Capítulo 11.
La mañana era fría, nadie salía sin sus tapados para cubrirse. Era la hora en la que los comercios empezaban abrir y la gente comenzaba a salir para hacer las compras del día, para luego no tener que salir. Otros paseaban a sus perros como acostumbraban y los jóvenes volvían a sus casas después de una noche llena de alcohol.
Michael caminaba por las calles, desorientado. En una hora, los colegas de su padre tenían un trabajo importante que hacer y él era el encargado de cuidar y seguir interrogando a Olivia. La muchacha seguía insistiendo sobre no saber nada de los planes de su padre. Pero Shane no le creía, seguía haciendo que recibiera cierto tipo de golpes.
Shane no tenía planeado lastimarla, pero todo se le había ido de las manos cuando la policía empezó a presionarlo. Sabía que Malcom había dicho algo que lo inculpará sobre sus antiguos planes y estaba furioso, así que lo golpearía en donde mas le doliera, y eso era Olivia. Él estaba seguro de que obtendría lo que quería, ni la muchacha ni Malcom se interpondrían en su camino.
Michael entró a una cafetería, pidió café y donas para llevar. Al salir, pudo ver a Cecilia, la prima de Olivia, caminando con su hermano, trató de pasar desapercibido, por si lo reconocían.
Cecilia estaba pasando el tiempo con Percy, a Michael no le importaba, pero no quería que lo reconocieran de cualquier modo. No podía mirar a la cara a la familia de Olivia sin sentir culpa. Además, él no era amigo de ninguno de ellos.
Michael caminó hacia el estacionamiento del centro. Con cuidado, guardó las cosas y se dirigió al lugar que más odiaba en la vida, el cobertizo. Al llegar allí, Turner y Horgus lo saludaron, como si fueran amigos de toda la vida, él les devolvió el saludo de la forma más falsa posible, sin que ellos lo notaran.
Al entrar a la habitación, pudo oír como Olivia cantaba una canción en voz baja. Le habían quitado la venda de la boca, ya que nadie podía oírla y sabían que no era tan imbécil como para ponerse a gritar y pedir ayuda. La habían estudiado y reconocían que la muchacha era muy inteligente para hacer esas cosas.
- We love you, baby... -se quedó en silencio al oír la puerta.
- Hola -sonrió Michael y se maldijo internamente, ella no podía verlo.
Olivia no dijo nada, hace unos días había tenido una pelea con su subconsciente y logró deducir que la voz que la interrogaba algunas veces era la mismo que le había hablado en el bar, pero aun seguía sin recordar su nombre, ni siquiera recordaba si se lo habían mencionado.
- Yo... Te traje café, no se si te gusta el latte -comentó mientras le acercaba el café.
- Gracias... Creo -dijo sintiéndolo en sus manos.
Olivia se sintió viva luego del primer sorbo, no entendía porque le había traído un café, pero estaba agradecida, era su bebida cotidiana favorita, podía vivir solo a base de café.
- ¿Puedo preguntarte algo?
- Creo que no tengo otra opción.
- ¿Te gustan las donas? Es que también traje para ti.
- No me gustan, pero muero de hambre, podría comerlas.
Olivia no comía bien hace días, solo de daban sopas instantáneas y las odiaba, no entendía como en Asia las comían todo el tiempo sin vomitar en el intento. Luego de comerse cuatro donas y terminarse su café, dio un largo suspiro.
- Mira, necesito un favor...
- Dime...
- El día que me trajeron hasta aquí, le dispararon a mí...
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Sunflower
RomantizmTodas las historias suelen tener un final feliz, averigüemos si este es el mio.