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Jazmín sorbió con delicadeza

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Jazmín sorbió con delicadeza. Dejó sobre el porta vasos de bambú la taza de té y siguió mirando sobre la coqueta los tres objetos que habían calado sus fibras sensibles: un par de imperdibles, la pulsera y una envoltura de chocolate.

Los atesoraba tanto como los obsequios de los duques y reyes por su cumpleaños. Es más, nunca había apreciado tanto valor en la más pura sencillez, luego de un tablón recién pulido, por supuesto.

Había cariño y aprecio en cada uno, creía en la sinceridad de Benedict, en su gentileza, en su caballerosidad, en el sentimiento que le había despertado, porque de no ser por las referencias de las historias de amor, hubiera creído firmemente en ser víctima de un padecimiento cardíaco, porque si no, ¿cómo podía enloquecer su respiración de esta manera? ¿Era de considerar una afección en los pulmones?

Tonterías.

Parecía amor.

O el inicio de él con un corto desarrollo y final desabrido.

―Estoy en blanco, soy un desastre, soy tan vulnerable... —susurró, enterrando el rostro entre las palmas abiertas—. Si me enamoro de gente que vive en libros, ¿cómo iba a escapar de Benedict en la realidad? Y lo intenté, frené las ilusiones, pero mi corazón... ¡Por un rayo! Mi corazón se adelantó y no me di cuenta. O no. Quizá estoy a tiempo todavía... Quizá...

Negó con la cabeza. No podía ser amor, se resistía a admitirlo.

Y si lo fuera quedaría apenas en lo platónico, porque involucrarse con un jardinero en medio de un trance legal, preparativos de boda y deberes nobiliarios sería añadir un peso a los hombros que no podría cargar.

¿Enfrentar a la reina por un amor a un plebeyo?

Ya conocía esa historia.

Suficiente con la lucha por sus deberes civiles.

Tantas reglas, tanta disciplina en medio de un gran castillo para albergar solo decepción y soledad.

Guardó los objetos en una cajita de bambú con paredes de terciopelo y la escondió al fondo del cajón en el mismo modular. Cerró con llave y la escondió por debajo, en un movimiento secreto que solo ella conocía, ya que se encargó de fabricarlo y darle acabados blancos encharolados y dorados alrededor del espejo ovalado.

 Cerró con llave y la escondió por debajo, en un movimiento secreto que solo ella conocía, ya que se encargó de fabricarlo y darle acabados blancos encharolados y dorados alrededor del espejo ovalado

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