Prefacio.

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Prefacio.

"Y a pesar de que peco, todos queremos vivir

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"Y a pesar de que peco, todos queremos vivir

Pero sé que el tiempo dirá si esto está destinado a ser

Destinado a ser"





Sofia estaba en el bar de aquel hotel español, esperando que su esposo se desocupara con los rusos. No le agradaban esos hombres, quizás porque eran el doble de su tamaño y podían pisarla si querían. Además, estaban terminando con el trafico de niños, algo que en verdad le provocaba nauseas. Agradecía que Massimo considerara su punto de vista y terminara con aquel negocio tan asqueroso y horrible.

Aun no estaba acostumbrada del todo a este nuevo estilo de vida. Pero gracias a Mario y Jack aprendía como sobrevivir contra esa multitud de hombre llenos de testosterona.

Sabían que esperaba que ella se embarazara pronto, pero solo llevaban un par de meses de casados con Massimo y contando que él no tenia relaciones sexuales con ella después de la muerte de su padre.

Eso la hizo reír contra su copa, quien pensaría que Don Massimo se resistiría a sus mas bajos instintos por miedo a dañarla emocionalmente. Llevaba un poco mejor la muerte de su padre, a veces lo recordaba y lloraba. Más de alguna vez llamo al buzón solo para escuchar su voz. Pero ya no estaba y aprendía a vivir con ello. Y quizás a su esposo tenía que ver con ello.

Siente un llanto de bebe desgarrador que la hace sobresaltarse, ve a un hombre cubierto de tatuajes sin saber que hacer con la pequeña meciéndola de un lado a otro, en el bar no estaba muy lleno. Este se sienta a su lado viéndola, ya que era la única mujer del lugar. Eso era un poco machista de todos modos.

- ¿Todo bien? - dice la mujer viéndolo con la niña en sus brazos.

- Si, no se que tiene, no para de llorar... eres mujer deberías saber

Sofia mira a la pequeña quien llora con todas sus fuerzas. En otra circunstancia no habría ayudado a aquel hombre, pero la pequeña se notaba verdaderamente incomoda.

- ¿Puedo?

El asiente viendo como la saca de su transportador, la carga con cuidado meciéndola, eso la calma un poco pero aún se queja incomoda

- Creo que se hizo- sonrie la chica

- No se mudarla- dice el haciendo muecas de asco

- Si quieres me acompañas, puedo enseñarte a hacerlo... es tu bebe después de todo.

- ¿Tienes hijos?

Sofia niega viéndolo.

- Fui niñera durante mi adolescencia- sonrie- ¿tienes su pañalera?

El asiente señalando un costoso bolso de diseñador, que no se parecía nada a una pañalera. Sofia llama a uno de los guardaespaldas que siempre estaba con ella.

- Ivano, iré al baño a cambiar a la pequeña- sonrie viendo al hombre- si mi esposo me busca dile que estoy en el servicio de mujeres

- Si señora- dice el tranquilo viéndola

- Gracias.

Sofia camina junto al hombre tatuado al servicio de señoras.

- Lo siento mucho, pero el de hombres no tiene cambiador- dice tranquilamente bajando el cambiador- coloca una manta sobre el cambiador, siempre debes hacerlo.

El hombre de tatuajes obedece de inmediato, Sofia recuesta a la niña quien chupa su dedo.

- Tiene hambre también supongo que debes darle su biberón ¿Cómo se llama?

- Laura como su madre

- Bonito nombre- ríe Sofia- debes desabrochar el traje con los broches de abajo.

El hombre obedece la instrucción frunce el ceño por el mal olor.

- Cuando come solidos apesta más- ríe la chica- vamos hazlo rápido. Límpiala de adelante hacia atrás. Trata de apurarte o te orinará porque le dará frio

- ¿Qué?

- Es cierto- sonrie ella

El suspira asintiendo, limpiando a su hija, la cual una vez limpia sonrie. Sofia la carga mientras el hombre lava sus manos y limpia todo lo sucio que dejo. Incluso la chica debe cambiarla ya que ensucio su mameluco con popo.

- Muchas gracias por eso- sonrie- mi esposa no creyó que se demoraría tanto en las compras

- No comparto esos gustos... pero entiendo- dice ella- me debo ir, me espera mi esposo

- Fue un placer conocerla

- Sofia- sonrie

- Marcelo, Nacho para los amigos.

Ella sonrie yéndose por su camino, el no puede evitar mirar su cuerpo mientras avanza. Suspira cuando la ve besar a un hombre dulcemente, no ve al hombre, pero nota que es rico debido a su traje. El la atrae por la cintura haciéndola reír.

Sin duda había quedado prendado de la mujer

90 Días |Massimo Torricelli |365 DNIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora