Once.

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Once.

"No jodas con mi libertad

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"No jodas con mi libertad

Vine a conseguir un poco de ella

Soy desagradable, soy malvada

Debe ser algo en el agua o que soy la hija de mi madre"




Sofia miraba a Massimo el cual parecía un poco molesto por la presencia de la mujer. Michelle sonríe con los brazos cruzados mirando al hombre con el cual su hija se había casado. Conocía a los hombres como él y no le agradaban en lo más mínimo.

- ¿Quieres que le dispare cariño? Si fueras viuda tendrías más dinero- sonríe la mujer- o si quieres le disparo a la rubia – ríe apuntando a Laura la cual solloza- deja de llorar niña aun no le saco el seguro al arma.

- Eso parece una buena idea – responde la chica – pero creo que debemos hablar mamá sin armas.

- Bien le quitas la entretención a todo- rodea los ojos la mujer

Michelle gira, ve como Mario le mira sus pechos y ríe llamando la atención de todos. Ella mira a los dos mercenarios encapuchados con armamento de gran

- Chicos esperen en los autos ¿Heridos?

Uno de los hombres habla a través de un aparato, para negar viendo a la mujer.

- Ninguno Madame- responde otro hombre

- Perfecto, en unos momentos nos iremos- dice viéndolos- déjenme un radio.

El más alto y musculoso se acerca a la mujer entregándole el radio, sale junto con el otro hombre de la habitación metiendo el menor ruido posible. Sofia mira como su madre se acerca a Laura la cual luce aterrada.

- ¿Por ella te cambiaron? - ríe viendo como la chica solloza y le coloca su arma en la frente- ¿Cómo se vera su sangre en la alfombra?

Massimo mira a Sofia, la cual sonríe.

- ¿Por qué no sacas a estas chicas de aquí? - dice Michelle viendo a la pareja- y le traes a tu suegra un buen vino... con el dinero que tienes seguro puedes hacerlo. Y eso quizás ayudara a que no quiera matarte por engañar a mi hija.

El hombre asiente, ve a la chica que se sienta en un sofá viéndolo. Mario baja su arma y avanza hacia Laura y Olga tomándolas de los brazos sacándola de allí, cualquiera que estuviera en negocios ilegales conocía a Madame Satán, no tenía ese nombre por ser presunciosa.

90 Días |Massimo Torricelli |365 DNIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora