Arriesgado e inconsciente

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Colocó la palma de la mano delicadamente contra la puerta, tamborileando suavemente con los dedos dubitativa. Vacilante. Sus ojos verdes perdidos en la blanca y eterna superficie de la misma puerta que tenía contra su piel. Luego de unos segundos, la empujó gradualmente; torciendo el gesto cuando los goznes de esta hicieron un chirrido demasiado fuerte y demasiado agudo. Sin embargo, no se percató de ningún movimiento en el interior, nada. Desde la cama blanca en el fondo de la habitación no se percibía ni en el más mínimo sonido. Aliviada por esto, ingresó con paso lento y silencioso. Sin apartar la vista del bulto cubierto por sábanas blancas en un rincón olvidado, rodeado de máquinas y cables y tubos. El aroma a hospital y a medicina y a muerte al que se había inmunizado hacía tiempo, por alguna razón, se sentía con más fuerza allí, tanto que era imposible ignorarlo. También, por alguna razón u otra, sentía que al haber ingresado a la habitación todo aire que hubiera habido en sus pulmones había escapado. Allí, en los confines de esas cuatro paredes, sentía que se le hacía dificultoso respirar. Y, a diferencia del resto de las habitaciones del hospital, esta permanecía en la penumbra. Casi en la oscuridad. Solo un leve destello de luz escapaba por entre las cortinas y alumbraba el rostro más pálido que Sakura hubiera visto. El más hermoso también, a pesar de todo. A pesar de la palidez anormal y el color enrojecido alrededor de los ojos –en párpados y ojeras- y a pesar de los tubos que eran su aire y los cables que eran su vida y de las venas que se recortaban contra la piel traslúcida. Incluso a pesar de parecer muerto, Sasuke seguía siendo la persona más hermosa que jamás había visto. Y el solo pensamiento retorció algo en su interior.

No se movió, solo cerró la puerta silenciosamente y se recostó contra ella; observándolo desde la distancia sin atreverse a acercársele más. No por miedo, no. Sakura no le tenía miedo, había decidido matarlo y había estado dispuesta a hacerlo. Se había sentido cansada de sentirse encerrada, limitada por toda la situación. Había decidido que matarlo, aún si lo amaba, era la mejor opción. Era salvarlo. Pero, como siempre, Naruto había propuesto una solución pacifista e idealista –tal como era él- y la determinación de Sakura se había desmoronado al instante. Había intentado mantenerse firme pero creerle a Naruto era mucho mejor que no hacerlo. Era mucho menos doloroso, al menos a corto plazo; y no cuando el dolor de promesas eternas se volvía crónico, como el de ellos. Pero mientras pudiera creerlo, y por un breve instante de esperanza, Sakura lo creería. Que Naruto podía hacer todo lo que decía que haría.

Sasuke-kun... morirá, ¿no es cierto?. No, no quería creerlo. Había formulado la pregunta a Naruto porque sabía que él le daría la respuesta que ella quería y necesitaba oír. Y lo había hecho, el rubio no le había fallado ni siquiera una vez. Y, sin saberlo, Sakura había empezado a depender de él. La sanidad de ella, la fortaleza, todo había empezado a depender de él. Naruto era su fe.

¡Claro que no! Hablaré con la vieja Tsunade al regresar. Hablaré con quien tenga que hablar o los obligaré a dejar a Sasuke vivir. Aún así, temía creerle. Temía que aquello solo fuera el inicio de un nuevo ciclo.

Pero... Rendirse era fácil.

Naruto había leído la mente de ella. Sakura-chan, no podemos rendirnos. No, no podían. No querían. No estaban listos para dejar a Sasuke ir. No estaban listos para verlo partir. Eran egoístas, quizá si. Ella sabía que lo era. Que Naruto hacía todo aquello no solo por su amigo sino por ella. Que lo hacía porque ella lo amaba y Sakura se lo permitía. Y lo veía partir y esforzarse y sufrir y sangrar una y otra vez por hacerla feliz a ella. Para salvarlo a Sasuke y para salvarla a ella también. Para hacer todo lo que estaba mal, bien otra vez. Pero temía que la fuerza del rubio se terminara, que su espíritu terminara apagándose; finalmente. Y no quería ser ella quien lo hiciera. No, no quería ser ella.

Sin saberlo, había derramado unas lágrimas sobre el blanco suelo; pulido hasta el límite de devolverle el reflejo de ella. Distorsionado. Pero esa era ella. Soy una tonta... al final, solo soy buena para llorar... Lo sabía. Observando las lágrimas podía ver cuanto dolía, aunque quisiera negárselo. Dolía. Y todo lo que Sakura quería era que todo volviera a estar bien. Pero en el mundo, rara vez las cosas están bien y siempre está todo mal.

4X: Un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora