Capítulo 16
Federico no comprendía como es que aún continuaba vivo en aquel mundo ¿A caso no podría volver? En el instante silencioso donde reposaba se sentía un frío como si la muerte lo abrazase, el silencio era tan incómodo como una aguja perforando los tímpanos y sus movimientos tan inútiles como si estuviera envuelto en cemento seco. Resoplaba con su aliento una y otra vez en busca de calentarse, pero solo regaba un poco más el aire frío, las manos estaba comenzando a sentirlas entumidas, tanto como los pies. Durante horas estuvo pensando en diferentes cosas para no quedarse dormido, pero el sueño parecía alcanzarlo, sus ojos se estaban cerrando lentamente mientras las letras comenzaban a llevárselo.
Poco después despierta, estaba en una pradera, alza la cabeza y observa un rinoceronte blanco con un cuerno en la frente, tras ver esto expresa su gran felicidad:
—No puede ser ¿Todavía sigo aquí? –irónicamente.
A lo lejos se escucha la voz del Robot mientras corría hacia Federico —¡Ya despertó el muchacho! ¡Soy un gran héroe! ¡Hurra por mí! –una vez frente a este lo abraza y por accidente saca las espadas. Con dolor nuestro principal comienza a ver las letras llevárselo nuevamente mientras Lanz discutía con el robot.
Lanz —¡¿En serio?! ¡¿Lo salvaste de la avalancha para esto?!
Robot se dispone a abrazar a Lanz —¡Dame un abrazo! ¡Estoy muy afectado! ¡Maté un amigo! –mientras es separado por este.
Lanz —¡Ponte bien lejos! ¡Yo si no me salvo de esta! ¡Echate para hallá!
Robot —Solo un abracito.
Esta vez estaba despertando en el hospital, se sienta en la cama mientras observa a su acompañante durmiendo. Un golpe en la puerta despierta a todos, el doctor estaba entrando con buenas noticias, Federico podía retirarse del Hospital. Emocionado se dispone a vestirse pero poco antes de que moviera su tronco las piernas no le respondieron, recordó entonces que era inválido en ese mundo.
Con la voz entrecortada y un nudo en la garganta pidió una camisa, se la puso y al ver el pantalón no pudo conterse, rajó en llantos, imaginar que nunca más podría correr, vestirse solo, era realmente doloroso para él. Su hermano se le acerca diciendo —¿Te ayudo con el pantalón? –pero no hay respuesta por lo que comienzan a ponérselo.
Sentir las piernas muertas, como si fuese un peso innecesario, le restaba las ganas de vivir. La situación empeoró cuando observó la silla de ruedas, todos se ofrecieron a ayudarlo, pero él insistió en que podía hacerlo solo. Su resultado fue una caída inminente, sin poder levantarse; todos se lanzaron sobre él y lo colocaron en esta. Estaba remordido por dentro, su alma se destrozaba en mil pedazos mientras pensaba —Inútil, inservible, solo sirves para dar lástima, para que cuiden de ti, solo has ocasionado problemas, eres más que nada el gran peso de la familia, la decepción de tus padres –trataban de calmarlo, pero solo conseguían hacerlo sentir peor. Sus brazos no tenían la fuerza suficiente como para mover la silla de ruedas con toda libertad, es así que entre lágrimas se acerca al doctor.
Federico —Doctor, necesito que me ampute las piernas.
Doctor —Eso no será necesario.
Federico —¿Sabe usted lo que se siente estar en mi piel? No le pido la eutanasia porque no tengo valor para afrontar la muerte y porque nadie de mi familia lo consentiría pero… ¿Me haría un favor?
Doctor —No le vamos a amputar nada, es innecesario.
Federico —Está bien.
Su hermano lo ayudó por el pasillo principal hasta que Federico vió una puerta por la que tirarse.
Federico —Hermano impúlsame, yo trataré de correr solo –dice con una sonrisa.
Hermano —Está bien, pero cuidado con las escaleras.
Una vez impulsado se diríge exactamente hacia ahí, pero justo cuando estaba al caer es detenido por una muchacha, joven, sensual, de cabello rubio cobrizo, con vestimenta deportiva. Cuando la observa la muchacha vuelve la mirada hacia abajo; el hermano se disculpa con ella y continúa llevándolo hacia el ascensor.
La casa tenía dos plantas, pero dada su condición física tuvo que limitarse a vivir en los cuartos de abajo. Ya uno estaba habilitado, con una especie de enganche para las ruedas evitando que la silla se moviese cuando se dispusiera a trasladar su cuerpo a la cama. El cuarto era hermoso, con todas las videoconsolas que quería, los estantes y antojos, pero son en esos momentos en que observas todo lo que tienes y piensas:
—¿Realmente eso me va a hacer feliz? ¿Tengo un concepto erróneo de la felicidad? –por mucho tiempo le había dado importancia a cosas que no le darían la felicidad, pero era muy tarde para notarlo ¿Realmente lo era?
Era la hora de comida, todos los de la familia estaban en la mesa, contaban chistes, sonreían siempre mirando a el centro de atención, sin embargo, Federico solo pensaba:
—Sienten lástima por mí, por ello tratan de hacerme feliz –Tras esto comienza a llorar y se desplaza con la silla de ruedas hasta el cuarto, donde comienza a observar unos muchachos correr frente a la ventana; entonces se dice:
—Sí como no, y ahora me van a aparecer todo tipo de imágenes para recordarme el pasado y hacerme sentir peor –expresa soltando una risa.
La puerta suena, había entrado la madre para saber que ocurría, si podía consolarlo o ayudarlo.
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TWORLDS
Fantasía¿Es real o fantasía? Federico deberá lidiar una lucha constante en el mundo donde nació y el que está descubriendo. Usando un libro como portal viajará entre estos intentando solucionar cada uno de los problemas que se le presenten. Es así que en e...