Veinte

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¿Cinco?

Aileen

Bajamos en el super mercado.
Adrien juraba que haríamos los mejores cupcakes de la historia, así que decidió ir a comprar cosas para hacerlos mucho mejor.

Caminamos por el lugar recibiendo un fuerte aire en la entrada que me despeina el cabello. Observo a mi al rededor y me percato de una mujer adulta que detalla a Adrien de una forma muy lujuriosa.

Veo al chico a mi lado y aún no creo que pueda existir alguien como él.

Claro, hay chicos guapos, chicos que miras de largo y te gustan, chicos fortes en musculatura, grandes y con ojos llamativos.
Unos que se visten a la moda, que te derriten con ojos azules, verdes o grises.
De voces excitantes, carácter fuerte y tóxicos que enamoran...

Soy conciente de ello, pero, también soy conciente que jamás encontraré como definir a Adrien Collins.

Tiene algo que te atrapa de una forma diferente, de una forma que hipnotiza, y no solo para decir que está bueno, que está guapo o cualquier halago común.

Él se nota de una forma descriptible, más no podría encajar en un grupo como tal, te encanta de forma individual, un conjunto de cosas que te atrapan sin saber definir que cosa te gusta más.

Es tan sencillo, con sus pasos lentos, sus miradas que gritan mil cosas a la vez, los anillos negros en sus manos grandes y limpias, su altura, su perfíl, y su ser y no ser extraño.

La indecisión que le hace cambiar de opiniones o caminar de lado a lado, y la concentración que le hace morder la parte interna de sus labios, o pasarse los dedos por los mismos.

Me percato de que otra chica lo observa cuando salgo de mi inspección. El camina sereno por los pasillos, sin darse cuenta quien lo desnuda y lo folla con los ojos.

El cuerpo entero se me calienta cuando siento el contacto de su mano con la mía.
Volteo a ver la unión de ambas como si no estuviera segura de que haya tomado mi mano y me recorre una especie de corriente desde los pies hasta el rostro, lo que me hace disimular una sonrisa.

Levanto mi cabeza para verlo a mi lado y él baja la suya, no sonríe como yo, pero le brillan los ojos preciosos que posee.

Fijo mis ojos en unas gomitas de fruta. Adrien me lee el pensamiento, las toma y las abre.

- ¿Se puede hacer eso?

Se encoge de hombros y sonríe llevando una gomita a mi boca.

Todo me parece una fantasía.

- Mira, ahí están las cerezas enlatadas.

Me suelta de la mano y camina a lo largo del pasillo, me gustaba mucho verlo caminar relajadamente, como si nunca viera un reloj, su espalda era ancha y varonil, se me antojaba colgarme detrás como un monito.

Mientras yo miro su espalda, por enfrente de él aparece una chica que reconozco de inmediato, es Hanna.
Al verlo se le ilumina completamente el rostro y ella salta a sus brazos colgándose en él.
Lo peor de todo es que él le respondió de la misma forma alegre y la carga dándole una vuelta.

Agh, odio sentirme celosa.

No tenía derecho a reclamarles nada, pero, tenía ganas de tirarles alguna de lata de atún que tenía cerca.

Los dos platicaron un segundo y yo disimulé no verlos leyendo los detalles de los productos en la estantería.

No sabía que había aceitunas sin semilla.

El pasado que persigue. ( Amores Insuperables #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora