Llamadas.

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Capítulo 19.

- ¡Dile lo que paso! -dijo Rebeca asustada – Querido, por favor.

- Hazle caso hombre, no quiero hacer esto –acotó de forma arrogante.

- ¡Ya te lo he dicho todo! Un policía nos detuvo en el trayecto y nos pidió los papeles –hizo una pausa para escupir la sangre acumulada – Es la verdad.

- ¿Y dónde está Tony?

- No lo sé, él solo desapareció.

Un largo silencio invadió el ambiente al escuchar la puerta principal abrirse.

- ¡Al fin llegas tu! ¿Dónde mierda estabas metido?

- Estaba en el hospital con mamá, no se sentía bien.

- Bueno, me importa una mierda, la chica desapareció. ¡Y este imbécil no me esta diciendo la verdad! -dijo apuntándolo con el arma.

Michael miró a Turner, se encontraba en mal estado. Rebeca, su esposa, estaba muy asustada y había estado llorando desde que le dieron el primer golpe.

- Papá, detén todo esto, la encontraremos, déjalos en paz –trató de sonar lo mas calmado posible.

- ¡Y una mierda, niño!

Un disparo salió volando tan rápido que ninguno lo vio, hasta que atravesó la pared del living. Rebeca soltó un grito desesperado y cerró los ojos unos segundos, apretándolos muy fuerte, luego miró a su esposo para asegurarse de que esté bien y, en efecto, lo estaba. Shane solo quería asustarlo para que le diera la información que estaba buscando.

- ¡Dime ahora mismo o la asesino! -dijo apuntando al vientre de Rebeca.

- ¡Papá! -exclamó mientras le quitaba el arma con un movimiento rápido – ¡Ya basta! Es suficiente.

Michael se llevó a Shane para calmarlo. No fue nada fácil, lo que llevaba a Michael pensar que el plan que tenía con Olivia iba mucho mas allá que usarla solamente para conseguir información de Malcom.

Consiguió persuadir a Shane para que se largaran de la casa de Turner, pero antes de subir al auto con el hombre al que debía llamar padre, volvió a entrar a la casa y le dijo a su antiguo amigo que debían largarse del país cuanto antes.

Luego fueron hacia el cobertizo, a las afueras de la cuidad, para pensar con claridad en como iban hacer para encontrar a Olivia y Tony.

Olivia seguía encerrada en la habitación número nueve del motel, no tenia intenciones de salir de allí hasta que pudiera volver a su departamento, pero si consideraba ver a sus primos, porque, desde que había besado a Fletcher, él tampoco salía de esa habitación.

- Auch! -se quejó por tercera vez.

- Lo siento Liv.

Fletcher era el encargado de curarles las heridas, pero Olivia no paraba de quejarse, no porque sintiera dolor, solo quería molestarlo mientras él se preocupaba por curarla.

- Ese que estas tocando ahora dejara una buena cicatriz –bromeó, cuando pasaba la gasa por un corte cerca del ojo.

- Esto es horrible, quisiera que todos pagaran por lo que te hicieron.

- Esta bien Romeo, la hora de la justicia por amor ya es cosa del pasado.

- No me llames así.

- ¿Qué? Lo siento, me gusta recordar buenos momentos.

- ¡Fue una obra espantosa, tenía diez años! -dijo comenzando a reír.

Rieron ambos por unos segundos, hasta que hicieron contacto visual y así se quedaron por unos minutos. Olivia admirando las facciones perfectas de Fletcher y él admirando sus heridas como una marca de guerra y fortaleza, que le quedarían para recordar que ella podía contra eso y más. Él se acercó lentamente para besarla y, como notó que ella no se oponía, lo hizo. El beso sabía a alcohol etílico y a gasa nueva.

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