Capítulo 19

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Federico no podía creer qué le estaba sucediendo, tras observar a Erdwin con sus ojos bien abiertos este no se limita a preguntar, obteniendo una respuesta alarmante ¡Habían robado en el aula! Rápidamente cierra una puerta, para su sorpresa alguien estaba escapando por la del otro extremo.

—¡Espera! –gritó su compañero mientras era ignorado viéndose obligado a correr empujando sillas y mesas de por medio.

Deslizándose frente a la puerta agarra por la mochila al presunto individuo en fuga para adentrarlo en el aula de forma brusca. Como resultado cae agitada sobre el suelo. Todos quedaron boquiabiertos al notar quien era, sin embargo, Federico solo exclama:

—¿Qué? Es una chica –pero aún no se había retirado su cabello del rostro. Quien al hacerlo provoca una reacción totalmente diferente– ¡Oh! ¡Rayos!

Erdwin disculpándose le ofrece la mano para ayudarla pues no esperaba la reacción de ella tan agresiva como fue.

Golpeándole la mano que le tendían se levanta, seguidamente comienza a empujarlo. Tal actitud no fue muy tolerada por este, quien le sostuvo por la muñeca para gritarle:

—¡Te pedí disculpas! ¡Estas no solucionan lo sucedido, pero sí demuestra que no lo hice con intención! ¡Ahora muéstrame dentro de tu mochila para estar seguro que no robaste la libreta de Federico!

—¿Y si no quiero? –expresa vociferando.

—Sabes bien que no te conviene otro problema, si quieres terminar los estudios –advierte con los dientes apretados como si contuviese toda la ira.

—Como que me llamo Franchesca Gil juro que no me robé nada –se hecha la mochila al hombro para intentar salir y es detenida nuevamente por Erdwin– ¿Qué? ¿No te basta?

—Bien sabes que para mí las palabras no significan nada, quiero pruebas –le explica mientras movía la mano pidiendo su mochila.

—Mira –es revisada completamente, volviéndola inocente– ¿Ya? ¿Puedo irme?

Asiente mientras le realiza un ademán indicándole la puerta. Luego de esto, persona por persona es revisada y todas parecen ser inocentes. Es así que una vez vacía el aula revisan en cada puesto, cerca de cada ventana o zona aledaña dando una y otra vez el mismo resultado. Federico cansado de eso desiste pidiéndole a su compañero que dejara la búsqueda.

Aquel amigo que apreciaba a Federico a pesar de haberse conocido el mismo día acepta la voluntad, pero no complacido. Tomando a la silla por su parte trasera comienza a recorrer el camino hacia el comedor. El rostro de ambos se observaba devastado mientras las personas abrían paso a aquellos dos muchachos. Durante el recorrido el estado de Federico cambia, como si le preocupase algo.

—Erdwin, tengo una duda.

—Dime –le dice mostrando una sonrisa.

—¿Dónde está tu mochila? –en ese instante aquel joven se asusta– ¡Corre que te roban también! –le grita mientras su compañero corría por el pasillo principal empujando a todos.

Transcurren unos segundos solo en medio de todo el flujo de personas y comienza a moverse la silla. Nuestro principal con la mirada puesta en el suelo (como siempre) comienza a hablar:

—Sabes algo, me caes bastante bien, eres el único que me ha tratado bien desde que llegué. Franchesca me pateó, otra muchacha me acosó intentando robarme un beso ¡Porque dijo ser una apuesta! ¡Están locas! Te digo que no me he tropezado con nadie cuerdo, a no ser tú.

En ese instante sale la voz de una mujer tras de él diciendo —Pero si acabas de decir que estoy loca. Explícate.

En ese instante sintió como si el corazón se detuviese, su mirada completamente en shock fue volviéndose lentamente. Una vez que su vista estaba completamente centrada en quien estaba tras de él notó que era la chica acosadora. Federico entre tartamudeos comienza a decirle:

—¿P..pero qué t..tú haces aa..aquí?

Ante lo cual la muchacha contesta —También estudio en esta escuela, no, es broma, vengo a terminar lo que comencé, la apuesta –le explica guiñándole un ojo y soltando una carcajada tras ver las reacciones del joven.

Una vez en el comedor es colocado en una mesa por aquella muchacha quien prometió ayudarle con el almuerzo. Al retirarse esta observa a Erdwin entrando por la puerta principal quien parecía buscarlo. Con un ademán lo llama y con gestos de aterrorizado le anuncia que se apresure. Así lo hace este para escuchar qué tenía tan asustado al muchacho.

Entre susurros Federico le dice:

—¡Ayúdame! ¡Una acosadora! ¡Me tiene aquí para robarme un beso!

Erdwin no podía creerse aquello que estaba escuchando —¿Cómo? ¿De qué hablas?

En ese instante se aproximaba aquella chica asustándose aún más — ¡Por ahí viene, ayúdame! ¡La acosadora! –Se observa como colocan una bandeja sobre la mesa, seguida de otra y otra– ¿Tres?

Mientras esto ocurría el compañero de Federico se giraba para observar quién molestaba a su amigo. Es entonces que ocurre una reacción totalmente inesperada…

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