1. Volvimos

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El frío de la celda me tenía encogida sobre la dura colchoneta en la que dormía, estaba sentada viendo hacia la pequeña ventana de arriba que me dejaba ver una nueva puesta de sol. Divagaba entre mis pensamientos, no dejaba de preguntarme cómo se vería desde otro punto... desde la tierra.
—Prisionera, al fondo de la celda.— un fuerte ruido me sobresaltó, me tomó un par de segundos incorporarme pero los guardias ni siquiera me dieron oportunidad, pues de inmediato me lanzaron contra la pared. La furia me consumió de inmediato y cuando uno de ellos estaba por tomar mi brazo para esposarme, solté un fuerte codazo en su rostro haciendo que cayera al piso. De inmediato voltee hacia el otro guardia y le di una patada con todas mis fuerzas en la entrepierna, haciendo que también cayera al piso. Sin pensarlo un segundo más, salí corriendo de mi celda cerrando la puerta detrás de mi para así dejar a ambos guardias dentro, el ruido de los pasillos de abajo me obligó a mirar y me percaté que estaban vaciando todas las celdas. Caminé sigilosamente a la celda que se encontraba al lado de la mía y pude ver que estaba vacía, intentaba averiguar qué sucedía cuando el ruido del metal siendo golpeado detrás de mi me hizo recordar que debía correr.

Había llegado al nivel de abajo, no sabía realmente a dónde me dirigía pero sabía que debía salir de ahí. Corrí hasta las siguientes escaleras pero cuando estaba por bajar, una terrible y familiar sensación entumeció todos mis músculos. Ahogué un grito de dolor y sentí como me empujaban hacia adelante con el bastón eléctrico, haciéndome caer por las escaleras.

Poco a poco fui consciente de mi entorno, apenas podía abrir los ojos pero sentí un cinto apretando todo mi cuerpo a un asiento. Mis ojos revelaban un par de vigas de metal, cables y un par de voces. Tomé fuerzas y en cuanto pude procesarlo todo me sacudí fuertemente tratando de liberarme. 
—¡Woah! Despacio, princesa.— escuché al lado de mi. Sentí como la sangre hirviendo me subió a la cara, odiaba ese título.
—Vuelve a llamarme así y no vivirás para contarlo.— Hablé con enojo y él levantó sus manos en señal de rendición, vi un extraño brazalete en su mano y al ver la mía, yo también tenía uno. Todos aquellos cuyos padres eran parte del consejo, iban por ese título y aquel mal nacido no era mi padre. De repente la voz del canciller Jaha resonó en el lugar llamando la atención de todos ahí.
—Prisioneros del Arca...— comenzó. Miré la pantalla con odio e ignoré su mensaje y me dediqué a observar mi alrededor, aunque aún podía escuchar un par de palabras. —tierra... habitable... volver.— me constaba esconder mi asombro, tantos años en el espacio por fin volveríamos a la tierra. La nave estaba dividida por niveles y al parecer nosotros estábamos en el primero, porque podíamos escuchar algunos gritos de los de arriba.
—¡Tú padre es un idiota, Wells!— pude escuchar y algo dentro de mi despertó, algo que en mucho tiempo estuvo dormido. Busqué la escalera para subir y al encontrarla decidí deshacerme de mi cinturón de inmediato y buscar a quien había hablado. Antes de que pudiera levantarme, un fuerte brazo me detuvo.
—Si no me quitas tu brazo de encima, te lo arrancaré y te golpearé con el hasta que te ahogues en tu propia sangre.— hablé apretando los dientes.
—Podrás hacerlo tan pronto aterricemos. Estamos por entrar a la atmósfera, la gravedad...— me explicaba Bellamy.
—Sé cómo funciona.— respondí sarcástica.
—Vamos, solo siéntate.— pidió y después de rodar los ojos y soltar un bufido lo hice, podía ser un poco impulsiva pero no era estúpida, sería una caída fuerte. De la nada un impacto nos sacudió terriblemente y un estruendoso golpe sonó en la parte de arriba.
—Llegamos.— exclamó una chica y de inmediato me deshice del cinturón dispuesta a ir por mi objetivo pero Bellamy me detuvo.
—Cuando estemos afuera podrás buscarlo.— habló agarrando mi brazo de forma autoritaria y me jaló hacia la puerta de la nave.
—¿Y a ti quién te nombró líder?— me arrebaté de su agarre. Él mostró un arma.
—Creo que el puesto viene junto con esto.— habló sonriendo pero me acerqué retándolo. En un rápido movimiento le quité el arma y lo miré de arriba a abajo, cuando mis ojos se cruzaron con los suyos hice una mueca de satisfacción. —Necesitaré eso de vuelta.— me habló al oído.
—Mmm... la conservaré un rato.— le di una sonrisa un poco falsa y cuando estaba por reclamarme, una chica que bajaba las escaleras gritó su nombre. Ambos corrieron al reencuentro, era su hermana. Después de un innecesario drama en el lugar, Bellamy se acercó a su hermana para evitar que golpeara a alguien por hablar de cuando la encontraron escondida.
—Que te recuerden por algo más.— le dijo mientras se acercaba a la palanca que abría la puerta. —La primera humana en pisar la tierra después de tantos años.— el miedo y la incertidumbre abundaban el entorno, aún no sabíamos si el aire de la tierra todavía era tóxico. A los pocos segundos, la puerta metálica azotó en el suelo levantando un poco de polvo.
La vista me asombró de inmediato dibujando lentamente una pequeña sonrisa en mi boca abierta, reí para mis adentros. 
—¡Volvimos perras!— gritó Octavia con los brazos levantados. De inmediato la seguí y sin pensarlo, salté al suelo, respiré tan profundo como pude sintiendo el oxígeno llenar mis pulmones. Admiraba cada detalle del lugar y no pude seguir conteniendo la risa, hacía tanto que no sentía algo parecido.
—¡Vaya!— escuché detrás mío. —Miren eso, sabe reír.— Bellamy sonreía victorioso mientras me veía. Mi sonrisa se borró de inmediato y le di una mirada seria, él respondió levantando una ceja.
—No puedo creer que sea real.— me acerqué a tocar un árbol, evadiendo el tema.
—Acostúmbrate, este será nuestro hogar a partir de hoy.— dijo Bellamy y se fue dejándome hundirme en mis pensamientos. Hogar. Hacia mucho tiempo que había olvidado esa palabra o cómo se sentía.

Los pies en la tierra || Bellamy BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora