Capítulo 9

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Capítulo 9

Entreabre los ojos, todo lo aprecia borroso, pero distingue bien el autobús un poco lejos de él. Trata de mover los pies, pero no puede, solo estira una mano como si quisiera alcanzarlo y en el esfuerzo observa como explota y se desmaya nuevamente. Vuelve a entreabrir los ojos por unos segundos, solo observa luces, parecía un hospital.

(Despertando)

Se escucha la voz de la profesora —Parece que está despertando.

Madre —Mi niño gracias a dios despertaste –Escucha la madre entre sollozos sin abrir del todo los ojos.

Padre —Yo sabía que despertarías –De una vez abre los ojos para visualizar que ocurre.

Profesora —Es bueno verte despierto.

Federico —¿Qué ocurrió? –Comienza a recordar– ¿Dónde están todos?

Profesora —Están en salas aparte.

Federico observa sus pies enyesados e intenta mover los dedos, pero no siente esa región del cuerpo —¿Mamá, papá qué le ocurre a mis piernas? No las siento –Le pregunta preocupado con un nudo en la garganta.

Padre —Mi niño, mira lo que te compramos entre los tres –dice el padre mostrándole una videoconsola portátil.

Federico —Papá, sé muy bien lo que están planeando –dice entre lágrimas–Respóndanme con la verdad por favor, por más dura que sea –En ese momento la madre comienza a llorar en hombros de su padre y ambos se retiran del cuarto– Profe explíqueme, dígame usted algo –También abandona el local– Nuevamente solo, nadie me explica nada, no siento mis piernas, siempre soy el rarito, ahora todos se burlarán de mí por…– no aguanta más y llora desconsoladamente; al poco rato entra un doctor a su habitación.

Doctor —Federico, por favor, conserva la calma. A ver, sécate esas lágrimas o te vas aponer feo.

Federico —Por favor tengo 17 años, no me hable como a un infante.

Doctor —Sabes que tu situación actual no es la mejor.

Federico — ¿Me lo pregunta o me lo dice?

Doctor —  Me temo que no podrás caminar más.

Federico — Pero… si hago fisioterapia podría…

Doctor —No, me temo que no.

Se recuesta a la cama — Comprendo, es muy triste saber la mala suerte que tengo, la escuela es un infierno y es donde más paso horas. Si con las dos piernas me fastidiaban mucho ahora supongo que la vida se convertirá en un infierno.

Doctor —Quien no ha sufrido es porque no ha vivido, lucha, demuéstrale al mundo que eres un guerrero. Que sin importar cuanto te quieran destruir te reconstruirás, porque no eres cobarde y escúchame bien, nunca, y te repito nunca dejes de hacer el bien; aunque te veas acabado, hazlo, a los que tienen un alma tan grande para un cuerpo tan pequeño todos lo quieren aplastar para que cambien, no le des ese gusto.

Federico —Gracias doctor.

Doctor —Si te ayuda, no pienses en las personas como amigos o enemigos, piénsalos como maestros.

Federico —Gracias, llame a mis padres, quiero ver la videoconsola –aliviado tras esa pequeña charla comienza a hablar con sus padres los que le llevan la libreta en manos ante tanta insistencia diciéndole que fue lo único de él rescatado del autobús. Pasaron gran tiempo hablando, sin embargo, él solo tenía dos cosas en mente, convencer a todos de que había superado esa tristeza y volver a aquel mundo, el mundo donde caminar no sería más un sueño.

Eran las once y media de la noche, todos dormían y Federico fingía, logra alcanzar con mucho esfuerzo la libreta, donde suavemente retira los objetos que se le superponían agarrándola con mucha delicadeza en un intento de no despertar a alguien. Tras tomar el lapicero de una enfermera inicia su viaje, nuevamente aquellas letras lo estaban llevando a lo desconocido.

Se levanta del suelo, parecía el medio día y una gran densidad poblacional transitaba por aquellos parajes. Poco a poco su visión se va adaptando para ser observado por todos como un bicho raro, y es que aparecer de la nada es algo que llamaría la atención en cualquier lugar. Paranoico ante las miradas comienza a correr. Tropezando con la multitud va atravesando con la esperanza de llegar al Gremio. Entre tantas personas estaba perdido su sistema de ubicación visual, sin embargo, al chocar con alguien es agarrado y alzado.

Thuhum —¡Pero mira a quien tenemos aquí! Pequeña alimaña ¿Cómo te las arreglaste para conseguir tanto dinero?

Federico —No sé de qué me hablas.

Thuhum —Los enanos de Xon nos hicieron una transferencia de casi un millón de “Torts”.

Federico —¿Torts?

Thuhum —Sí, el dinero más valioso de todo este mundo. Por cierto ¿Dónde dejaste a las chicas? –Federico desciende la vista– No me gusta esa mirada.

Federico —Menos te gustará la respuesta.

Thuhum —Te llevaré al gremio, allí hablaremos con la maestra.

Alzado sobre toda la multitud Federico podía ver el Gremio a lo lejos, estaba completamente cambiado, es casi como si fuese… moderno.

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