerpos destrozados por estas, vampiros, lobos, elfos y todo tipo de seres eliminándose, predominando siempre el abrazador fuego.
De las antiguas estructuras comienzan a salir un ejército goblin no tan grande.

-¡¿Pero son Goblins o conejos?! A ver ¿por qué no aparecen más? -expresa Federico para apreciar como unas naves descendían de los cielos apuntándole- Mira que bien, que bonito, veamos si funciona esto ¿Por qué no desaparecen todos? -es entonces que una mano cae en su hombro y le dice:

-Te apoyaré como sea, prometo que daré mi vida por ti si es necesario -esa voz era de Xoras, aquel elfo con pésima puntería.

Y otra mano acompaña su otro hombro, era el Robot:

-Yo quiero decirte que te deseo suerte porque ni sueñes que voy a seguir acabando con estos bichos verdes para que sigan apareciendo, no me parece. Mira si tú quieres ve al medio de la ciudad o por las cercanías al medio, lanza un disparo hacia abajo porque toda esa área es abarcada por el lanzador.

Entonces Federico lo piensa mejor y les ruega a todos que ordenen la retirada, incluyendo a Xoras quien no está de acuerdo.

De su cuerpo comenzó a brotar energía de forma sorprendente, los golpes hacían trizas con solo un mínimo roce y el viento de estos cortaba. El gran ejército se redujo rápidamente pues, de alguna forma un círculo formaba una especie de campo sobre él impidiendo los golpes. Los rayos salían con una potencia tan increíble que causaban la desintegración de los equipos aéreos.
Una vez con el camino despejado le ordena a Xoras que si observa un cambio en el color de esa energía que fluía le disparara sin fallos. Esprintando a toda velocidad y con el elfo cubriéndole las espaldas no hubo Goblin sorpresa que atacase con suerte.

Durante los siguientes minutos comenzó a separarse la tierra, el próximo lanzamiento estaba casi listo.

-Es momento de que todo esto acabe -los círculos que en un principio giraban se quiebran en muchos pedazos y esparcen a las lejanías- no hay límites para nuestra mente, para nuestra imaginación, para nuestra idiotez, para nuestra bondad; era una de las principales cosas que debía comprender para manejar estas majestuosas estructuras que acabo de quebrar -comienza a tornarse de morado la energía- ¡Ayúdame, no quiero morir Xoras! -El elfo observa, pero no dispara- ¡No me mataras así de sencillo! -precedido a esto algunas piezas comienzan a ahorcar a su amigo. Luego la energía se vuelve a tornar azul y deja caer al chico- Te ruego que me dispares si vuelvo a cambiar -una luz se comienza a observar en todos los bordes de la ciudad, Federico comienza a perder sus pedazos como si fuese una vasija rota y de su interior a salir luz- Es el miedo a morir lo que no me dejaba vivir, desarrollarme, avanzar, ser feliz, alcanzar este increíble poder.
Esta vez las luces comienzan a tornarse de morado y en instantes una flecha atraviesa el pecho del agonizante Federico, quien con una sonrisa dice sus últimas palabras...

Mientras desde la ciudad principal, las tropas aliadas observaron una inmensa explosión en la ciudad humana abandonada y sus cercanías, fue tanta la magnitud de su onda expansiva que acabó con las tropas goblins y llegó hasta ellos. Sin embargo, esta tenía una característica independientemente de otras, traía consigo un sentimiento de tristeza entreligado con felicidad y unas últimas palabras:

-Si todos pensamos en como actuarán los demás nunca mejoraremos nuestro mundo y ser, hoy he dado mi vida no pensando en si alguno de ustedes lo haría por mí, porque no me importa, he dado mi vida pensando en qué querría para mí y se los he dado; un nuevo amanecer, lleno de paz y armonía, de ganas de vivir, disfrútenlo por aquellos que hoy no pueden hacerlo como yo.

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