Resiliencia

XVI. Nunca lo olvidaría

XVI
Nunca lo olvidaría

• ────── ✾ ────── •

Sanemi no lo recordaba con exactitud, pero sí tenía la noción de haber visto a su madre cuando estuvo a punto de morir. Y no sólo a ella, había visto a Genya, a sus demás hermanos. Incluso al bastardo de su padre.

El ceño de Nezuko se frunció cuando él se refirió de aquella forma hacia su progenitor, y Sanemi pudo comprender el motivo. A diferencia de él, la muchacha guardaba cálidos recuerdos de su propio padre, así que parecía lógico que no entendiera toda la rabia y odio que podía acumularse contra alguien que compartía la misma sangre.

A pesar de que la muchacha había preparado comida para ambos e incluso había servido té, fue ella quien mayoritariamente comió y bebió, pues Sanemi estaba ocupado hablando. Nezuko recordaba haber escuchado a Uzui y Hinatsuru hablar sobre el joven en cuestión, por lo que sabía que Shinazugawa pocas veces hablaba sobre sí mismo. Ahora que lo estaba haciendo, no quería interrumpirlo.

Tomó un tiempo, pero Sanemi pudo contarle a grandes rasgos cómo había sido su vida, y aunque había evitado entrar en detalles innecesarios, Nezuko pudo hacerle un sentido a sus palabras.

Lo cierto es que Nezuko poco recordaba de su tiempo convertida en demonio, las imágenes eran borrosas y las memorias, en su mayoría, se habían perdido. Sin embargo, su hermano le había hablado de todas y cada una de las personas a las que habían conocido en el camino, y eso incluía al antiguo pilar del viento.

Por supuesto, Sanemi no estaba entre las personas favoritas de Tanjiro, aún cuando el tiempo había pasado y las disculpas, de una forma u otra, había sido dichas. Pero la naturaleza bondadosa de su hermano le impedía guardar rencor, sobre todo si él mismo consideraba que el Shinazugawa que se había presentado frente a ellos en esa finca era distinto al cazador que les había apuntado con una espada algunos años atrás.

Y Nezuko también lo sabía al escucharlo.

Y quería seguir escuchándolo.

Sanemi, por su parte, se sintió a gusto hablándole a otra persona que no fuera Uzui. Pero no podía mentirse diciéndose que aquél era el único motivo. La calma que sentía en su pecho era casi tangible, al punto de que se cuestionaba si se debía al hecho de que por fin había exteriorizado lo que por tanto tiempo se había mantenido oculto, o a la persona que estaba frente a él, mirándolo con atención mientras las palabras salían de su boca.

Nezuko iba por su segunda taza de té. Sanemi apenas había tocado la suya, y ya estaba ligeramente fría. Pero su pecho estaba cálido.

¿Era egoísta o caprichoso por querer que ese calor durara más tiempo?