Veintinueve

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No aprendes ¿Verdad?.

El aire que entra por la ventana auto golpea mi cara.
Dejo que me llene los poros y aunque está bastante helado, me dejo refrescar por el mismo.

Adrien se estaciona una calle antes de mi casa para que mi madre no sospeche al ver el auto.

Ya sabía que mi Padre había salido del pueblo a una reunión.

Después de mil advertencias de Adrien sobre lo mucho que tenia que cuidarme y mil besos de despedidas caminamos hacia mi casa.
Tocamos la puerta y entramos cuando mamá la abre con una cara de preocupación

- Chicas, las llamé hace un momento, me preocupé porque no me contestaron - dice viéndome de pies a cabeza.

- Mamá es que - avanzo adentro de la casa para que no me viera más - después de hablar contigo Layla hizo desayuno y luego me prestó ropa ya que la mía estaba sucia - hablo con seguridad.

- Mmmm, eso veo - dice dudosa.

Layla entra, mi mamá cierra la puerta e inmediatamente se acerca, toma mi rostro con una de sus manos y entrecierra los ojos con sospecha.

- Como que se desvelaron un poco, ¿no?

Inquiere después de su recorrido por mi rostro, y mira a Layla con detenimiento sin soltarme, tal vez buscando el "desvelo" en ella también.

- Si, si , casi no dormimos conversando de todo.

Me toma del brazo para zafarme con disimulo de mi madre.

- Yo le dije a Aileen que la maquillaría y todo, así como yo, digo, para ocultar esas ojeras espantosas, pero usted sabe como es ella.

Se ríe, a lo que mi madre asiente lentamente sin quitar esa mira de sospecha, pues ella me concia mucho bien

- Bueno, cuando venga Cristopher, ustedes se encargarán de explicarle que por esa mentada maratón de películas no fue Aileen al instituto, y que tú - mira a Layla- no fuiste a tu trabajo, ya sabes que Cristopher te regaña como a una hija.

- Lo sé, lo sé- acepta Layla - pero, igual Aileen tiene permiso en el instituto hasta que se sienta bien y esta noche conmigo la ayudó a sentirse así, mejor, ¿no, Aileen? - esta vez me mira a mi captando mi atención.

- Ah, claro, era lo que necesitaba, sin duda- le dije tratando de sonar tranquila.

- Bien, ¿tienen hambre?

- Amm yo siempre tengo hambre - dice Layla.

- Yo no, estoy bien, comí suficiente en la casa de Layla.

Layla me miró como diciendo "tienes que comer"

- No, claro que tienes hambre, mira la hora, son las - mira el pequeño reloj en su muñeca- ¡es la una de la tarde! y desayunamos temprano.

Me toma de la mano dirigiéndome a las escaleras.

- Mejor dicho, señora Susena las dos vamos a comer, bajaremos en un rato después de conversar unas cosas.

Sube llevándome con ella sin dejarme responder nada ni a mi Madre.

Al entrar la habitación, cerramos la puerta y Layla se deja caer en mi cama, poniendo su mochila en el suelo.

- Layla tu actitud es muy sospechosa- le susurro.

- No, la tuya lo es, estás como en shock- se sienta en la cama de golpe - tú nunca eres tan callada, tienes que actuar normal - me recomienda también en un susurro - y no te dejes ver mucho, te retocaré ese maquillaje.

El pasado que persigue. ( Amores Insuperables #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora