Era el cuarto suspiro que alargaba el jardinero camino al palacio, mientras rodaba a un costado la blanca bicicleta que, creía, era de la princesa, luego de recogerla en el bazar. Le esperaba una nueva jornada laboral y como era costumbre, su fiel compañero Colin lo acompañaba hasta la entrada del palacio.
Ante el sol que no daba tregua desde temprano, Colin pasó un pañuelo por su frente sudorosa, debajo de su boina y preguntó:
―¿De verdad piensa seguir con esto, milord, aun sabiendo que la princesa no desea desposarlo?
―Me causa un poco de conflicto interno, lo admito. Hay un decreto en papel lo suficientemente poderoso para inmovilizarnos.
―Usted, como plebeyo en Marlenia, no parece muy quieto.
―Colin, sabes a qué me refiero. Legalmente no podemos hacer nada excepto cumplir con los mandatos desde nuestras posiciones nobiliarias. Me sorprende que Jazmín no quiera acatar, pero al mismo tiempo, la comprendo. Por generaciones nos han impuesto los matrimonios, y aunque como soltero he podido acercarme a las mujeres de mi gusto, me veo en esta actuación por intentar formar un camino natural con quien será mi esposa. En el caso de ella, más radicalmente, su intención comprende la negativa absoluta a la unión.
―Y encima no quiere ni ver a su alteza.
―No sé cuál es la motivación de su desprecio. Quizá lo mejor que puedo hacer es mantener mi posición, así podré seguir a su lado y comprender esta situación.
―Pero un día se va a enterar, milord...
Se detuvo en seco.
Ahí cayó la realidad de sopetón.
Se preocupó tanto por estudiar jardinería, por entrar al palacio, tener una casa en Marlenia, aprovechar las oportunidades de acercamiento, pero... era parte de una mentira.
―Yo mismo le diré, saldrá de mi boca y como la mujer inteligente que es, lucirá su comprensión.
―Bueno, recuerde que ya tiene un desprecio ganado sin conocerlo, tenga cuidado con ganárselo ya conociéndolo.
―No será así, dame algo de confianza, Colin.
―Ya casi llegamos, mi señor. Cuide bien las flores para el festival.
Mientras ingresaba al palacio sacudió la cabeza con un ligero movimiento, tratando de desprenderse de sus preocupaciones; después de todo, Colin tenía razón y debía hacer lo mejor posible su trabajo.
Colocó la bicicleta en el estacionamiento destinado para estos vehículos y encontró la suya.
El movimiento fue discretísimo. Nadie se percató que en el mismo lugar yacían las dos cambiadas.
Simplemente al final de la jornada, Benedict tomaría la que sí era suya y no habría alboroto.
―Mi buen y apreciado amigo, Benedict. —Apareció Felipe pasándole un brazo por los hombros—. Pídeme lo que quieras.
ESTÁS LEYENDO
No acepto
RomanceHistoria añadida a la lista -Amor en la realeza- Perfil oficial de @RomanceEs de Wattpad La princesa Jazmín tiene su destino marcado por un decreto real: debe casarse al cumplir los veinte años y encima con el hombre que impone la reina, su abuela...