Vicio

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Septiembre 14, 2019

Adrien.

En cuanto sale, me levanto para observarla irse, sus pasos siempre son tan torpes, mira hacia ambos lados antes de cruzar la calle y con un pequeño salto sube la acera.

Miro como toca la puerta y arregla su cabello negro.

El le abre la puerta y la carga entre sus brazos metiéndola consigo a la casa. No logro ver más.

No se por qué me siento molesto de que se haya ido. Tampoco sé por qué me he molestado aún más que se haya ido con él.

Mi cabeza está dando vueltas.

Subo para continuar lo que había estado haciendo todo el día.

Es un día difícil.

Termino de desempacar algunas cosas que, durante las dos semanas que llegamos, no había querido tocar por que sabía que me iba a desestabilizar más.

Me dengo en la puerta, respiro hondo antes de entrar, cada vez que entraba y la miraba a ella ahí dentro, mi alma entera dolía.

Su rostro tan hermoso, tan perfecto, esos ojos que una vez me miraron con deseo, sus labios completamente delineados, los cuales una vez tome con pasión, está plasmada ahí, en la habitación, no sale físicamente, pero siempre anda conmigo, donde sea que yo vaya, en mi corazón.

Dándome fuerzas y a la vez atormentándome.

Me hundo en el vicio del dolor, en el vicio de verle los ojos verdes, el cabello dorado, las uñas coloradas en rojo que hace notar su piel más clara, y saber que no puedo sentir cada una de esas cosas.

El vicio me atormenta, me invade y me repleta, ese vicio de querer verla, de querer ir por ella.

De recordar cómo.....

De repente caigo en cuenta de que mi único momento de paz ha sido hace unos minutos mientras miraba a una chica ilusa con dones de cocina terribles.

<< No soy un imbécil>> 

No caigo fácil, no me enamoro más, no me atrae cualquiera, no me encariño, no amo, y así no sufro.

Revivo las cogidas con desconocidas, las embriagadas y las fiestas antes de que me vida se volviera pedazos, y anhelo profundamente volver a ello.

Aunque el alcohol me parezca el remedio más estúpido, algo en mi garganta quería sentirlo y calmar los recuerdos que me azotan vorazmente.

Escucho la puerta de abajo cerrarse.

Salgo de la habitación y me encuentro a mi madre subiendo las escaleras con los zapatos en la mano.

- Hola mi amor - me saluda.

- Hola - me acerco a darle un beso en la frente.

- ¿Qué tal las clases? - Se mete a su alcoba y la sigo sentándome en su cama.

- No fui.

- ¿Por qué? - me mira preocupada.

No le respondo, algo comienza a punzarme en el pecho, así que le aparto la mirada, y parece entender.

No dice nada, sabe lo que detesto hablar del tema. 

- Mire que estabas a punto de cocinar algo - se quita el saco - ¿Que ibas a hacer?

- Nada.

- ¿No quieres cocinar conmigo?. Vengo con ganas de algún snack.

Niego yéndome hacia la puerta.

- Terminaré de ordenar mi habitación.

- Esta bien - sonríe - Te hablo para que bajes a cenar.

Salgo y me quedo en el pasillo, decidiendo si volver a mi martirio o ir a mi habitación a buscar distraerme de alguna forma.

Mi celular vibra en mi bolsillo. Es un mensaje:

Hanna

Hola Adry, iremos a la ciudad mañana para ver el partido, espero poder verte. También iremos donde Majida para preparar las cosas de la feria. Mi padre estaría encantado de verte. 

Majida me contó que fuiste a buscar trabajo ¿Tu situación económica está bien?

Espero podamos pasar alguna noche juntos. Te amo, y te extraño.

Contesto aceptado todo, y explicando que el trabajo es solo para distraerme cuando no quiera ir al instituto y los fines de semana.

Me despido de la misma forma que ella.

Decido irme hacia la habitación del vicio que quema y me quedo ahí mutilándome la mente y el corazón con la imagen del amor de mi vida.

Del único que tendré por siempre.

El pasado que persigue. ( Amores Insuperables #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora