XV. Media noche

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XV
Media noche

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Sanemi se despertó de golpe, encontrándose en una oscuridad considerable.

Le costó volver a orientarse hasta que reparó en los faroles colgados en algunos pilares, y es que se había quedado dormido en el pasillo, justo fuera de su habitación. Se dio cuenta entonces de que había un haori sobre su cuerpo que lo resguardaba del frío. Se preguntó quién le habría puesto aquel abrigo en lugar de despertarlo, y su primera sospechosa fue Suma, quien hasta esa tarde continuaba viéndolo con un pánico ridículo en el rostro.

Aún así, aquello le parecía un exceso.

Trató de recordar por qué no había completado su recorrido hasta el interior del cuarto, pero la cabeza le dolió demasiado apenas hizo el intento de levantarse. Claramente había bebido demasiado esa noche.

Suspiró. Mientras recuperaba las fuerzas para ponerse de pie e ingresar a su habitación, recordó la conversación que tuvo con cierta muchacha en esos mismos pasillos, a pesar de que todo parecía ser diferente. Aunque su vista nublada podía ser causada por el alcohol que todavía tenía en el cuerpo, estaba seguro de que veía menos estrellas; donde antes hubo risas y gritos de fondo, ahora había un silencio total; mientras que aquella noche eran dos los participantes de una búsqueda en el cielo nocturno, ahora Sanemi se encontraba acompañado sólo por sus pensamientos.

Un nuevo mareo se hizo presente en su conciencia. Sanemi se pasó las manos por el rostro y el haori se deslizó por sus brazos. ¿Quién le había puesto aquella prenda? Si bien Suma había sido la primera en venir a su cabeza, lo cierto es que aquella probabilidad era realmente baja: no era posible que aquella mujer llevara a cabo aquel gesto sin pedir ayuda, armando un escándalo de por medio. Se preguntó si podría realmente haber generado un escándalo en el pasillo y él no haberlo escuchado, y también quién podría haber sido la persona a la que acudiría.

¿Y si le había pedido ayuda a Nezuko?

El pensamiento cruzó su cabeza y no pareció descabellado, a la muchacha ya le habían solicitado ayuda antes para lidiar con Makio, aunque claro, ambos no eran comparables, aunque se encontraran en el mismo estado.

Sin embargo, el pensamiento apareció, y una vez que lo hizo, no hubo vuelta atrás.

La idea de la joven tomando cuidado de él no le pareció desagradable en absoluto, aún cuando Suma estuviera detrás mientras ella lo cubría con ese haori.

Sanemi suspiró otra vez, preguntándose cuánto había bebido como para, a pesar de la fría noche, todavía sentir un ligero calor en las mejillas.

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