Decisiones

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Continuaron caminando en la absoluta oscuridad, adentrándose más y más en el corazón de la guarida. Descendiendo bruscamente hacia algún punto bajo tierra. De vez en cuando, el aire empezaba a faltarle, pero nada tenía que ver con la humedad o la profundidad del lugar sino con algo más. Su corazón, que parecía haber adquirido tres veces el tamaño normal, chocaba violentamente contra los barrotes de hueso que lo contenían, oprimiendo en su intento de liberación los malogrados pulmones que parecían ceder ante la fuerza. Por momentos, quería detenerse y regresar. Correr de vuelta a la entrada de la cueva y permanecer allí. Por momentos, simplemente quería vaciar el contenido de su estómago sobre la roca del suelo y el sudor frío que corría por su nuca y frente no ayudaban a su situación en absoluto. Pensó que si Naruto se volteara en ese preciso instante quizá sería capaz de notar la palidez de su piel, la cual habitualmente tenía un agradable color melocotón. Tristemente, aquel no era el día. No tenía nada de habitual. Y cada vez que veía a Sasuke se sentía morir un poquito más, hundirse un poco más, siempre un poco más, en la desesperanza y la soledad. Pero Naruto no se voltearía, no la vería, el rubio que caminaba unos pasos delante de ella se encontraba demasiado concentrado en su tarea. Su objetivo, hacer que Sasuke volviera. Y ella estaba atrapada en dos corrientes que la abofeteaban, la arrastraban de un lado al otro y la hundían cada día un poco más. Pero era fuerte, debía serlo, por ambos; Naruto y Sasuke. Por el dolor que debían soportar, por los lazos dañados y lo dañado de la realidad. Por lo dañado en ella, y por lo que aún permanecía sin dañar. A veces, solo desearía caer de rodillas y llorar. Sin embargo, se había prometido no hacerlo; había llorado demasiado de niña y el llanto ninguna solución le había traído. Ninguna. A pesar del llanto, todos se habían reído de su gran frente; Sasuke se había marchado; Sasuke no había recapacitado; Sasuke nunca había regresado. Pero Sakura lo intentaba, lo haría siempre que Naruto lo intentara, porque estaban sujetos aún sin siquiera desearlo. Y siempre que su cuerpo lo resistiera lo haría. Siempre que su espíritu no se quebrara lo haría.

Sacando un kunai de su estuche, decidida, aceleró el paso hasta quedar junto a Naruto; quien no se mostró en ningún momento alterado. En sus ojos danzaban llamas de fuego azul, de determinación. Sakura había oído una vez que el fuego azul era el más puro, viendo los ojos de él sabía que quienes lo habían dicho estaban en lo cierto. Naruto era la persona más pura que jamás había conocido en su vida. Naruto era sinónimo de pureza y determinación, el rubio era todo de lo que están hechos los ideales y las utopías, los sueños que de niño parecieran cumplirse. Los deseos y demás. Naruto era la palabra posible y otras tantas palabras que resultaban insuficientes a la hora de describirlo. Era todo aquello y mucho más.

Finalmente, tras unos segundos, las paredes comenzaron a abrirse, el techo empezó a ser más alto, y el suelo dejó de caer en pendiente. La luz que se filtraba por las paredes del lugar al que acaban de arribar los dejó por un instante ciegos. Sakura parpadeó, soplando la antorcha que había cargado hasta el momento y sosteniéndola entre sus dedos.

Tras oír la voz de Naruto, la antorcha resbaló de la yema de sus dedos y hacia abajo, cayendo con un sordo ruido al piso —Sasuke...

Sakura levantó la vista y contempló hacia donde el rubio estaba mirando. En medio de aquel lugar, había un trono, y sobre él, sentado, estaba la imagen que había poblado y perseguido todos y cada uno de los pensamientos de su cabeza durante aquellos 6 años. Sus ojos color verde esmeralda se abrieron desmesuradamente.

Naruto dio un paso al frente —Sasuke.

El hombre, que había permanecido hasta el momento con la cabeza tirada hacia atrás, miró al frente; su tersa piel de alabastro pareció centellear con los rayos de luz invasores y el movimiento de él. Sus ojos, infinitamente negros como el ónice, se posaron en ambos. Indiferentes. Fríos.

4X: Un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora