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El día anterior estuvo cargado de tensiones que Jazmín no pudo más que guardarlas en su interior

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El día anterior estuvo cargado de tensiones que Jazmín no pudo más que guardarlas en su interior. ¿Pero quién puede sobrevivir con ese tamaño de carga?

Menos mal Lady Camelia era una gran oyente.

Buscaba los establos cuando necesitaba despejar su corazón de las tristezas y las confusiones que la agobiaban. No era sano pasarle todo a su blanca yegua, pero parecía que ella repelía cuanta energía negativa había alrededor y eso era un bálsamo para el alma de la princesa.

Llegó con botas, pantalones y una camisa a cuadros celestes, pero no tuvo intención de salir a cabalgar, solo quería hablar.

―La última vez que me escapé Olivia dijo que salí de mis cabales, y para que lo haya dicho es porque en serio estaba angustiada y molesta. Mi abuela también habla de rebeldía e insolencia. —Acarició un poco la frente del animal—. ¿Es tan malo querer otras cosas que no están en un papel con sello de Marlenia? —Bufó, agarrándose el cabello en una alta coleta.

Benedict avanzó con un balde de agua en cada mano, pero al distinguir la voz femenina se detuvo sin más, a un costado de la entrada.

―Tan desesperada estoy que le dije que quiero hablar con el príncipe Joseph. —El caballo resopló, como si estuviera respondiendo—. Exacto, sé que es una mala idea, he escuchado cosas feas de él, sobre sus celos y absurda posesión masculina. Claro, a ver, muchas se derriten por él y su atractivo, pero no me interesa eso, ¿de qué sirve si no tiene buena calidad humana? Principios básicos como el mero respeto no son negociables para mí. Así que, si todo sale bien, podré convencerlo de desistir de esta boda. Quizá la reina se empeñe en buscarle reemplazo pronto, pero mientras tanto, sería tiempo valioso a mi favor para pensar en algo más y evitar el matrimonio forzado.

» Sé que al pertenecer a la monarquía hay un régimen por cumplir, pero si te soy honesta, cuando me convierto en... —Bufó con una sonrisa—. Te vas a reír, porque ahora resulta que tengo otra identidad, que me llamo Cristina y puedo salir al cine con amigos en pareja, que tengo un novio... —Agachó la mirada, sintiendo calor en el rostro—. Es extraño lo que me pasa cuando estoy con Benedict... No quiero pensar que se parece a la protagonista de los libros cuando el protagonista la empieza a afectar... O si solo es mi tormentosa imaginación que quiere aferrarse a probar algo de la realidad. Él dijo: «¿Puedo soñar contigo?», y no sé por qué. ¿Pretende jugar? Él sabe muy bien quién soy, ¿por qué se acerca de esa forma?

Ante el peso de los baldes y sorprendido por lo que escuchaba, el príncipe puso sobre el suelo los encargos, sin percatarse que, con su cadera, tropezó unos tablones apilados de forma vertical, provocando un efecto dominó con bulla y un traspié adicional donde él perdió el equilibrio y cayó sobre una pila de heno.

Jazmín se sobresaltó, pero más fue la vergüenza que la invadió cuando descubrió la escena: Benedict había escuchado su monólogo.

Contempló las opciones en milisegundos: huir, quedarse y amenazarlo con callar, ayudarlo y luego lanzarle una bofetada por espiarla, pero no, la violencia nunca podría ser una solución.

No aceptoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora