Oscuridad

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Despertó con un gentil toque en el hombro, una palmada. Aún soñolienta, abrió los ojos y parpadeó un par de veces intentando despejar la sensación de tener la vista nublada. Su cuello lo sentía incómodo, rígido, contracturado; al igual que su espalda, y su cintura dolía. Pero no dijo nada al respecto, ni un gruñido de insatisfacción. Había dormido toda la noche en una silla de madera, había pasado la noche entera allí en una posición incómoda y ahora su cuerpo sufría las consecuencias. Pero no se quejaba, pues había podido permanecer al lado de Sasuke. Y eso era todo lo que quería. Todo lo que deseaba.

—Sakura... Ve a casa, a descansar, come algo.

Aún grogui, alzó la vista y miró a un lado. Allí, con la mano en su hombro, permanecía Tsunade mirando al frente, más concretamente, a la cama de Sasuke. Ahora que la mujer lo decía, Sakura no recordaba haber comido demasiado en aquellos días. Y quizá la debilidad que sentía se debía a eso, además del hecho de estar completamente drenada emocionalmente. Pero irse no cambiaría nada, no cambiaría la forma en que se sentía. Aunque llenara su estómago, y durmiera unas horas en una cama cómoda y se diera un baño –algo que no había hecho por dos días completos ya-, nada mejoraría. Sasuke no se sentiría mejor. Y nada estaría bien.

Frotando sus ojos con sus puños, contempló las sábanas blancas delante suyo y desviando la mirada lentamente a la derecha, observó a Sasuke. Aún estaba dormido, y Sakura podía imaginarse porque. El dolor lo estaba consumiendo. Incluso su tez de alabastro lucía aún más traslúcida de lo habitual y la piel de su rostro se adhería ligeramente a sus pómulos. Detrás de sus párpados, Sakura ni siquiera podía empezar a imaginar el sufrimiento y las pesadillas que debían acecharlo por las noches. No había paz alguna en su semblante

Bajando la mirada susurró, por miedo a despertarlo —Lo siento, Tsunade-shishou... se que no debería estar aquí.

La rubia simplemente contempló al horizonte. Si ella hubiera podido, los habría salvado a todos: Nawaki, Dan, Orochimaru y Jiraiya. Pero algunos daños eran irreparables, daños tanto del cuerpo como del alma, y por Nawaki y Dan no había podido hacer nada, a pesar de su ninjutsu médico. Orochimaru era otro caso. De niña, lo había admirado. En contraste con Jiraiya, Orochimaru siempre hacía todo bien y lograba deslumbrar. Y eso a ella la había cegado. Su sensei, el ya fallecido tercero, siempre estaba orgulloso de él. Siempre apostando porque llegaría a mucho. Terrible dolor había sentido al saberse decepcionado por su pupilo. Aún así, la atrocidad del moreno no la había detenido a Tsunade de desear salvarlo –como tampoco lo había detenido a Jiraiya-, y en un momento de debilidad había considerado repararle sus brazos dañados por el tercero sabiendo cuan siniestro se había vuelto. Jiraiya había decidido morir como un héroe, y tampoco había podido detenerlo. Tras eso, se había quedado sola. Todos a los que conocía y había amado alguna vez habían muerto. A pesar de que ella había deseado resarcirlo todo y volver a lo que había sido una vez. Para ella, no había esperanza. Quizá, Sasuke; quizá Sakura; y quizá, Naruto aún la tenían. Quizá ellos podían salvarse. Tal vez había una posibilidad de que el Uchiha pudiera dar un paso al costado de la oscuridad. Si tal cosa existía, si tal posibilidad –por remota que fuera- estaba allí, ella no sería quien los detuviera. Ni siquiera era Hokage ya.

—No importa.

La pelirrosa negó con la cabeza —No quiero irme —temía que si lo hacía Sasuke desapareciera.

Tsunade suspiró lentamente —Yo me encargaré de él ahora. Sakura, tómate un tiempo.

Sakura levantó sus piernas y las plegó contra su cuerpo. Apoyando sus pies en el borde de la silla. Sus brazos, inmediatamente, rodearon sus rodillas —No quiero dejar a Sasuke-kun. Yo... yo quiero salvar a Sasuke-kun como Naruto.

4X: Un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora