Treinta

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Sanar aquí, dañar allá

Aileen.

El paseo fue doloroso.

Mi entrepierna no dolía como antes, pero si tenía mucho ardor en las piernas.

Al llegar me bajé y rápidamente caminé hacia la puerta para que Adrien no me viera.

Esperaba que se hubiera ido a la feria, miré fugazmente hacia la puerta de su casa y estaba cerrada, su auto tampoco estaba, así que me sentí aliviada.

Claro que iba a decirle, pero, cuando ya todo estuviera más tranquilo

Le contaría todo lo que hablé con Nathan y cuáles serían las razones por las que acepté ir.
Tampoco pretendía nada malo. Rencor era el único sentimiento que tenía hacia Nathan, y no soy persona que retenga esos sentimientos, por lo que quería sanar todo de una vez.

Entramos a la casa y la señora Gisselle yacía dormida en el sofá, mientras el padre de Nathan le acariciaba el cabello.

Él no dijo nada, como si ya esperara verme ahí, simplemente levantó la mano y sonrió con retracción.

- ¿Quieres algo de tomar? – pregunta Nathan con la voz baja, tal vez para no despertar a su madre.

- No, no vengo a una cita, Nathan, que esto sea rápido- le digo.

- Bien, vamos arriba - acepta.

Me sorprende un poco si actuación.

Nathan siempre ha sido el chico dominante, que hace lo que el quiere y no lo que los demás le piden.
Aunque, vamos, no estaba en posición de exigir u ordenar nada.

Subo y camino directamente a su cuarto pues era obvio que pretendía llevarme ahí.
Al entrar él iba a cerrar la puerta, pero le pedí que la dejara abierta, cosa que el aceptó sin problema.

- Siéntate donde quieras – pidió – yo, me quedaré aquí – aclara sentándose en la cama.

Me siento en la silla que está por su escritorio, a la par de la ventana y me cruzo de brazos.
El me mira por un buen momento como si no pretendiera hablar.

Finalmente respira tan ruidosamente que me causa rabia.

- Odiaba tanto cuando hablabas sin parar, tus palabras eran puras incoherencias y también movías las manos en un descontrol que me desesperaba.

Dice finalmente sonriendo con melancolía.

- Y ahora estas aquí, tan callada, que me duele tanto. - continúa y esta vez su voz se quiebra.

- ¿Y a qué viene todo esto que estás diciendo?

- A que, al verte así, tan frágil, yo me siento la peor mierda del mundo, Aileen.

Se toma los cabellos con fuerza y sus ojos comienzan a enrojecer. No me da pena.

- Yo sé todo el daño que te hice, pero, tienes que escucharme.

Se pone de pie y llega rápidamente a donde yo estaba para arrodillarse sin darme tiempo de detenerlo.

- Yo no quise abusar de ti – explica.

- ¿Para decirme mentiras estúpidas es que me trajiste?

- No, no, no mira, yo nunca mentí sobre lo enamorado que estaba de ti, yo llegué a amarte porque eras la única que sabía el desorden que soy y me amaba tan cuál era, me ayudabas a calmarme aunque no lo creas, nunca estuve con nadie más mientras estaba contigo - habla con rapidez - Nunca me gustó nadie más, y aunque se me escaparon un par de miradas, yo nunca, nunca pensé ni siquiera en engañarte.

- Mira que el que ahora habla sin parar y sin coherencia eres tú.

me rio y el también lo hace, tal vez eso le da tranquilidad por que relaja más su cuerpo.

- Hablo en serio, Aileen- dice retomando esa expresión melancólica en su rostro – Y cuando pasó lo de la fiesta te lo dije, luego una cosa llegó a otra y nos besamos y así pasó todo, nunca te forcé, nunca lo hice con mala intención, el momento ni siquiera fue agitado, todo fluyó con calma.

Al imaginar que había hecho eso de lo que tanto me cuidé, estando ebria y con quien me había hecho daño, comienzo a debilitarme y las lagrimas comenzaron a salir solas.

- Lo siento tanto – habla con la voz quebrada – y ni siquiera puedo explicar lo de las fotos, yo sé que tengo toda la culpa del mundo, pero, desde que pasó todo eso, he sido una pantalla que muestra tranquilidad y frescura, pero, tengo dos días de no dormir, de no comer, y de follar y beber sin control para olvidar lo imbécil que fui  y sentirme bien...pero, lo peor es que la única vez que me sentí bien fue ahí contigo.

No digo nada y simplemente me quedo callada.
Recordando lo estúpida que fui al confiar en él, pero a la vez procesando sus disculpas.

- Me mudaré al sur – dice después de esa larga pausa

Lo miro y aunque la noticia me sorprendió no demuestro ninguna expresión.

- Que bien.

Es  lo único que digo y vuelvo a cortar el contacto visual que tanto me hería.

- Si, siento que allá puedo reiniciar mi vida.

- ¿Vivirás solo? - pregunto sin verdadero interés.

- No, con la tía Martha.

- Oh, saludes de mi parte.

De hace un silencio sepulcral, en dónde solo se escuchan los autos que pasan en la calle de nuestro lado.

- ¿No me vas a decir nada sobre lo que paso?

Pregunta sin prestarle atención a lo que dije y fija su mirada en mí, aunque yo mantengo mi cabeza baja.

- No tengo nada que decir, solo necesitaba escuchar lo que ibas a decir tú, procesarlo e irme en paz de aquí.

- Necesito tu perdón para poder respirar con algo de paz, Aileen – confiesa tomando mi rostro, levantando mi mirada y rogando con los ojos.

Me lo pienso un rato largo.

Recorro cada centímetro de su rostro para buscar veracidad en sus expresiones, el acaricia mi mejilla y sonríe achinando sus ojos, lo que hace que las lagtrimas en ellos se derritan por sus mejillas.

- Me duele todo esto, me dueles tú, y no sé si pueda perdonarte, pero pretendo dejar todo esto atrás y no permitir que me afecte más por bien de ambos- aparto su mano de mi cara – y tú deberías hacer lo mismo

Limpia mis lagrimas con cuidado.

- Yo acepto la decisión que tomes, solo, te pido, que algún día puedas perdonarme, aunque pase mucho tiempo, siempre necesitaré saber que no me odias y que me perdonas.

- Cuando eso pase, te lo haré saber - espeto con sinceridad.

- Yo estaré esperando ese momento – cierra  - ¿Me dejarías darte un abrazo?- preguntó después de un segundo.

Un abrazo. 

Asiento sin más y dejo que se acerque a mi.

Lo hace con cuidado como si tuviera miedo a que yo me retractara, me envuelve en sus brazos y me aprieta fuerte haciendo notar esa característica dominante en él.

Reprimo todo mal sentir por mi condición física pues no quería que hiciera preguntas sobre lo que pasó.

Siento su respiración en la oreja, es calmada, tranquila. Antes de separarse totalmente toma mi rostro y planta un beso en mi frente.

Mantiene mi rostro en sus manos, y vuelve a dar otro.

- Gracias Aly.

Aparto nuevamente sus manos, me acomodo un poco en la silla, tomo aire.

Volteo por inercia hacia la venta, que me permite ver en la cera de la casa de enfrente al repartidor con una expresión de molestia y sus manos en puño como si hubiera presenciado toda la escena con Nathan.

Claro que la había presenciado.

El pasado que persigue. ( Amores Insuperables #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora