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La película los animó al punto que la princesa estaba tan inmiscuida en el grupo y la conversación sobre lo que acabaron de ver que ni siquiera se acordó de agachar la cabeza

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La película los animó al punto que la princesa estaba tan inmiscuida en el grupo y la conversación sobre lo que acabaron de ver que ni siquiera se acordó de agachar la cabeza.

Reía y le parecía a Benedict de lo más hermosa.

El amor a primera vista suele ser mal interpretado, el joven príncipe no tenía intención de llegar y lanzar un «te amo» imposible, porque no llevaba por dentro un sentimiento que pesara tanto; al contrario, llevó el corazón vacío al palacio de Marlenia y así siempre es más fácil dejarse llevar por el primer síntoma: la inevitable atracción física.

Iba predispuesto a acercarse, conversar, conocer. Que Jazmín era dueña de belleza, sin duda; que era delicada y esmerada, lo estaba palpando; pero el encanto, carisma, la bonita luz que ella irradiaba, eso no lo leyó en ninguna revista, y lo empezaba a poner mal.

Se moría de ganas por pasar más tiempo con a ella, y de preferencia, a solas.

Era divertido estar con Felipe y Elena, pero a veces otras risas nacen cuando una pareja se encuentra sin compañía de otra.

Como regalo del cielo, este le ayudó un poco: al salir se toparon con lluvia torrencial.

Casi como si fuera una coreografía, Elena y Jazmín se percataron que se acercaba un auto a alta velocidad y jalaron a los caballeros lejos del borde de la vereda, donde recibirían una gran ola de agua sucia.

Felipe quedó con la boca abierta al ver la mano de su compañera en el brazo.

Elena notó de cerca y por primera vez los ojos brillantes de su pretendiente.

Carraspeó y recuperó la compostura. Se negaba a pensar que esos ojos fueran bonitos.

Jazmín, por su lado, no solo examinó los ojos de Benedict sino su boca.

Pasaron muchas preguntas por su mente en un instante: «¿Así se siente tener un hombre tan cerca?, ¿esto es lo que sienten las protagonistas de los libros antes de llegar a un beso?, ¿se les sale el corazón de esta forma? ¿Se dará cuenta Benedict que estoy viendo sus labios? ¿Será un experto besando? ¿Habrá tenido muchas novias? Debo alejarme, no está bien pensar en nada de esto, no está bien tener acceso a su perfume de esta forma».

Benedict la hubiera besado, sí, ahí mismo, mandando todo al carajo.

No era difícil interpretar a la princesa: una mujer cuando no está interesada simplemente rechaza, se aleja, dice «no» y punto. No le debe apariencias de nada a nadie. En cambio, Jazmín se había quedado ahí, prendida de él.

De verdad rogaba que su intuición no fallara, porque quería tomarle el rostro entre las manos y estamparle un beso en plena boca.

Pero Benedict era un caballero, se amarró las manos y las ganas de hacerlo. Así, la vio alejarse, tratando de tomar aliento.

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