El más extraño de los sueños

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Tap. Tap. Tap. Si escuchaba atentamente, por encima del jadeo desesperado que era su respiración, podía oír el sonido que sus pies emitían al golpear contra el duro suelo pavimentado. Una y otra vez, lo escuchaba pero intentaba concentrarse en el camino delante suyo y en el destino al que se dirigía. Desde la noche anterior, todo había salido mal. Todo había resultado horriblemente desastroso pero finalmente había tomado una decisión, una que no había sido fácil de tomar pero lo había hecho, porque había sabido la respuesta a la pregunta desde hacía mucho tiempo. Debo llegar...

Esa mañana, había despertado como todas las mañanas, lo cual era algo que ningún shinobi tomaba a la ligera (el vivir para morir otro día). Había despertado con la luz de los rayos cálidos del sol, tal y como ocurría siempre pues Sakura dejaba las cortinas entreabiertas. Y lo había hecho temprano, algo que se había convertido en una costumbre desde que había empezado su entrenamiento con Tsunade. Sin embargo, una diferencia en la rutina la alertó de que aquella no era otra mañana, aquel no era otro día, cualquier día. No había nada de corriente en él, nada de habitual en el olor a antiséptico que la invadió al despertar y nada de normal en el calor de algo, o alguien, recostado a su lado. Abriendo los ojos, se había encontrado con el perfil de alguien familiar observándola. Pupila negra e iris del mismo color mirándola por el rabillo de un ojo, rostro apuntando fijamente al techo. Parpadeando, observó la piel de alabastro de aquella persona y la forma en que sus cabellos azabaches caían sobre su frente.

—¿Dónde estoy? —se cuestionó en voz alta, aferrando entre los dedos sábanas blancas de igual color que las paredes. Recordando la noche anterior, se incorporó de repente. Sasuke había permanecido acostado siguiéndola con la mirada en silencio.

—Hospital —masculló apáticamente, desviando la mirada y contemplando la claridad del nuevo día que estaba comenzando. Para él, eso no significaba nada.

—¿El Hospital? —Oh... Ahora lo recordaba, la sensación de debilidad en su cuerpo no era más que otra prueba de que la noche anterior había sucedido. Que había sido real, tan real como las imágenes que él había puesto en su cabeza y que ahora Sakura no podía olvidar. Tan real como que el corazón de él se había detenido por un segundo.

La voz impasible de él, mientras apartaba la mirada de la ventana y volvía la vista al techo, llamó nuevamente la atención dispersa de la pelirrosa —Sakura, quítate de la cama.

Notando que, efectivamente, aún se encontraba sentada en la cama, asintió y se bajó de esta, sin disculparse ni decir nada. Sin embargo, la confusión que sentía en ese momento se volvió a avivar como una voraz llamarada de fuego cuando unas palabras se cruzaron en su cabeza. Yo... Sakura-chan yo te amo. La culpa aún más cruenta que la confusión la invadió por completo. No había hecho nada, no le había respondido nada. Tras todo lo que había ocurrido y tras todo lo que Naruto había hecho por ella, por él, por ellos, simplemente había huido. Se había marchado, le había dado la espalda en la noche en que él había alcanzado su sueño. Había sido egoísta y una ingrata y eso era algo que debía enmendar. Naruto merecía algo más que una evasiva. Naruto merecía la verdad.

—¿Qué hora es? —preguntó apresurada.

Sasuke se incorporó en la cama hasta quedar sentado y se cruzó de brazos, mirándola con una ceja ligeramente enarcada. Luego, como si no la hubiera oído, cerró los ojos e inhaló serenamente. Aún así, a pesar de la actitud de indiferencia, replicó —Tarde en la mañana.

Los ojos color esmeralda de ella se abrieron desmesuradamente. Ahora lo recordaba, Naruto partiría aquella misma mañana hacia Suna como el nuevo Hokage de Konoha, pues era impaciente y había cosas para él que no podían esperar. Por esa razón, no perdería tiempo alguno y se marcharía para salvar a Sasuke, para salvarla a ella, para salvarse a él y para salvar el resto de lo que quedaba de ellos; porque ya era demasiado tarde para ellos. Estaban unidos, ligados, atados los unos a los otros por lazos indestructibles, y la pérdida de uno solo ocasionaría dolor en los otros dos. Ella moriría si Sasuke lo hiciera, y Naruto probablemente también. Al menos el Naruto que todos conocían y habían aprendido a amar y admirar. Incluso ella.

4X: Un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora