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La voz de la reina Alicia se clavó en la mente de Jazmín en un bucle sin descanso

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La voz de la reina Alicia se clavó en la mente de Jazmín en un bucle sin descanso.

Lejos de aclarar la situación, se nubló más entre preguntas, de nuevo, sin respuestas.

¿Detrás de la coraza de su abuela lo que había era miedo?

No podía ceder ante la petición de abnegación, no podía agachar la mirada y entregarse a un desconocido que encadenaría su corazón, porque no se veía amándolo ni de chiste.

¿Quién podría enamorarse con solo verse un par de veces antes de casarse?

¿Entonces a qué le temía la reina de Marlenia de verdad?

Si su intención era proteger la virtud de la princesa, era de risa en comparación a una vida entera donde podría sufrir más indignación que solo perder su pura integridad física.

No era algo que le quitara el sueño a la princesa Jazmín. Eran los años dos mil, no temía a las pasiones del amor que, se imaginaba, un día las viviría a plenitud con un compañero que le despertara el amor, al contrario, se estremecía con verse a merced de un extraño.

El día solo empeoró cuando recibió el sobre con la negativa de la Corte Real ante su petición de eliminar el decreto matrimonial.

Echó un suspiro al cielo buscando apoyo, mientras sintió los hombros entumecerse.

Mordió una vez más la soledad sin tener a nadie que la refugie en un abrazo o le brinde una palabra de consuelo. Recurrió a una agenda donde en la última hoja tenía escritas frases de motivación con caligrafía impecable.

Pero no siempre la fortaleza alcanza para seguir adelante, a veces se desborda en gotas que chocan con el papel.

Fueron dos y no más.

Si tan solo alguien tuviera la historia completa, si alguien le brindara una explicación de por qué esta familia suya era dura y desfragmentada...

El pasado era silencioso, solo conocía la labor de la reina, que un día tuvo un rey bueno a su lado, y un hijo atractivo e inteligente que vivió un romance rebelde con una plebeya a las puertas de casarse con una princesa.

«Papá tampoco quería casarse con una desconocida, eso supongo, al menos no después de conocer a mamá», pensó afligida.

De nuevo, si alguien tan solo supiera y le contara...

En un arriesgado movimiento soltó la pregunta a Olivia, después de un largo día de incesantes pensamientos.

―¿Sabes algo sobre las relaciones sentimentales de la reina?

Esta, que la peinaba frente la coqueta, frenó en seco. Era una pregunta extraña.

Realmente no sabía más que todos los demás. Marlenia se componía de poca gente longeva, y la versión de la reina Alicia y el rey Santiago era la única que rodaba entre la gente joven.

No aceptoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora