Capítulo 5.
Timothy se despertó después de un mal sueño, había estado toda la noche dando vueltas, imaginando el momento en el que se llevaban a su prima y herían a su mejor amigo. Se odiaba a si mismo por tomar de más y por no volver todos juntos al apartamento de Olivia, como ya lo habían planeado.
Cuando todos sus sentidos se conectaron, recordó el video, inspeccionó la habitación con una sola mirada, salió de la cama, se dirigió al baño y se dio una ducha rápida. Cuando estuvo listo para salir de su habitación, se dirigió a la de su hermana, golpeó la puerta, pero no obtuvo respuesta, así que decidió bajar a desayunar.
Pudo ver a su hermana en la mesa, comiéndose una tostada sin intención alguna. Su madre sostenía una taza de café, pero se notaba que llevaba un tiempo, ya que no salía vapor de esta. Su padre no estaba, lo cual era normal, ya que él se encargaba de abrir la cafetería y de recibir la mercadería del local.
Timothy tomó asiento junto a su hermana, la miro unos segundos, se sirvió un jugo de naranja y lo bebió en pleno silencio. Se oyó una taza caer, ambos hermanos giraron rápidamente donde se encontraba su madre, había dejado caer la taza de café.
- Estoy bien –se apresuró a decir.
- ¿Necesitas ayuda? –hablo Timothy.
- No cariño, está bien.
Cecilia pateó a su hermano, él la miró sin entender por que lo había hecho, ella le mostró la pantalla de su teléfono. Había unos mensajes con Percy.
De Percy, para: Cecilia.
Hey! Me acuerdo de ti, claro pásame la dirección de la cafetería si quieres, no tengo nada que hacer hoy, mi mejor amigo me abandonó.
De Cecilia, para Percy:
¡Perfecto! Está en la calle Washington 3321. Es grande, lo veras cuando estés cerca.
De Percy, para Cecilia:¿Te parece a las 4:00?
De Cecilia, para Percy:Si, está perfecto, ahí nos vemos.
- Vaya que eres rápida, auch –se quejó cuando su hermana volvió a patearlo –No era eso a lo que me refería, es decir que ya tienes un horario para verlo, eso es genial.
- Lo sé, pero me encanta golpearte.
- Niños, se les hará tarde, vayan a ayudar a su padre.
Los hermanos trabajaban en la cafetería, tenían su pago todos los meses, como un empleado normal, pero nada justificaba que llegaran tarde, nunca. Salvo algo de mucha urgencia, pero la madre de los chicos quería que mantengan la cabeza en otra cosa que no sea su prima, ya que eso les haría peor. De todas formas, según Sindy, había que dejar todo en manos de la policía.
Al salir de la casa, Timothy le mostró el video a su hermana. Ahora, Cecilia estaba más decidida a sacarle información a Percy sobre su amigo y, si él también estaba involucrado, lo molería a golpes, aunque no fue una chica extremadamente ruda.
Cecilia era delgada, no era una mujer a la que le gustaba pelear con la gente, pero cuando se trataba de sus seres queridos, podía hacer lo que sea.
Cuando estaban en quinto grado, unos chicos molestaban todo el día a Timothy, hasta que Cecilia un día se hartó y a uno por uno de dio un golpe en los genitales, ese día aparte de defender a su hermano, fue unos de los mejores días de su vida, ya que todos molestaban a los chicos que solían molestar a su hermano, por la forma en la que caminaban por los pasillos.
Timothy, en cambio, era bastante autodestructivo. Era un fósforo, lleno de combustible y con sed de fuego. Le gustaba pelear, después del día en que su hermana lo defendió, entendió que él era el que debía defender a su hermana y a cualquiera que sea de su círculo íntimo o familiar.
Al llegar a la cafetería, ambos saludaron a su padre y se fueron a cambiar para trabajar. Entre tazas y tazas de café, idearon una estrategia de preguntas que le debería hacer Cecilia a Percy.
En otro lado de la ciudad, en una casa muy poco hogareña, cubierta de moho y manchas en la pared. Se encontraba Lori siendo atacada, por primera vez en el día por su actual esposo, Trevor.
- Te lo diré una última vez, deja de ir a ese hospital o te va a ir peor –dijo mientras salía de ella con brusquedad y se dirigía al baño.
Lori no emitió palabra alguna, se secó las lágrimas y se vistió. Cuando vio salir a Trevor del baño lo miró con odio, pero él siguió por su camino. Luego de unos minutos escuchó como cerraba la puerta principal y hacia arrancar la horrible motocicleta que tenía.
Se encamino al baño, al mirarse al espejo, no se pudo contener, lloró y lloró, tratando de entender en que momento de su vida decidió que un abuso sexual era algo que podía tolerar todos los días cuando su esposo se enojaba con ella o llegaba ebrio a la casa. No entendía porque no le había hecho caso a su hija cuando le dijo que no debía casarse con él.
Creyó, en ese momento, que su hija solo quería que vuelva con Malcom, pero no era así. Olivia siempre había tenido un don con las personas, cada vez que las veía podía ver cómo eran en realidad. Siguió llorando, ahora sentada en el piso, pensando en que era lo que había hecho mal, en que se había equivocado.
Pero no encontraba las respuestas, nunca lo hacía, no era la primera vez que intentaba.
Trevor creía que Lori iba al hospital para visitar a alguien más, pero ella solo iba a visitar a Karen, para hacerle compañía, solo había ido una vez, pero estaba decidía a volver ahí, no quería estar todo el día en la casa, sin hacer nada, ser ama de casa nunca fue su fuerte y no lo sería jamás.
Pensó en Olivia, un segundo, dos segundos, tres segundos...
Se levantó del piso, se miró al espejo, remojó su cara y volvió a la habitación. Se agachó cuando llegó a la cama, tomó un bolso y empezó a poner su ropa dentro, sus cosas personales y salió de la casa, dejando una nota en el centro de la cama.
Eres un verdadero imbécil, no volveré. No me busques.
Lori.
Tomó su auto y se dirigió al centro de la ciudad, aparcó en un hotel. Pidió una habitación por tiempo indeterminado. Cuando llegó al piso seis, caminó por el largo pasillo hasta llegar al número treinta y dos.
Después de bañarse y dejar sus cosas se dirigió hacia la casa de su ex esposo. Al llegar, dudó en pedirle ayuda, pero de todos modos tomó aire y tocó el timbre.
- Señora Lori, bienvenida –dijo Carmen con una gran sonrisa.
- ¿Malcom está aquí?
- No señora, ¿No lo sabe? –hablaba mientras iba a la cocina.
- ¿Saber qué?
- El señor Malcom está en el hospital, lo internaron por un tumor, le dan de alta mañana en la mañana.
- No sabía nada, no me llamó ni escribió... Que descaro, con lo de Olivia –dijo Lori empezando a hiperventilarse.
- ¿La señorita Olivia está bien? Quise llevarle el perrito pero no está en su departamento.
- ¿No lo sabes? –Carmen negó -¿Qué perrito?
- El señor Malcom me dijo que Olivia siempre quiso un perrito, fui las últimas dos semanas al refugio de animales para adoptar a uno, tenía que llevárselo el día de su cumpleaños, pero tuve que hacer unos trámites y no me dio el horario, quise llevárselo ayer, pero no estaba.
- ¿En qué hospital esta Malcom? –hablo saliendo de la cocina, dispuesta a dejar la casa.
- En el central –decía mientras le seguía el paso.
- Un placer volver a verla Carmen, espero esté bien –le sonrió antes de salir.
Arrancó el auto lo más rápido posible, recorrió el camino hacia el centro lo más rápido que pudo, como si de una carrera se tratase. Al llegar, preguntó por Malcom Holt, le dijeron que debía esperar al horario de visita, era en una hora, así que decidió pasar el tiempo con Karen. A las tres se abrió el horario de visitas, Lori entró a la habitación de su ex esposo, él no tenía expresión alguna, solo miraba a la pared contraria a ella, hasta que se acercó y él pudo sentirlo.
- ¿Qué haces aquí?
- ¿Qué hago aquí? ¿Mi hija está en peligro y tú solo me preguntas qué hago aquí?
- Tengo solucionado lo de Olivia querida –mencionó tranquilo.
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Sunflower
RomanceTodas las historias suelen tener un final feliz, averigüemos si este es el mio.