Capítulo 26

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Capítulo 26

Federico había huido de forma precipitada mientras lágrimas corrían por su rostro, el camino lo había llevado al centro de la ciudad donde se avistaba un edificio de gran tamaño. Ascendió por las escaleras incluso luego de perder el aliento, fue así como alcanzó la planta más alta, allá donde no había paredes que recubrieran su rostro del viento. Seguidamente toma asiento sobre un pequeño muro, se seca las lágrimas para deslumbrarse con la asombrosa vista. El tiempo transcurre y él continuaba con la mirada perdida en el horizonte, hasta que una voz lo devuelve a la realidad.

—¿Aún continúas llorando? –era el hombre lobo llegando– Veo que se te ha pasado, eso es bueno. Tampoco es para que te tomes tan fuerte un simple arrebato de ira.

—¿Un simple arrebato de ira dices? Continuaba golpeándolo incluso luego de alcanzar la victoria y me sentía… –dirige su mirada hacia el cielo– ¡Fantástico! ¿Es acaso normal sentirse así?

—¡¿Te sentiste bien?! –pregunta sorprendido.

—Al principio me sentí subestimado, nuevamente me podía ver en los ojos de todos como me veían inferior. Lanzaron el más débil a por mí y lo hubiese acabado si no lo hubieran protegido. Mi ira corría mientras mi cabeza quería mostrarles que no me juzgaran por cuanto veían. Es por ello que me sentí fantástico de ver destrozado al más fuerte en mis manos.

—Te entiendo, a nadie le gusta ser visto como inferior, pero esa forma de hacernos ver para los demás, no nace sola. Uno mismo la cultiva, en cambio, ellos no te juzgan, son simples animales. Lo primero solo fue un peón para medir tu fuerza, luego lanzaron la ficha más fuerte del tablero con todas las esperanzas puestas en ella. Ahora te has convertido en el alfa, me temo que eres el líder de la manada.

—¡¿Qué?! ¡No, no quiero eso! –expresa mientras observa cientos de hombres lobo rodeándolo.

—Tú no decides por ellos. Es la naturaleza de ser el más fuerte, el más dominante lo que ha persistido en el ser humano cuando debió desaparecer con su evolución, eso sumado al egoísmo extremo y la falta de conciencia llevó a la completa destrucción del único hogar que tenían en este mundo y bueno… temo por tu mundo, su futuro muy lejano no está de este.

—Me estás diciendo que esos instintos vienen con la naturaleza, o sea, es su culpa.

—Los animales conviven con la naturaleza, toman lo que necesitan, nosotros lucramos de ella, no convivimos, la usurpamos con fines totalmente diferentes a los animales. Desde que desarrollamos conciencia, pensamiento o bien…no sé si decir inteligencia, dejamos de formar parte, en mi opinión, de la naturaleza. Porque no es ella todo lo que nos rodea, es todo lo que convive y toma de ella sin alterar su equilibrio, nosotros decidimos introducirnos para dejar en bien nuestra conciencia, pero somos quizás no todos, pero la gran mayoría los antinaturales. Ella nos dio origen, para vernos separar lentamente.

Mientras se hacía mención a las últimas palabras observan algo en el cielo que lo atraviesa a gran velocidad.
—¡¿Qué ha sido eso?! –pregunta Federico alarmado.

—Debe ser una nave aérea, nada de qué preocuparse
Tras aquellas palabras un fuerte viento comenzó a azotarlos, consigo traía un terrible temor entre los hombres lobos que lo rodeaban siendo ahuyentados por estos. Federico intentó huir, pero la estampida aún impedía la salida.

Una plataforma comenzó a descender de un gigantesco objeto ovalado blanco. En esta se apreciaban unas siluetas, con una cola realmente característica. Al aterrizar aquello que yacía sobre sus cabezas los seres se acercaron, unos humanoides con cuerpo de reptil se hicieron ver.
—Hola, imaginé que necesitaban ayuda. Pueden subir, pero deberán tener mucho cuidado con lo que toquen.

Ante tal afirmación Federico pregunta: —¿Por qué necesitaríamos ayuda? No es por ser malagradecido, pero me interesa saber.

Esa pregunta sin llegar a un debate fue contestada por su lanudo amigo: —A simple vista desde arriba no creo que sea muy bien visto personas rodeados de animales.
La intervención del medio humano hizo notar su presencia causando un susto entre los supuestos salvadores.

—¡Ese ser! ¡Habla! –sacan unas espadas metálicas con intenciones para nada amigables.

—¡Alto! ¡Él es un humano como yo, simplemente sobrevivió a las afecciones ocurridas en esta ciudad, fue el único sobreviviente! –interrumpe Federico con la esperanza de evitar una pelea.

—Comprendo, pero si el cachorrito hace movimientos bruscos nos veremos en la obligación de tomar decisiones drásticas –expresan con una mirada de desprecio.

—Olvídalo, no subiré ahí, prefiero estar en este lugar donde no seré observado de forma tan despreciable.

—¿No decías que se tenía que aceptar uno mismo y el resto no importaba? ¿O me platicabas con doble moral?

—No te hablaba con doble moral, pero… está bien subiré contigo. Ten cuidado donde rozas su piel desprende veneno en vez de sudor.

Caminaron hacia la plataforma y avanzaron a través de pasillos que lo llevaron a una zona donde se encontraba un gigantesco panel donde muchos seres semejantes a reptiles se desplazaban de un lugar a otro y comunicaban. En frente se encontraba una inmensa pared de vidrio que daba hermosa vista a la ciudad.
—¿Hermosa vista? –pregunta el lobo sonriente– antes de desaparecer la humanidad en este lugar nada era así. Humo, suciedad, un ambiente gris y triste se extendía a donde quiera que mirabas.

Lentamente fue ascendiendo la nave para llegado un punto acelerar a gran velocidad. Todo se mantenía en profunda calma mientras aquellos dos forasteros de pie observaban cada movimiento. Fue uno de los soldados quien caminaba con toda calma el que inició una revuelta en la nave. Lo que era caminar se volvió correr y aquello que era un movimiento corto se volvió uno veloz largo. Rápidamente aquel que los había rescatado los solicitó para explicarle que se encontraban en una grave situación, llevándolos a otras salas. Durante el trayecto se detiene Federico pues anunciaba haber escuchado una voz familiar. Cuando se dispone a avanzar hacia una puerta es detenido por unos guardias.
—Me temo que no puede pasar por aquí –le detenían con espadas pinchando su cuello.

Deteniéndose unos segundos a escuchar logra reconocer la voz, Lanz se encontraba del otro lado de la puerta. Da la espalda y avanza hacia donde le dirigían, mientras entre susurros le explica al hombre lobo la situación. Asustados, pues temían por su suerte decidieron tomar acciones nada amigables. Con aquel nuevo poder pega un golpazo a quien lo guiaba y corre hacia la puerta. Los guardias sacan sus espadas que salen volando al chocar con uno de los círculos que rodeaban la mano de Federico. Seguidamente más puñetazos dejan inconscientes a estos permitiendo la ruptura de la puerta del mismo modo.
—¡¿Federico?! ¡Qué bien, nos tenían prisioneros estos lagartos quien sabe para qué! –expresa Lanz agarrado a los barrotes de lo que parecía una celda en forma de cubo.

—¿Podrías vigilar la puerta? –Pregunta al hombre lobo con miedo. Acción precedida por este.

Con una fuerte trompada pretendiendo romper la puerta de la celda lanzó el cubo contra la pared, Lanz estaba sangrando, parecía haber quedado inconsciente, mientras el robot picaba los barrotes como si fueran mantequilla.
—¿Por qué no salieron antes? –pregunta Federico indignado.

—No sé, no tenía ganas.
Se escuchan sonidos provenientes de la entrada, el hombre lobo se encontraba luchando con una gran cantidad de reptiles. Poco después se siente un estruendo que hace retumbar la nave completamente, seguidamente se comienza a inclinar dando una sensación de que…
Robot —No es por asustarlos muchachos, pero me gustaría que supiesen que estamos cayendo y sin frenos.

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